martes, 27 de octubre de 2009

Poesía: Antología...

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Aún queda rodante la
palabra…


Antología poética unipersonal


Federico Sánchez

será puesto en circulación proximamente..........

Primera edición: 2010-.

Santo Domingo, D. N.,
República Dominicana.

Para comunicarse con el autor:
Cels: 809
353-7870 / 235-1415.
fs.fedor@gmail.com




Aún queda rodante la palabra…...Antología Unipersonal.......Poesía......Federico Sánchez







-1-

Del libro:
Baladas
-1981-






Primera Parte:

Imágenes cotidianas



El Carcelero
frente a frente a sus barrotes


"Estamos presos, Carcelero:
yo detrás de estos barrotes,
tú del miedo" .
Roberto Dalwin, cantautor-.

El Carcelero frente a frente a sus barrotes
ladea sus llaves tranquilo
silba su canción de palabras presas
canta con sus compañeros de celda
y ráscase la espalda con látigos de laurel
hasta darse cuenta
que las paredes culminantes
rodean su existencia
aprisionda en la cárcel.


Baladas de mi País

“Hay un país colocado
en el mismo trayecto del sol”.
Pedro Mir-.

“País mío no existe,
sólo eres una mala silueta mía”.
Roque Dalton-.

-I-
País portátil, te despedazas en sudores
como una glándula de sangre en mis venas.
Eres tú un zaguán
donde pulpos latigosos horadan tu vientre
y clavan como una cruz los límites de tus horas.
Quién eres que tus árboles se los lleva el viento?
Por qué reducen tanto los síntomas de tu diminutez?
Quién podría aguantar tus calles llenas de escollos,
tus gestos mecánicos surcados de hollín,
tus vocablos incipientes con colores de ultramar
sin que el vómito del hombre hieda a pornografía?
Quién crees que eres si una minoría
te insunfla dependencia y caes reventado en los charcos;
si, desparramado, esperas la muerte quieto como sedimento?
!Oh País, sueño desvelado,
barca en remolque,
caníbal desdentado!
Mozo de cantina lleno de odio
y rugiente volcán, eres,
sabiéndote estrangulado de innominados músculos
como raíces rasgando las paredes.

País que en nombre tuyo
inmortales condecoran gestas
con simientes de palabras redentoras.

-II-

!Oh País que colocado a la intemperie del sol
lames enfurecido los socavones de mi mente!
Patria mía, pastora de panteras descarriadas,
venid a mí,
venid a mí calladamente sin el manto de tu nombre,
venid como una palabra a solas con su sombra,
venid a mí a hablarme de tus manicomios,
de tus desgracias que sufres a diario,
de tu soledad que encomia mi enemigo,
venid solapado en imágenes de cine,
tronando enfurecido las frecuencias de tu dial,
cantando aleluya sin el padre nuestro,
venid sin el mea-culpa del pecado,
sin la infancia envilecida por la propaganda,
sin la frente marchista que alcanzaste una tarde,
sin el hazme reír de todo el mundo,
venid sin el escamoteo que tus raíces provocan.
Eres una existencia que me invento,
un espectro que se instala en la palabra.
A quién engañas con tus artimañas de progreso?

A quién vencerás, si diminuto, no cabes en el vientre
de tu madre? Eres un invento mío:
no hay punto de tierra y mar
que te engulle la tristeza; me da risa.
Ahora soy tu invento, tu dios de espejo;
soy tu silueta y me alegra
aunque no se oiga a nadie hablar de mí.

-III-

Sé que vendrán tus rabias
como un canino que diseña su baba en el hocico
de esta podredumbre que apenas comienza en el vacío.
Sé que arderás como fuego sin cenizas,
que va marcando tus pasos de huellas indelebles.
!Ay! pero se han roto todos los orificios
y aunque mucho se ha dicho
es bien poco lo hecho.
Mas, que en esta tarde irrumpo en llanto,
sé que habito en tus moradas frías,
en tus rabias más indecorosas
que babeando embarran tus vocales de silencio y futuro.


Dialéctica

En abril pasto tu cuerpo Le calculo siglos
tus nostalgias rebosantes de hermosura Sentado en
el fondo del patio veía tu sol que se dejaba caer
desde los matorrales y la tiniebla de la tarde velaba
orgullosa con su atuendo sagrado tus senos que
sin la gracia del cielo caían como harcones en picadas
aterrorizando con sus punzones de metal de donde
salían balas !oh crueldad! agujereando el centro de
mi circunferencia y el mango de mi espada pero las
contradicciones nos sobresaltaban y hacían que tú
negaras el pasado y yo este obsedido presente
dando un salto de alegría hacia el futuro.


Siempre escribo tu Nombre
en MAYUSCULA

A Gladys
"No sé
tus senos. Los construyo
sobre tu propia materia.
…armas las que yo esgrimo."
Aquiles Julián,
de “Tus dos altas banderas que suscribo.”


G randes ojos nos miraban
como luciérnagas atravesando, fugaz,
los recuerdos de la patria
y ese sombrero tuyo
y los rugidos de campanas
interrumpiendo la hora culminante del amor.
Nos molestaban aún los acechos vizcosos de los vecinos
entreabriendo arbustos y flores de cristal
sin pensar en las implicaciones de tu timidez.

L os gladiolos escogían
un momento para llamarte
y yo, ufano, me despojaba de ingratitud
y regresaba alegre a tu cuerpo,
a la torturante efemérides de tu cuerpo,
tibia noche en una solitaria;
me revolvía en tus espinosos senos
que son volutas transitando en el aire
y escenarios donde arvejas florecen solas
y montañas donde un guerrillero explora solo.

A ntes del anochecer
olvidaba de pronto el color de tus ojos
que llorando preguntaban sus destinos;
pero bastaba encontrarnos y ya los recuperaba
y volvíamos al juego de mimarnos
quizás en un rincón oscuro
o en el patio con gladiolos
por donde vecinos incautos aún te miran,
quizás en el cinematógrafo
o en la trastienda de una barra
o sin quizás en la Plaza La Trinitaria
donde creo te hice mujer
recalcando tus confesiones de amor.

D ecenas de labios despintados
abríanse como pétalos en inmensa mansedumbre
apeteciendo el jugoso manjar de tu nombre
y sólo gladiolos sopesaban ternuras
y tú !oh negra innumerable!
venía despacio hacia mí
tropezando con la ladera de mi piel,
con la tibieza de mi piel,
con mi costumbre de alzar el vuelo extático
en tu pista de senosodio
de senoflor,
de senófilo.
Venías hacia mí ondeando tus banderas de azucena,
ordenando
todas mis suspicacias y sin nombrar palabras,
abriéndote
en el manto de la noche o en la tiniebla bronca,
derrumbando
desde ti los bordes fascistas de tu bravura
y me enclavabas en el territorio de tu piel.

Y después pasé por tu otoño
con la adarga al brazo, pero tu primavera me hizo resistencia
y nos enfrascamos en la distancia de tu guerra,
crucé la cordillera de tu conciencia, su maleza, su ecuménica situación,
me detuve en sus montañas más escabrosas
y jugaba con palabras como un recién nacido,
hambriento,
envalentonado,
como quien suelta raudos suspiros
después de la última cárcel;
usé a mi antojo las riendas de tu altivez,
descendí y qué manera de descender,
despatarré la simiente de tu primavera,
al otoño volví y poco a poco lo fui cubriendo todo,
paso a paso lo fui absorbiendo todo
-tus especímenes
mi invasión sin botas
tus calaveras flácidas
mi comisura de embebidos labios
tus movimientos de rípido volcán-
y un escalofrío atravesó todo el espacio de tu cuerpo
denominándose mujer,
agudizándose la contradicción
de tu histeria.
Nadie se atrevió a subir el dedo didáctico
para señalar tu inmunidad.
Mas hoy que proso ese recuerdo resulta chocante
cantar elegías a la distancia. El descrédito de
mi piedad me avergüenza como a un suicida que no
reconoce su desarropado error de abandonar el mundo
a destiempo. Cómo abordar el lomo de tu cuerpo,
tocar el rostro blanco de tu niñez y guiarte por
mi carrera? Ahora sólo me queda buscar otra barca
con una calesita algo más cómoda a esa espinosa cordillera
que componen tus montañas, los ríos y el sexo de tu conciencia.

S iempre que escucho
el temblar de las campanas
y pasa una mujer con sombrero
y veo una pareja sobre La Plaza
donde alpinistas escarban aún gramas como la tuya,
escribo, Gladys, tu Nombre en MAYUSCULA.



Segunda Parte:





de Héroes, Poetas y Tumbas


"Hay hombres que luchan un día y son buenos.
Hay hombres que luchan un año y son muy buenos.
Hay hombres que luchan muchos años y son mejores.
Hay hombres que luchan toda su vida:
Esos son los imprescindibles."
Bertold Brecht-.



Orlando

A José Israel Cuello,
Editor-Mentor de éste mi primer libro,
y amigo-compañero del susodicho.

Después que tu voz yerma de mártir brilló sin ataúd
Después que tus innominados ojos de humano protestando
en el desierto
cayeron lentos y grises
Después que el viento arremolinó la fiebre de tu sombra
Después que la columna de tu revista emblanqueció
como un mundo sin luz
Después que le corregiste el epígrafe a Terencio:
"Nada humano me he ajeno"
y desde que abrazaste la tierra de la miseria
se disipó el universo de esperanza
que aún continúa galopando por claros senderos


Reminiscencia
del Comandante Caamaño Abril

Primero fue Abril
y no derramó una gota de sangre,
pero el sudor sustituye a los vientos rojos
que elevan suavemente a los mártires.
Primero fue humilde entre las multitudes,
luego arrasado por el odio y el olvido,
y los humildes y los parias también fueron
olvidados.
Fueron nueve los que encallaron
en Playa Caracoles
arrastrándose por vértebras inmensas
de cieno y tierra
y tenían como secuaces a los insectos virulentos,
las conchas y los corales,
los peces, las algas y las favelas campesinas
que derruidas albergaban sus presencias.

Segundo fue Febrero
y la sangre se destilaba en los vientos.
Eso ya se sabía.
Y supimos entonces la importancia de Las Manaclas
y el significado de Constanza, Maimón y Estero Hondo
y conocimos entonces a Manolo y a Jiménez Moya
y supimos del chillido susurrante de tu nombre:
Román: nombre alumbrado por luciérnagas
y coleópteros nocturnos,
y vimos la emergencia de tus ojos,
tus sonrisas,
el sentir de las yerbas y los líquenes y la flor de abril,
y renacían semillas inmensamente allanadas
y renacían candilejas de fluorescencia mágica
iluminando los caminos
y los cactus y los corales rojos.
Cordilleras montaraces lamían tus labios de farol.

Hoy surgen cantos al temple rústico de tu fusil,
y a la imagen del caracol,
alabanza, loor y proclama a tu calvicie
carcomida de piedra pómez y arena,
a tu imagen solidaria,
a tu gesto, a tus percances allá en lo inhóspito
y al socavón que encerrara tu vida
y a tu sistema de Comandante
revivido en una noche de Caracoles.


Te queremos aquí, Jacques

"Que los hambrientos comprendan
que la vida les pertenece"
Jacques Viau Renaud,
poeta domínico-haitiano,
caído en combate
en la Revolución de Abril, 1965.

El poeta y yo -mi yo colectivo-
estamos alentando un encuentro con el tiempo
un diálogo de reconstrucción del nuevo ataúd
en tanto esperamos colgados de un abismo
que estalle otra madrugada en abril

En abril los niños también lloran
precisó antes de morir el poeta
trotamundos paseándose por las laderas del sol
perseguido rabiosamente por los Tontons Macoutes
y el Ku Klux Klan del universo

Poeta suburbano fabrico a la intemperie
el tiempo que te sobrevivirá
Que despierte el sembrador de versos
ya es el tiempo Jacques de que te levantes

Avizora salta y abócate
al reencuentro con la vida
ruye las axilas de tu caja fúnebre
escarba la hondura de tus siete pies
separa los eslabones que te unen a la muerte

Que los fémures que hoy rumia la tierra
destruyan el horizonte con tus pasos
y propongan angostos caminos pero de amor
Que tu paso andariego amordace las tenieblas
y amorde con tu grito el cántico de esperanza
¡Que el poeta comprenda que la vida le pertenece!

A Roque Dalton
y su Salvador risible


…poeta salvadoreño,
caído en combate
por salvar a su país de la barbarie.

Otra vez el recuerdo, sombra solitaria.
Cuando oscurece rebotan tus ojos
en las paredes de la caja oblonga
y una especie de paz arremete al mundo.

Es tu recuerdo un silencioso país de nácar
que se regodea de su diminutez,
hilo síquico con que mis ojos de fuego
son portadores para mi conciencia.

Tu gesto es música sin aplausos
y danza sin divagación.

!Que se crea Dalton eterno
y masculle entre poemas el viento!
Que sepa el poeta que cuando se cae
acribillado,
se concibe a empujones la eternidad:
toda muerte tiene su precio.

Ya el insomnio de los muertos venció su tiempo.
Ya los poetas retoñan de su escondrijo
y afloran subterfugiamente a la ciudad.
Cantando la internacional, restituyendo
la niñez galopan como pájaros de fuego
alumbrando
los días sin costumbres y aún por danzar.
Ya Roque retoña de su escondrijo de escarabajos.
Viajé con él de noche y le hablé de su país,
que entre otras cosas
tiene el nombre "más risible del mundo".
Conjuramos maleficios.
Lágrimas y sudor habitan esta tierra.
El abecedario del hambre su morada.
Mi voz de alerta quemó sus pestañas y surgió
pólvora;
entonces complotamos por la carretera sin
nombres.
Sólo éramos dos entre el hedor de la noche.
Sí, sólo éramos dos.
Pero cuántos dos.
La soledad nos hizo baratijas,
pero quedó rodante la
palabra.
Aún lo veo aglomerado en su diminuto país
con dos blandos ojos de ultramar y la conciencia
abundante
fértil
desparramada como una semilla de ajonjolí.
Aún lo veo
entre los aprestos y conjuraciones improvisados,
más álgido
más poeta
y más revuelto en el mar de las lenguas
imponiendo su Esperanto socialista.
!Oh poeta, que concibes a dulces empujones
la eternidad!
Cómo escarbas las galerías de tus
cavernas,
cómo ondeas flamante sin Salvador
y ya resultas ser granero de ortigas
rebaño de soldados
caverna de escondrijos fugaces
fértiles
furtivos.
Desploma tu lenguaje sobre los homicidas
y los incautos,
aborta la gran lámpara de Marx
y muy despacio emergerá tu rojo mendrugo del abismo.
!Oh torre sin Esperanto,
oh Esperanto sin torre de Babel!
Cuando aprendiste a no sentir fríos
soñaste entre los brazos de tu abuelo, social,
vertical,
jadeante
y sin esperanza de morir
sobre horizontes soñados,
espirales de fuego.

!Pobrecito mi gran poeta!
Aún concibes a dulces empujones la eterrnidad.
Poeta de un país
que no muere porque tú mueres.
Poeta, un país
cuyo nombre es risible
se cree el Salvador del mundo.


Proclama para la tumba de
César Vallejo


…poeta peruano, que muere en 1938,
un día jueves, con aguaceros…

Reverente poeta lavántate y anda
como Pedro Rojas (Rojas y más hombre),
y observa tu acto venerable
y otórganos tu violencia difusa y confusa,
ofrécenos de nuevo tus aguaceros de París
los días jueves,
danos la simiente de tu revolución poética,
tu acto genial o voz de pueblo,
tu sobrevivencia paternal, tu "todavía amor",
tu intransigencia.

Aún permanecemos a la espera de tu ser colectivo,
que dios se sane de su enfermedad de amnesia.
Que tu traje que vestirás mañana
sea el baúl para el alma del mundo;
que sea dicho y hecho así,
"que nunca lo contrario".


Frente a un afiche del Che

"…tengo un mundo de ideas
que chocan, se entrecruzan y
a veces se organizan…"
Comandante Ernesto -Che- Guevara

Che
usted lanza fuego
y enciende toda mi alma;
sus ojos de organdíes reflejan
la podredumbre occidental,
sudamericana
y me deja una estrella en la frente.
Parece que me mira
con ojos acusadores,
como si se burlara de mi vida
y me empujara al borde del abismo.
Su barba quisquillosa
se vuelve espirales veloces,
rapaces
por donde ascienden caballos de trigales.
Che
le diré
que tengo mis síntomas mortales,
vertiginosos,
tambaleantes;
mis ojos no tienen llamas
y como cualquier otro peco desprevenido;
pocas veces lo expresé formal
el miedo
forjado de ideolgía.
Su alomdra revolotea los cielos
y nos da un ejemplo permanente.

Denos su polen, su espiral veloz,
su estrella incandescente
y fume su Habano tranquilo.
Denos la palabra "nuevo"
y verá en los umbrales al hombre.
Presiento que su muerte será mi niñez.

¿Cuál la boina opta para estos días
de ancianidad
que precise la irradiante
suerte de una estrella de esperanza?

No se enoje, Che, y prolongue
su viscosa mirada de cara de burlón;
envalentone las fuerzas juveniles,
espirales veloces;
galope la última columna de la cordillera.
Desorden habitan en ella los alpinistas.
No me mire así y haga
que mi juventud recorra su cabellera montaraz,
nade en sus lágrimas de espanto,
encierre sus últimas venganzas en sus labios;
pero…...¿habrá dinteles de crueldad
que obstruyan la ruta de Bolivia?
¿Hay fungidores
que no pueda usted pararles el alma
con mis manos, o algún olvido
en qué aferrar su amor de vasto horizonte?

Hecho de adargas erectas por la cruel ignominia
parece, con la barba más joven que Marx
y la frente ensangrentada de pudor.
Mirar su rostro es estudiarse geografía,
llegar hasta la falda de la montaña
en cuclillas,
entonar el himno sagrado,
como La Internacional.
Pero no se me aflija, camarada
de los veintiún siglos.

Yo canto para enseñar
y estoy en un país desaliñado,
sin ton ni son ni miel,
amarrado por seis de sus costados
de metal aurífero.
Desde la garganta ensangrentada, una traición
que le parpadea el alma se aposentó iridiscente;
paseándome,
desprovisto en subterfugio,
vicioso, desinformado de tanta libertad de prensa,
me vi precisado a coger a Vallejo con
la izquierda
y levantar, Che, sus ideas
que a veces chocan, se entrecruzan y
organizan.


Fin del libro:
Baladas
-1981-

Aún queda rodante la palabra…..…Antología unipersonal………Poesía………..Federico Sánchez



-2-


Del libro:

Sepultar los gestos
del adiós

al final del arco iris
-1985-







Llénate de mí.
Ansíame, agótame, viérteme, sacrifícame.
Pídeme, recógeme, contiéneme, ocúltame.
Quiero ser de alguien, quiero ser tuyo, es tu hora.
Soy el que pasó saltando sobre las cosas,
el fugante, el doliente.
Pablo Neruda,
de “Llénate de mí”.




Pero te amo

" Todos los días bajo todos los climas
en todos los lugares
te amo"
Roque Dalton.-

Por tu clima cálido entre las piernas donde se embebe la tarde,
por tus arrebatos en los pasillos y alaridos que surgen de tus pies, te amo.
Te amo por etérea, por volátil, por tus senos,
por tus fuentes nocturnas y las alturas;
te amo y te emperruno en angostas callejas
donde viértense hilos de cenizas;
te amo y ya me espanto, pues apresuro tu esfinge, emerjo a tu intemperie,
al flanco de tu estatura donde te rezo y venero,
al summa de tu espejo donde el reflejo es dos veces ensalmo y viñedo.

Amo la esperma que no apresuro, un "te quiero" que tenga vértices,
lo que inevitablemente esconde detrás de tus dientes
y el aliento cuando se expande en la cavidad del cielo,
y tus alardes, sonidos sibilantes de violines y guitarras,
y tus inclinaciones
como estatuillas
en la espera
exigiendo sus devociones antes que el amanecer depare su vitualla.

Amo tu frente si es esmeralda donde te compro y te brillo,
si has de ser espejismo que brota alaridos en las noches
sin brisas y días de lluvias.
Amo y no te inmuto el gesto vacilante, la sentencia tardía.

A otro le tocará cosechar calores en tu volcán regiente, pero te
amo.


Recuerdos

I

Diurnos los percances de esta primavera sin ti
recompénsome con fieras horas que habitan mi siesta,
la soledad y el plácido amanecer del otoño, la lluvia
en el repiquetear del techo sin escorias, y el despertarse
desapasiblemente,
la insignia de tu recuerdo que adormece,
que prolonga mis párpados en el lomo de tu silueta
al final del arco iris,
que prolonga con diminutez tu futura alondra.
Sin embargo me bañaría en tus pechos de cerezas.

II

Sí, las cálidas caricias nocturnales, la vigía de tu sueño,
el sello estampado que erosiona los labios, el alarde
y el musical gemido del orgasmo, el reproche, la estancia
en la madrugada de un amanecer sin vientos ni lluvias,
y el despertarse apasiblemente; otra vez el alarde
de los murmullos que apresuran en tu pecho mi ligero encuentro,
son los recuerdos de las pasadas horas.



Cómo penetrar en tu vacío

"!Oh sombra de mi luz, cómo alcanzarte,
cómo envainar este relámpago en tu noche!"
“Ultimo Round”, tomo II,
Julio Cortázar.-

"…pues sentí en el abrazo del joven un vacío
insondable, como si al entrar su carne en la mía
los dos nos hibiésemos despeñados a la nada,
caídos desde una tierra alta, sostenidos por el aire,
prisioneros de la catarata donde termina el mundo…"
“Terra Nostra”,
Carlos Fuentes.-

Ahora que en tus piernas se te atraganta mi espíritu,
permíteme penetrar en tu vacío insondable.
Hoy que sobre tus espaldas se te absorbe el aliento
un río salobre riega tu simiente, tu estornudo.
Un alarde estruendoso huye de tu cielo.
Cómo he buscado tus días después del ascenso
con esa manta de tul cuando el sol emerge de tu cenit
y los dedos de tu templo se reanudan en un vientre buscando sembradío.
En el alba de oscuras madrugadas apresamos la luz.
Respiran vástagos por tus pulmones en vendaval.
Una larga espera se nos va montando encima, luego.
Hubo cuerpos, juntura de cuerpos como sílabas inseparables.
Hubo adioses como el día recuperables.
Por qué es preciso el llanto sin el regreso.
Por qué ama la gente y llora la gente.
Alguien quiso tenderte sus redes y amarte quiso.
Quién no te estorba en esta vastedad lujuriosa que no conoces.
Quién no te prefirió en el ahogo del grito,
aún teniendo tus párpados caídos, tus venus montaraces,
aún los bucles de tu pelo tornándose, repitiéndose,
aún tus gemidos prolongándose en canción.
Pequeño resulta el prejuicio para tu ansiedad.
Ningún puerto atracará el vahído de tu barcaza.
Ninguna góndola removerá olas más altas que tu herida,
para elevarte fugaz,
sino con esa temperatura de invierno con que te quemo.
Quién no navegaría en tus hondos canales, en tus fuentes;
quién ignora que los derrelictos de tu cuerpo cobijan en las paredes
una telaraña enorme que apresan las palabras para describir tu nombre;
quién no sabe que hay sexos y placer en tu sexo.
Ahora interrogo por qué se ha puesto tan pálida tu noche,
cómo no termino de recorrer tus caminos escabrosos,
cómo voluptuosamente los altibajos de tu tronco,
primer estacionamiento o antedespacho de tu vergel.
Ahora que intento penetrar en tus silencios, tus espacios silentes,
y tus columnas en ascenso y descenso espantan esos silencios,
dime cómo alcanzarte en ése tu vacío de luz.


La fértil agonía del amor

"…no sólo es cuestión de haberme enamorado,
sino que quiero a esa mujer, y no tengo modo de expresarle cómo la quiero…
Y nuevamente,
cambiando constantemente, buscando ser el
uno para el otro de manera terrible, de manera
infructuosa, pero siempre en la agonía de hacer
realidad el amor."
"La fértil agonía del amor",
Marcio Veloz Maggiolo.-


Porque me entusiasmas amo tu presencia sin partida,
el sonoro silencio de tu risa y el pelo revuelto que despide dejadez,
que sustancia, materia y vida desprende,
todo de cuanto resurrección te imaginas,
la lluvia deslizándose por entre tus dedos de niña,
el viento buscando escapatoria por tu sexo.
Porque eres tarde lujuriosa amo tu timidez,
la ventisca que arroja luz a tu primarera,
el tiempo que esperas, tu lunar y su lumbre,
el lomo donde a horcajadas te sientas silbando,
esos ojos y sus pestañas, la arrogancia de tu piel,
tu perpetua desnudez desnudándose,
el temblor de tus senos y tus comisuras labiales.
Porque una semilla fertiliza tu ambiente amo tu entrepiernas,
donde asumo intrépido la conciencia del héroe, la patria adolorida.
Porque izas tus banderas delante de mí amo tu pendón a media asta,
las mil y una noches de tu fuego intempestivo,
tu mímica amorosa, esos labios en batalla,
tu intersección apabullante y tus montes de Venus que se yerguen,
tus piernas entrecruzadas que aprisionan esta
"fértil agonía del amor".


Urgente: S.O.S

La incertidumbre de tu ausencia se covierte en fantasía,
una costumbre en lucha contra tu arrogancia, tu lejanía.
Dosorbito los abrojos de tu infierno,
me esfumo, desencadeno, me acuclillo en tus hombros de servidumbre,
invento que existe,
que no eres una sombra,
un fantasma mío,
un pobre silencio enredado en las redes de tu tez,
lamentaciones,
vientos de tifón,
cómo atraparlo si es transparencia en silbido,
qué fue tu tifón si no arrasante batalla,
qué fue si no argucias y desmedidas,
espejismo avasallador,
vergüenza de su rostro y restos de colores púrpuras.
¿Será posible el renacimiento de tu canto?
¿Tendrá salida tu escapatoria?
Sé que vendré con una flor en las manos.
Habrá rocío en los colores de mi arco Iris,
derrelictos de tu cuerpo
o de tu sombra,
habrá bifurcaciones de mi sangre hervívora,
de mis huesos
y mis cejas,
temblor de esa mirada no convincente
y de mi estómago rumiante,
recuerdo de una mala conciencia que el agua descarrila.
Temblaré de tus auríferos ojos, de este sol en perspectiva
que temo sus rayos quemen sin arrebol,
convertidos en cizañas punitivas y desenfrenadas.
Lo sé bien, tu ronco gesto aceleró mis pulsos y nervios,
un paso furtivo aceleró el alcance de tus manos,
mas, a qué me aferro si no a un recuerdo inescrutable,
qué le confiero a la alegría, yo que busco tu inocencia,
yo que juego a rescatar tu respiración tardía,
que indefinido, a horcajadas de tus derivas,
naufrago sin S.O.S de urgencia y sin agenda definida.


Ese que guarda tus secretos

Ese que guarda estos secretos en una postrera presunsión,
estas horas que muchedumbres vindican de bestias y soberbias;
ése que te espera, y asido a tu vértebra renace un otoño,
el perro fiel, el lugarteniente, el ladrillo de chimenea enhollinado;
ése el de los tumultos para tus pechos ordinarios,
como un pésimo Icaro sobrevuela en los cielos
con sus suaves, sus blancas, sus derretidas ceras;
ése que enhebró de tu ombligo una tórrida primavera,
se ha visto hoy detenido sin guarida, sin espera.
De ahí esta pinta de soledad, este viacrusis lento, lento;
esta suspensión que es también vida;
estas paredes, las sábanas que apresuran ritos y ceremonias.


Cómo ahora develar tu rúbrica

Hoy que estas manos poso en el promontorio de tus pechos
y en tus párpados destila soplos una ventisca suave,
unos labios sobre los metales besan la brizna de tu sien.
El piélago de tu lágrima deviene rictus espontáneo,
los ojos no se desvían del espacio infinito,
la respiración susurra, el viento va y viene, no hay espanto
ni diástoles ni sístoles apresurados, ni manto que cubra
el silbido de un jadeo prolongado o una marcha al precipicio,
tan inesperada en su concierto triunfal.
Hoy que este ritual de fricción seguimos, la alegría salta,
todo enciende tus pupilas que han retenido el velo,
las horas pasan en su aventura cuesta abajo, en tu rúbrica sexual,
en tu piel, que tiembla y se entumece, que encoje y vibra.
Si acaso una mirada en tu vergel delimita este festival de las dudas.
Dime ahora cómo develo tu rúbrica, para contemplarte desnuda, atada a mí.


Tu mundo de lumbre

Unas luces de neón que fosforecen tu noche.
Una luciérnaga que vuela como estela de estrellas.
El rayo de luna que finge semblante en tus piernas.
Un lucero como fugitivo en esta tierra, pero refulgente en tus delicias.
Llorando en su maraña un alba que es vela en estas tus oscuridades.
Solo el crepúsculo, tus pechos como puentes levadizos eternizan.
Visten tus piernas antorchas hawayanas y el pasadizo secreto de tu círculo.
A estas horas un relámpago de destellos cinéticos espejea tu rostro.
Un amante de manos viles refulge un cuchillo y hace un festín en tus senos.
Pliégase el claro de luna al fantasma oscuro de tu vientre, pero perpendicular.
Sedientos unos labios a tu bajo vientre lo erotizan de luz.
La borrachera de tu cuerpo busca esplendor de gloria en las nubes.
Cunde el pánico rutilante de tu tez de Camaleón que incendia los dedos.
Sobre las carpas deslizánse pupilas que arrasan tus ojos.
Vientos céfiros cristalizan el mar de tu estío.
Murmurando en tus sabanas de vientos alisios te escandilan marañas gigantes.
Esplendente el cristal de tu voz, en el solsticio a media asta.
Rojizo la mezcolanza del arco iris, de lo vasto, te yergue.
Eres un mundo de lumbre que yo te nombro.


Eres

“.....y eres un destello en la mañana y
tu pelo es memoria de mis manos.”
“Compañera”,
Tony Raful.-

-I-
Arrogancias de suspiro,
imagen sin brillo, pero nítida
a la luz de la madrugada fría,
al final del arco iris de la tarde,
toda tú eres cuando me hablas, donde apaciguas,
ya en China o en Manhattan, en el zumbido de la música
o en voces agoreras y nostalgia,
en un pétalo de girasol, en el vientre
de una garza que vuela, en la garganta de un río
y los ojos pudibundos de un niño habriento.
Toda tú eres
y esto que aún vive, vive en un eteno vacío.

-II-
“...Sí eres una paz que me desborda,
un sosegado amor que se subleva.”
T. R.
Como los océanos del Sur, espléndidos en su despliegue,
eres la dueña de mis montes, la diosa de los placeres;
complaces y ortogas la Venus en la entrega sin retorno,
y para regodearte luego en mis aros más redondos
saltas como cabriolas en un sube y baja hacia mis gozos.
Eres Afrodita en el descenso entre la noche y la niebla.

-III-
“...Sí eres voz suave,
la catarata que copula,
¡los ojos grandes y limpios del destino!
T. R.

No procuramos otra cosa que indefinir esta distancia.
Todo se torna transnochable, transnochado.
Eres un ave que hoy vuela de rama en rama,
una mariposa de colores atragantados al final del arco iris,
el volátil viento de los océanos, un fiasco,
un espejo sin escarchas sólo para uso retrovisor, observándote el pasado.
Efectúas cabriolas y como El Rey de los monos
perteneces al mito;
en tal virtud,
eres un ámbito mitológico que hoy reniegas de mi pantalla.


Sepultar los gestos del adiós
(Sé que de hinojos no me hallarás)

"…iré a tu puerta
a implorarte de hinojos…"
Canción de Odilio González,
El Jibarito de Lares.-

Espejeantes los recuerdos
reflejan el vértice de tu partida.
Pienso en tu boca tomándote de sorpresa,
pienso en tus labios
donde pronuncias las palabras del adiós.
Jugamos a que pensamos.
Hemos pensado en la estación de la lluvia.
La primavera regresa en sus sórdidos goterones.
en tanto resurge tu voz
de quimera a quimera.
Calores suicidas emánanse
del color de tu cuerpo.
Pronuncias un gubay espantoso,
signo definitivo sin regreso,
entonces oscurece el alba
y su vestidura blanca.
La palabra y su recuerdo de llamas,
de sílabas inarticuladas,
resurgen.
En la transparencia del adiós

estás
acu
cli
lla
da
tejiendo los trapos adiposos del absurdo.
Supongo que te esmeras levantando la nuca,
estampando el gesto.

Alrededor de tus ojos lagrimea el futuro,
discurre un apoteosis
y el génesis de un suspiro tuyo procurando reencarnar.
Alrededor de tus ojos diálogos de sobremesa hablan de cartas
que nunca fueron escritas
y de papeles que improvisan lecturas
y de asechanzas en los matorrales,
en sesiones nocturnas.

En el recuerdo levítase tu magen
o
te
an
do
la tierra,
su estornudo,
la corteza de mi cuerpo que perece y se abruma
y entumece la cera de tus párpados encima
de mi piel,
en la respiración matinal,
en el encuentro de ambos sexos,
como los icebergs sobre
la nieve hendida.
(Quien inventa tormentas en la memoria
recibe los aguaceros en su cabeza sin baldes).

La mueca del vientre silencia un suicidio,
planifica aprensión.
Solías aparejar el amor en una jaula sola;
solo en este rincón de tu memoria
requebrajo los barrotes remojados
y el contacto de su frío,
que es el roce de tus piernas;
y entrelazo mi nombre en la revolución de tus venus,
en el silencio
de tu alarde ligero,
en esa aventura,
en esa lujuria
de inquinas
y estropicios,
con el tiempo detenido como un reloj de arena abandonado.

Solías pronunciar una frase ininteligible.
Hoy el tiempo confirma ese “te quiero" dudoso.
Caminas por una cuerda floja
que obedece a tu locura,
como tu partida
a la luz de la luna,
borrando lo deseado,
lo heredado.
Tras los cuchillos,
en el filo
o el lomo que nos suspende,
hay abismos horadados
y rocas
y gramíneas apresurando los desencuentros.
Insurrecto ya el recuerdo que hay en mí
sobre ti
se transforma hábito en un mundo de espejismos,
espejismos que hilvanan hilachas,
marcan
dioramas circulares,
esplenden,
vivifican soles nebulosos
y palabras impronunciables ubicadas en magmas frías,
magmas frías descalentadas y desprendidas
como el desmoronamiento de babas de sexo,
de mujer dormida
sobre un hueco de esqueleto como yo.

Un arco iris sobre ti derrúmbase,
el rocío se desgrana,
gira tu brazo por la lluvia,
regodeándose de vistosidad,
y una burbuja de espanto eructa sin primavera.
Donde duendes levantan castillos, auguran terremotos,
fusionánse tus pechos
en círculos de humos,
erectos como pirámides
e irremediablemente viscosos.
Un gesto tiene un ápice de sudor amargo de la desesperación,
de la multiplicidad lejana,
del regreso
o el encuentro.
El tuyo ya es la aurora de las embestidas
y en tu suspiro un esqueleto
se va marchando a tientas.
Incrustrados los recuerdos a flor de labios
resurge tu imagen
respirando,
levántanse tus manos
blanquecinas,
aspirando mi aliento.

Sumergido mi cuerpo en tus montañas
er
gui
das,
rodeando las cimas pronunciadas,
convertidas en glaciaciones
y hasta nieves,
embebido hasta la esquizofrenia,
se me ve relajando en tus caderas,
en la clarividente silueta de la sombra
con un peso casi
pi
ra
mi
dal
en mis costados,
pero entonces tu efigie de sueño entorna y desaparece.

Este hombre que soy sueña tu escala.
Sé que aún no se ha repetido tu primer gesto.
Las formas, los adioses
balbucean en mi vientre
espantado.
Lanza tu voz si acaso su pronunciación de catástrofe, abismal.

Todo tiembla.
Todo es terremoto.
Verde la primavera ruge tu voz
para que toda reacción marque sus pasos y rueden
desprecios no esperados hacia tus caudales
y esperpentos.
Buscas alivios,
no consolación.
Una mujer como tú
desentierra un gesto olvidado con la mirada,
especifica su actuación con una rama trepadora,
y tus dedos remedan las aventuras de Odiseo,
un oráculo,
las siete plagas de Egipto,
la sumersión del mar Muerto y el mar Rojo abierto.
Monopolizas el espectro de tu tez,
mi fatiga mustia.
Conspiras con perjuros y ojerizas
silenciados por el sol.
Urdes estratagemas,
el asalto mortal,
- la escapatoria.
Hoy eres lozana liberal en ...lejanía,
y la distancia,
mientras revuelcánse mis latidos a expensas de tu trama.
Mas, sé que de hinojos no me hallarás.
Presto,
conjuro sepultar

los gestos
del
a
d
i
ó
s.




Fin del libro:
Sepultar los gestos del adiós
-1985-







Aún queda rodante la palabra……Antología unipersonal......Poesía.......Federico Sánchez




-3-



Del libro:

Mitos al aire
-1988-





“...el mito es todo lo que no existe
y está presente por la palabra.”
Zunilda Gertel,
de
“La novela hispanoamericana contemporánea”.






Primera parte:





Cuando los dioses aún tenían alas



...en principio todo fue oscuro,
mas no neblinoso y frío…




Zeus
Júpiter para los romanos

Dios de dioses en la mitología de la antigua Grecia. Según la genealogía mitológica expuesta por el legendario poeta griego Hesíodo, en su libro Teogonía, Zeus era hijo y sobrino a un tiempo de Cronos (quien era, en principio, el Rey Dios, llamado Saturno en Roma) y de Rea (hermana de Cronos). A su vez Cronos era hijo de Urano (Dios del Cielo) y de Gea (Divinidad de la Tierra), en tanto Zeus era, al mismo tiempo, sobrino e hijo de Rea. Al momento de ser destronado del reinado olímpico por su hijo Zeus (en connivencia y la ayuda de su madre Rea), Cronos devoraba todos los hijos que tenía con Rea para impedir que lo destituyeran del Trono, de los cuales sólo se salvaron unos pocos (según la leyenda); al ser “tumbado”, Cronos pasó a representar la Deidad de la Paz y la Agricultura. Fruto de la unión de Cronos y Gea nacieron, además de Zeus, Poseidón (Neptuno), Hades (Plutón), Hestia (Vesta), Deméter (Ceres), Heras (Juno).
El Gran Dios Zeus contrajo nupcias con su hermana, la Diosa Hera, concibiendo a Ares (Marte) y Hefesto (Vulcano); Zeus también, en copulación con Metis, engendró a Atenea (Minerva); con Maya concibió a Hermes (Mercurio); con Letona fecundó a Artemisa (Diana) y a Apolo (Febo). Asimismo fue amante de la mortal, no diosa, Alcmena (Alcumena, que a su vez era esposa de Anfitrión) procreando a Heracles (Hércules). Para Zeus, Hércules fue su hijo mortal favorito.
Por igual Zeus concibió a Minos, Rey de Creta (padre de la sufrida y no menos sacrificada y heroína Ariadna, quien le ofreció un ovillo de hilo a su amante Teseo para que éste pudiera salir del Laberinto luego que matara al Minotauro), con la semidiosa Europa, a quien Zeus se le apareció en forma de toro y la sedujo y la raptó (y quizás en una venganza continuada, como original y facsímil, la esposa de Minos, la mortal Pasifae, fue raptada y copulada por un Dios menor, comuflajeado de toro, con la ayuda de Apolo -hijo de Zeus-, concibiéndose al famoso Minotauro y que Minos, al ver un engendro parido por su esposa, lo encerró, junto con ella, en el Laberinto; este Laberinto fue mandado a construir por Minos y fue diseñado por el arquitecto Dédalo -hermano en amistad de Hércules-; Dédalo también fue encerrado junto con su hijo Icaro. Dédalo construyó unas alas gigantes con plumas de aves, logrando pegarlas a los brazos, usando ceras como pegamento, y con su hijo salió volando del Laberinto, pero Icaro se acercó demasiado al sol, derritiéndose la cera, cayendo inmisericordemente al mar Egeo).
La lista de éxtasis copulativos realizada por Zeus es interminable; siendo el Supremo Dios, todo se le permitía; concibió un gran número de Dioses, Semidioses, Reyes, Ninfas, Héroes, Pléyades y Musas (las famosas nueve musas de Apolo las concibió con su hermana Mnemosine); Zeus, pese a su autoridad endiosada opinaba que se debía conservar la libertad por encima de todo privilegio (pura demagogia, pues siempre le daba preferencia a su favorito Hércules), aunque con esta concesión se configuraran tramas y conjuras contra su propia vida; empero, era una libertad signada sin democracia completa, sin elecciones o decisiones consensuadas, pues nunca quiso dejar de presidir el Trono. Conociendo el presagio de que un hijo suyo, que próximamente tendría con la diosa Metis (hija de Océano y Tetis) lo iba a destronar para convertirse en amo del cielo, Zeus prefirió matar a Metis en su estado de embarazo para que no se diera dicha premonición. O sea, el mismo acto que conjuró y logró contra su propio padre (Cronos) para destituirlo y colocarse en el solio olímpico. Una cosa es la realidad y otra la apariencia. Cualquier semejanza con nuestro entorno, y con la historia de la humanidad es pura y casual coincidencia. Así como los mitos son una imaginación, una re-creación, a la vez son una extensión de deseos, necesidades y necedades del hombre.


Gran Zeus
remolino de viento en la pradera del Olimpo

"Y hasta Dios mismo existe para las leyes,
se crece sobre las leyes,
y se repite en nosotros con sus leyes".
Freddy Gatón Arce.-

Rodando desde las más altas nubes volátiles, titiriteras,
cayendo sobre hojarasca al borde de una montaña de pinales,
como relámpago fugaz, refulges !oh ave planetaria de primavera!
escindiendo con tu prisa de vuelo y estornudos el cianuro de cristal
que se entumece, que se abraza, que se extiende, que se crece,
arremolinando sus átomos gaseosos, tembladores, como huracán,
entre el cielo gris y las espumas que humedecen el ramal;
esparcido sobre la ventisca del atardecer casi anocheciendo,
con vibraciones de aleteos tornados, trémulos como alas,
que crecen pintarrajeando las cavernas de la antigüedad,
con sus colores verdinegros semejando el arcoiris, espejeantes;
arracimado al seno de la mujer y con ella atrapando al hombre,
sumiéndolo en una ceremonia de reverencias y ritos tardíos,
en donde la efigie es dos veces miedo y sumisión, lujuria o locura,
y nebuloso aún el instinto humano, prístinas aún sus ideas;
proclive al raciocinio como bengala que relampaguea, llameante,
con sus rayos y sus hogueras constantes que son tus fueros,
llegas Zeus, con barba de espanto y turbios ojos, quisquillosos;
llegas ecuánime, la cerviz hermosa, brillante la adarga al brazo,
como oropéndola de lentejuelas enrojecidas o lapislázuli;
llegas, Zeus, destronando vilezas con furias recién esculpidas,
reordenando misiones en las regiones habitadas, allende el mar,
postradas en praderas, de arbustos y rocas sagradas;
llegas, Zeus, como una gran garza de ojos fosforescentes, un cisne,
con alas abiertas en descenso asumiendo que eres Dios,
y como velamen a la deriva repleto de soplos y vientos,
con gestos indulgentes, destutanando hasta la más mínima simpleza;
llegas con labios de trueno e imagen de espejos ondulantes,
que en las aguas del sedicioso Poseidón se diseminan,
y te posesionas en las alturas olímpicas que el hombre creó para ti.
!Oh Gran Zeus!, rostro de espumas enjuagables y tambor sin aullidos,
cítara marina musicalizando la noche en medio del desierto,
ave solitaria arrojada a la sombra de los arbustos enanos,
aún vives maltrecho en las volutas del tiempo. En nuestro pasado.
Terrestre como el Partenón en constante vigilia,
templado como tu antro sagrado en la garganta de un río,
ordenas el levantamiento de tu estatua, inclinada hacia el Norte,
tan melodiosa y fértil como el barro de Adán y Eva.
Con tu túnica color olivo apagas la ronca voz de Cronos, tu progenie,
y todo ancestro maldice tu bravata deicida y tus vergeles matinales;
pero quién lisonjó tu astucia levantisca, quién prorrogó tu duelo,
quién colocó el Cetro sin espinas sobre tu testa, o en tu diestra,
quién esculpió cañuelas y yeso y espermas en la claraboya de tu templo,
quién proclamó la Teogonía del horizonte, allá en el mar Egeo,
con tanta timidez y estulticia que se hizo invernal?
¿Homero, Hesíodo, Teseo, Ulises, toda la Acrópolis?

Tu imagen pedestre aún se ve con nostalgia y efervescencia;
es tu bramido lo que provoca el miedo, la reverencia tardía;
es tu ronca voz lo que produce suspiro, tu ira enfurecida;
es tu soplido imaginario estallado en los arrecifes del mar
la desmitificación, el inventario de la nada, el sopor de la duda,
la esponja que se desagua con el despertar del alba.




Apolo
Febo para los romanos

Dios de la Música y la Poesía.; hijo de Zeus y Letona; junto a Poseidón, Hera y Atenea y Apolo urdió una trama para usurpar el trono presidido por Zeus, pero éste descubrió la conjura a tiempo y envió a Poseidón y a su propio hijo, Apolo (imitándolo tal como Zeus-Júpiter destutanó a su padre Saturno) a la tierra a servirles a los mortales (entre ellos al Rey de Troya, Lermedontes). Esta trama contra Zeus se propuso después que éste condenara a muerte al hijo de Apolo, llamado Asclepio, Dios de la Medicina, Resucitador de los Muertos; ésta muerte fue propuesta por el hermano de Zeus, el olímpico Hades (Plutón), Divinidad de los Infiernos, por temor a quedarse solo, sin difuntos (según narra en la Teogonía -sobre la mitología griega- el poeta griego Hesíodo -siglo VIII a. de C.-, también autor del poemario didáctico-moral: "El trabajo y los días").
Apolo fue el conductor y coordinador de “Las Musas”, sus hermanas, hijas de Zeus, que, asentadas en el monte Olimpo, fueron inspiradoras del Canto y la Poesía, ¿de un futuro Mester de Juglaría?
Apolo también es considerado como "Dios tutelar de todas las Artes".

Apolo
el cantor de las flores

"No es con trino de pájaros tirados
a la orilla desolada del viento
con que yo quiero hacer
la música seráfica de tu inefable nombre…"
Franklin Mieses Burgos.-

Unas musas cantorales eternizan la noche; cuasi perfecta;
un pastor entre jazmines arrea un lucero de fuego;
el vellocinio de Oro sobre las alturas riela y se aurifica;
un carruaje en órbita fugaz es tirado por cisnes blancos;
desflorándose en su estación un Jacinto renace en Liras
contra las tempestades, asumiendo que es Angelus, ritmo coral;
poblado de oráculo, las Ninfas del océano como ventiscas llegan,
muestran tus manos, tornadas de sedas, la línea secreta de unos versos;
en estos momentos un rayo de destellos estrellados resplandece el Parnaso;
un cóndor de alas grises picotea un ramo y organiza un festín a tu nombre;
destílase el aroma del néctar con los vientos alisios alicaídos;
aprehensivos, unos dedos a tu frente la santiguan de luz, colores y corales;
la vestidura de tu cuerpo espejea luz divina de gloria olímpica;
una silueta se posa en tu rostro ahora que la poesía se engalana;
expándese el culto espectral en tu territorio de influencia
que adelantan el amanecer y la ternura; o la suave brizna;
bajo tus pupilas se arrastran gotas de alegría que eternizan el canto;
retumbando en las llanuras tambores de música, que musitan,
te cimbrean de guirnaldas elegantes, de cánticos de guirnaldas,
y corales y cocoteros gigantes armonizan las voces de tus arpas;
sepultados los rencores se esparcen luces pluricolores disimulando Apolo-gías,
y todo para que el hombre te nombre, casi recitando:
"Dios tutelar de las Bellas Artes".


Afrodita
Venus para los romanos

Diosa del Amor y la Belleza; hija de Zeus, concebida con su medio hermana, la Ninfa Dione (hija de Urano y Gea). Afrodita casó con su medio hermano Hefesto (hijo de Zeus con Hera); pero tuvo un hijo con su también medio hermano Hermes (a este vástago se le nombró Hermafrodito, derivado de Hermes-Afrodita- y que se reproducía así mismo al nacer con los dos órganos sexuales, y quien se convirtió a la vez en hijo y sobrino de sus padres). La infidelidad de Afrodita era famosa, ofreciendo honor a su representación Divina como Diosa del Amor.

Afrodita
Venus del amor en las noches largas, largas

"Hermafrodita en el principio del mundo
cuando descuartizaron a los dioses,
enigma subterráneo de la resina y el ámbar."
Tomás Hernández Franco-.

En un territorio de lujurias en el Olimpo, al candor de la misma lujuria,
surge desde el portal, y como rugiente volcán inesperado,
la Diosa del Amor, que inmortaliza esa lujuria;
llega candente, espumeante, desarrabalera de la noche,
haciendo contorneos en su cuerpo con rubor y frenesí.
Venus de la belleza, caritativa de caricia plena,
descalza en el fuego del viñedo con pasos púrpuras,
ilumina su cintura montaraz sin regodeo ni strip-tease,
desnuda como la piel sin pelambre deslumbrada,
estruendizando carcajadas desde sus glúteos en la oscuridad impenetrable,
y acosada en el vientre de su rocío tardío, como una Venus nocturna
en donde moran placeres, ascuas, estíos, poses exageradas,
y un afrodisíaco placer emerge de su pecho, candoroso, volcánico,
de sus volutas mágicas, de su anatomía en erupción.
Diosa lividinosa para las noches largas, largas, o amaneceres tranquilos,
lívida Deidad, suspensión orgiástica y antros de orgías,
en el ascenso y el descenso del hombre y su mordisco estacionario,
aún sus labios de placidez procuran el color del maíz.
Al reposo del sol, como Penélope teje y desteje la hilachería del sexo
y asume con candidez toda locura deicida,
mientras, una Diosa-mujer como ella, al espejismo, confronta su desnudez.
Deshilvanando la aurora que es plenitud lunar,
se rompe el hechizo que por milenio vivió en ilusión prorrogada.

Ares
Marte para los romanos

Dios de la Guerra; hijo de Zeus y Hera; no gozó de arraigo popular entre los griegos, principalmente los atenienses, por su carácter levantisco y violento; tuvo de amante a su cuñada y hermana Afrodita, esposa de Hefesto. La tradición dice que Marte fue padre de los gemelos Rómulo y Remo, los fundadores de Roma, concebidos con la mortal Rea Silvia, y que según la mitología latina (romana) fueron amamantados por una loba.
La constelación de Aries, el planeta Marte y el día Martes han sido consagrados a sus nombres (griego y latino). Posteriormente los germanos lo llamaron Dios de la Asamblea.


Marte
el epónimo beligerante de la guerra,
el vengador anónimo

"Quien habla de amor
dice guerra"…
Andrés L. Mateo-.

Asido a tu adarga y con los vientos de las ninfas retumbando,
eres Ares polvos y ánfora de escombros que se confunden con la brisa;
eres ruinas en llamas y arbustos en ruinas arenosas.
Sin rebuscar en las insidias el maleficio de la guerra,
puedes encontrar bélicas espadas de verdolagas subterráneas.
La tragedia de Troya, inmensa en el tiempo, diversa en la historia,
las cenizas al viento de huesos y carrozas como veletas de miseria,
y las fugas precipitadas de muertes y estropicios en cada frente,
se acrecentaron con tu aliento de barbarie, en tus desestimaciones.

Deificado por ciudades y prados con iras exóticas e injurias,
y mortales malhumorados,
enfrentaste con risa lacónica aún ruidosa.

Reubicando el centro de las contiendas, el blasón encantado,
las lanzas ardientes de los guerreros, pugilando con la duda,
reasumiendo el rol de los réferis, como si el aliento existiera,
y el ansiado placer de la desfloración de las vírgenes, impertérritas,
deambulando por añosas callejas y templos y valles, y oscuridades,
por los senderos que conducen al fuego, magma infernal,
llegó el día en que tu Deidad se vio proclive al desahucio.

Los pueblos todavía no perdonan tu iniquidad nefanda;
pesan sobre ti, durante siglos de guerra permanente,
estigmas de concordia pasajera, designio de una paz rebuscada.


Artemisa
Diana para los romanos

Diosa del Bosque y la Caza; hija de Zeus y Letona; se cuenta que Artemis nació primero que Apolo y de inmediato comenzó a ayudar a su madre hasta que naciera su mielgo. En una de las tragedias teatrales del antiguo dramaturgo Eurípides, Artemis obliga a Agamenón a sacrificar a su hija Ifigenia en venganza y castigo por las arrogancias mostradas por aquél en el manejo del arco.
Fue muy vengativa y salvaje con sus armas de caza. Siempre fue casta. Mientras a Apolo se le identifica con el Sol, a ella se le relaciona con la Luna.



Artemisa
Diana cazadora del amanecer

"Viví en oscuro monte, luego la tierra
se llenó de la alabanza de aquel vientre
cuando llegué a la vida en busca de corderos."


Arteria de bosquejos y prados sacrosantos sin amaneceres.
Diana de la noche con diademas de luciérnagas y lentejuelas.
Orgiástica espuma encandilada en las fiestas populares.
Protectora de ramajes volátiles, especimen de marismas.
Hojas sumergibles que reverberan la tarde en eterna primavera.
Bajante sol eterno, fugaz, impredecible, cándida como la noche de luna.
Bestia en celos apurando la cicuta de Ifigenia, enfurecida.
Afluente de soberbias arrebatando vidas con el arco y la flecha.
Mar enfurecido tornando los vientos en lluvia defectuosa.
Torrencial marinero en las estepas secas y paridas de nostalgias.
Cazadora sin prisa de la cabra saltarina, del enemigo resol.
Ventisca neblinosa a pesar del sol y el arcoiris; a pesar de las cabriolas.
Virginal, ningún mortal te sedujo en tus andanzas y travesuras.


Hermes
Mercurio para los romanos

Dios del Comercio; hijo de Zeus con la mortal Maya. Considerado el Mensajero de los Dioses, fungió de mediador, como Cupido romántico-comercial, en los amores de su padre con las mortales. Fue inventor de la Lira y la Flauta que, como buen comerciante al fin, se las cambió al divino Apolo por rebaño de carneros. Su imagen es representada con alas en los pies y con un casco protector que siempre lleva consigo.



Mercurio
el heraldo de los dioses enamorados

"No olvido que olvidaste
que mi verso se compra con versos;
que ritmo es más que cifra;
que arte es más que moneda.."
Rubén Darío

Memorizando los versos rítmicos de las Deidades,
cantando las endechas de amor desde las alturas,
subes y bajas como andamio con alas de mariposas en los pies.
Presentando tu Caduceo como emblema de la paz y la concordia
se te ve llevando hortensias al fondo de los riachuelos,
en donde al amparo de la luna bailotean los enamorados.
En los ratos de jarana brindas en festejos en cada comarca de las liras.
En los tiempos de orgía desprendes azufre de las azucenas.
En los ratos de trabajo intercambias monedas por granos de maíz.
El montón de los heraldos blancos de los altos cielos, invictos,
y que llevan consigo anillos al confín de los suplicios,
rinden honor a tu casco de alas anchas, a tus pies volanderos,
al sonido sibilante de tu flauta, que más que mágico humor es amor.


Heracles
Hércules para los romanos

Considerado el máximo héroe de los mortales, en las mitologías griega y latina. Representa la astucia militar y la valentía, la aventura y la osadía. Era reclamado por los espartanos como uno de sus grandes héroes. Hijo de Zeus con la semidiosa Alcumena, y a quien el Alto Dios engañó, presentándose en la noche con la imagen del esposo de ésta, Anfitrión. La madre de Hércules, Alcumena, era descendiente de Dánae y Perseo, éste, Rey de Micenas, y quien diera muerte a la Medusa, de cuyo cuerpo mutilado surgió el caballo alado Pegaso. La esposa oficial de Zeus, Hera, irritada por este acontecimiento de deslealtad a su matrimonio, al nacer Heracles, envió dos serpientes para que lo devorasen en su propia cuna, pero éste las ahogó entre su hercúleos brazos. Ya hombre, distinguido por su estatura y fortaleza sobrehumanas, ejecutó lo que en la mitología latina se denomina, "los doce trabajos de Hércules", hazañas fantásticas que los distinguieron, siendo las principales:
-dividir de un golpe de maza el Estrecho de Gibraltar (que separa el Sur de España del
Norte de Africa);
-vencer a las Amazonas, famosas guerreras;
-matar al León de Nemea;
-matar a la Hidra de Lerna, con sus siete cabezas;
-eliminar al gigante Jabalí de Erimato;
-libertar a su amigo y amante de Ariadna: Teseo (héroe de los atenienses, quien a su vez matara al Minotauro, en el laberinto del Rey Minos, en Creta);
-la captura del Can Cerbero;
entre otras hazañas.
Heracles se desposó con Deyanira, a quien defendiera del centauro Neso, matándolo, aunque esta victoria, paradójicamente, fue el inicio de su derrota al convertirse en causa de su muerte, pues Neso, antes de morir le regaló a Deyanira una túnica que supuestamente impediría permanentemente la infidelidad de Hércules, pero era una trampa; cuando Hércules se cubrió con la túnica, ésta se incendió, cubriendo de ceniza al mayor de los héroes.

Hércules
o la virtud de un desafecto

"Cuando subí sobre los caballos
cuando subí sobre los carros
cuando bajé a la raíz del agua
o cubierta de harapos
la tropa de los mundos
me descubrió en su canto."
Aida Cartagena Portalatín-.

En la oquedad de los tiempos, inmarcesibles y solidarios,
más allá del Peñón Mediterráneo, prorrogando sutilezas,
envuelto en ramaje de Hidra y de Amazonas aguerridas,
surges como ave Fénix con músculos de lianas incandescentes
y estatura de templo milenario como Coloso de Roda en cierne.

Comienzo de estrepitosas hazañas, huesos lacerados,
tierras cuarteadas con pisadas de sangre nutriente,
sellaron tu estirpe en los relámpagos del otoño, otoñales.
Descendiendo del estero en la pétrea región espartana,
al borde de los montes altos del Atica, mientras amanece,
emergieron tus leyendas esparcidas por los vientos postreros,
y en la arboleda de las babas ininterrumpidas del Gran Zeus,
donde el púrpura estampado de sueños y entonación
coloreó sus dominios con su gota de llanto entristecido.
Allí derramaste luciérnagas y estalactitas de yeso
con lágrimas esperpentas, con cimitarras de heroicidad.

En el estrecho laberinto donde fue pugnado el dolor
y signada la vergüenza fingida que te estigmatizó
y recobrado el azul cielo de los Dioses, más allá del Olimpo,
y esparcido el color ocre de tu victoria final, victoriada,
esfinges legendarias glorifican tus hazañas como un festín.

Recorriendo tu nombre por las anchas llanuras y las praderas,
y quebradas cimas en ascenso vertiginoso,
el pastor con su rebaño, sumido en el embeleso,
eleva su plegaria de misterio, de suplicio como plegaria,
que es a la vez adoración, alabanza, panegírico simulado,
y tú, postrado con el encendido hierro escarlata, ríes.

Saltando, impávido frente al viento frío y el escollo del lodo atragantado,
tu laberinto o suplicio, que no te inmaculan de las garras de los designios,
acudes al grito de socorro de un Júpiter despavorido.
Llegas rompiendo diademas por los Dioses aún establecidas;
impugnas, proteges, elevando tu voz de trueno,
como garras leoninas o pastorcillo tembloroso.

Alicaído, en el valle donde los gigantes te adoran,
y en las infinitas desidias de las murmuraciones,
alguien en celos derrama en tus anhelos de venganzas
una retahíla de injurias y maldiciones descoloridas.

Empero, en las sonrisas de las Ninfas espartanas que aman,
quién sino tú en velo fulgura en sus labios de flor,
y una silueta o una escultura con tu nombre irrumpe,
desde el fondo de los océanos, como huracán,
en tanto una ventisca, allá, en las alturas, se extiende con tu grito,
y un bramido de cólera relampaguea el horizonte.

Elévase, entonces, la ira celeste, la soberbia del estío,
que una de las Deidades alzó a los vientos insumergibles,
y que derrumbó muros y ciudades, mas no tu efigie de cristal,
y que embadurnó de cieno viscoso el heno en cierne de los prados,
mas no tu estirpe o tu simiente plurifértil,
y que esquilmó el lecho feliz que te acunó con manos divinas,
mas no tu estigma que como paradigma emerge.

Unas manos escuálidas con sinos humanos, con alientos racionales,
esculpen rastros y rostros de tus hazañas que subyacen como flores.

En los despojos de la memoria, tu hercúlea fortaleza, Hércules,
se resplandece con escancia de viñedo, con vuelo de palomas.






De la

Segunda parte
de…………………….. Mitos al aire




Luego…
la modernidad se sumó a las características
del mito…



Tarzán
Rey de los monos

Personaje creado por el escritor inglés Edgar Rice Burroughs, en 1914. Rápidamente se convirtió en legendaria leyenda atiborrada de fantasías, realizadas en las selvas africanas, entre lianas, bosques y simios, entre aventuras, destrezas, saltos por los aires, cabalgatas inenarrables e imperialismo colonial disfrazado de ayuda y civilización, entre otras tantas monerías. Para los nativos de esta vasta región, Tarzán era un Dios blanco. A raíz de adaptarse el libro al cine, en 1929, precediendo a la depresión económica mundial, prontamente se convirtió en un paliativo sustancial, sugestivo, efervescente, para los miles se seguidores, que los transformaron en un Mito viviente, hoy, 1987, un poco desgastado.


La monería de Tarzán

Se le adora, simiesco, el que vive saltando de rama en rama,
envuelto en lianas sinuosas, en taparrabo de hilachas reverdecidas,
con guindalezas enormes, como raíces surgiendo de la tierra,
o pendiendo del árbol poderoso que tiembla a los saltos de Chita.
Se le adora, vástago inglés, espectro de escondrijos detrás de los ramajes,
en cada religión que ilumina a la tribu, que se vigoriza su fama,
y su avidez, su silencio que recorre los montes,
en toda estepa solitaria, que se remonta en los ríos,
en la selva que se extiende con la brizna, rumbo al sol,
en las corazas de los indígenas y su miedo milenario o aguerrido,
en las melenas revueltas de leones con sus rugidos broncos, detenidos,
en cada amanecer cuando su grito se confunde en el estuario.

Se le adora, salvaje, saltando sobre lomos de elefantes tardíos,
ascendiendo/descendiendo sobre jirafas lánguidas y jirones de liana,
precipitándose en cornamentas de rinocerontes que embadurnan la mañana.

Se le adora, acuclillado, de tarde en tarde, hilvanando su calzón pudendo,
ensimismado y sujeto a la falda de Janes que contorsiona su comparsa.

Se le adora, inmenso, porque libra batallas a campo traviesa,
dando estocadas certeras a las fieras, y piratas trotamundos,
que huyen despavoridos con su cruz a cuesta y sus emociones nulas.

Se le adora, lujurioso, desviando ríos caudalosos desde la montaña,
donde esculpen su imagen, esa lívida imagen sin escarchas,
con gracia de Deidad y sin título de Oxford, ni fraques lujosos,
sinuosa imagen veneranda llena de furor y ternura, a la vez.

Se le adora, inmarcesible, con pasión resurrecta en Domingo de Gloria,
en las horas de nocturnidad, en un amanecer tranquilo,
en culto con alaridos y feroces rugidos de leones,
cuando se despierta el sol y penetra con su grito de luz el silencio.

Se le adora, cándido, tatuado en los prístinos rostros salvajes,
donde cada trazo claroscuro o brillos marrones son un epitafio al valor,
una cicatriz malva extendiéndose sobre una mejilla rediviva.

Se le adora, majestuoso, saltando sobre los surcos quebrados,
allá en la quebrada, donde los árboles se confunden con el sol,
volando sobre las copas de los manglares, entre cocodrilos infernales,
y en rancias casuchas ecuestres que cobijan hiedras silvestres.

Se le adora, tránsfuga, con esa voz que es aullido de rasgos silberados,
que irrumpe como alerta en cada peligro, y son alardes de fieras,
y ronquidos que cubren el cansancio tras la victoria,
que es susurro de viento y viento de soplo milenario,
ansia y sumisión en la transparencia de la selva.

Se le adora, instigador, como una cornucopia victoriosa arracimada a la pared,
y su forma es una manta corrugada como yerbajo de limoncillo,
como el ritual que antecede al festín de la lujuria,
y la ceremonia es un agasajo a su virtud, y su virtual Deidad.

Se le adora, salvaje de piel blanca, como espuma aleve, milenaria,
hábil saltarín de los bosques mágicos, a horcajadas sobre las lianas,
encomendador de la aurora cuando anochece y rompe la aurora,
altar alto en donde fieles y fieras se ven postrados como figurines,
simulador de ave que planea el espacio con su cántico alegre.

Se le adora, candoroso, porque la selva se entrecoge y enmaraña
cuando salta y las culebras enroscadas en las piedras de sílices
se estremecen con sus ritos, y cimbrean la cintura de un chimpancé,
y carcomidos por las polillas los árboles crujen para aminorar la nostalgia,
y desde los cielos caen graznidos inmensos de cuervos apurados,
y el riachuelo se expande o anega en la estepa africana.

Se le adora, de salto en salto, y el corazón de Africa late sin cesar,
y los latidos del pigmeo, con sus gorjeos timoratos, enternencen la aurora,
y mariposas brillantes revolotean tumultuosas sin sus ritos.

Se le adora, darwiniano, siguiendo presto la ruta de los Dioses,
y en los altares, donde ramos verdosos se yerguen hirsutos,
y hojas secas presentan líneas y matices desdibujados,
se estampan tatuajes de aldeas y rostros enaltecidos, salvados.


El Fantasma

Otro de los grandes Mitos modernos; personaje legendario cuya historia se remonta hacia el siglo XVI o XVII, y hoy en día suscite en una extraña sucesión generacional; el primer fantasma no es el mismo que vive en el presente siglo, pero es la misma encarnación biológica, moral y judicial; quiero decir, mantiene los mismos principios de sus antecesores. El Fantasma, para los indígenas africanos, especialmente pigmeos, quienes paradójicamente le llaman "El Duende que Camina", se reproduce asimismo, en una especie de concepción de hermafrodito o partenogénesis en probeta, pues apenas algunos han tenido novia, mas nunca se han casado; de modo que el primer Fantasma, procedente de la urbe nórdica, Inglaterra, luego de un naufragio en las costas africanas (siguiendo la ruta de Tarzán), engendró consigo mismo a su sucesor, reencarnando en éste a los demás descendientes, en una retahila andrógina o mitosis rara, contra natura. El Fantasma moderno tiene una novia llamada Diana, pero nunca ha hecho intentos serios de casarse con ella.
Como Tarzán, que a veces su juntan en la jungla, es justiciero, a veces vengativo, fiel y leal a la civilización occidental. Otro dato: por un designio humanista es defensor del más débil, mental y militarmente; claro, no siempre lo hace, sólo en ocasiones, porque no puede salirse de su encasillamiento como ente que enarbola los lazos (de amistad, cultural, neocolonial, etc.) ante las naciones desarrolladas y las que conservan rasgos primitivos en vía de desarrollo científico.
Como representante de la civilización occidental que es, raras veces decide visitar el mundo de donde procede, en todo caso lo hace camuflajeado con unos lentes oscuros y un impermeable, !en pleno verano!, acompañado de su luciferino perro, de nombre Diablo. Haciendo alardes de fantasmón, posee una riqueza inigualable y envidiable, a la vez, contentiva de joyas y trebejos de valor cultural (signo de coleccionista inteligente, audaz y civilizado) y económico (financiero) increíbles: la Lira de Homero, la Tizona del Cid Campeador, el Vaso de Diamante de Alejandro Magno, el Aspid de Cleopatra y un Cantero en Oro y Gema, todo un capital no circulante entumecido, petrificado, aguardando en su famosa "Cueva del Fantasma", cuya entrada la cubre una espantosa, grimosa, invocadora y gigantesca calavera, réplica de su no menos atractivo y diamantino Anillo.

El Fantasma
fantaseando con Diana, Diablo y los trebejos inmaculados


Cuando naufragas en las costas africanas, doliente, ensimismado,
y golpeteos de olas te empujaban a una balsa de oro y oropel;
cuando, escabrosa, escalabas la montaña de tu caverna punitiva
y procurabas diseñar esa calavera de rito y ceremonias tardíos,
aún cuando estampabas la marca de la muerte en cada golpe punitivo,
nunca pensaste que toda tu descendencia se vería con un aura de antifaz,
camuflajeada de overol y traje baño plegado al cuerpo como hiedra,
rodeada de pigmeos aduladores y temblorosos piratas mercenarios,
que asedian tu riqueza estacionaria, joyel imperial a la deriva,
que quieren asaltar el cielo con sus santos y cruces y todas sus devociones.
Reverenciado, te empecinas en ser silueta de un Duende que camina,
presentándote intacto de la erosión del tiempo, de la voraz imaginación
y así emite, como Tarzán, grimosos aullidos a los cuatro vientos,
en las aldeas acuíferas o serranas, en la jungla de pasiones,
donde casi siempre los motivos se postran ante tu divinidad fingida.
Con impermeable, cobijándote a la sombra del cancerbero Diablo,
en el trayecto final de los caminos dudando aún de la barbarie,
observas de lejos la ciudad, pensando en su arrogancia,
en la soberbia que no puedes soportar, en tu ostracismo selvático,
en la lujuria de tu intolerancia, en tu generación milenaria.

Como culebra rabiosa te escabulles entre el ramaje silvestre,
henchido de amor, para sorprender en el estuario a la bella Diana.
Como pájaro de alto vuelo oteando en los cielos más brillosos,
vigilas, sigiloso, que la comarca marche con su ritmo natural.
Como el caudal del río cuesta abajo, arrastrando cascajos,
huyes, errante, por la pradera, con tus eternos cómplices:
la Lira y la Tizona, el Aspid y el Vaso diamantino,
la Calavera circular de tu sedoso dedo y el Báculo serpentino,
eterno tesoro de codicias y beligerancias, del que no reniegas jamás.


Superman

Después de la depresión mundial de los 30' y en el umbral de una inminente segunda Guerra Mundial, surge, impertérrito, descomunal, invencible, pluscuamperfecto, el todopoderoso Superman, en 1938, producto de la pluma de un caricaturista genial. El Súper Hombre rápidamente pasó a convertirse en el personaje leyenda de más fama mundial y más leído de todos los tiempos. Se dice que hasta inspiró a muchos soldados en la conflagración mundial, insuflándoles sus poderes, motivándolos a ganar las inacabables batallas, aunque no pudieran convertir los objetos en diamantes, los soplos en tormentas, los relámpagos en furtivos cohetes, reconstruir lo destruido, abrir grietas con el cuerpo como remolino girando, traspasar la mirada a través de la pared con ojos ultravioletas, etc., etc., etc......
Hecho a "imagen y semejanza del hombre", superperfecto (del que preconizara Federico Nietzsche y que Adolfo Hitler, distorsionando el criterio nietzschiano, lo identificara con la raza Aria -germánica- como justificación de sus agresiones bélicas y de la cremación de la “raza menor”, la Judía), Superman es considerado como uno de los principales Mitos modernos, sino el más destacado, después o a la par con Mr. Bond (el indistiguible y no menos inteligente espía británico, "El Agente 007").
Superman eclosiona como un personaje creado para entretener a grandes y chicos; y después de una depresión económica, nada más estimulante, aleccionador, efervescente, disipador, congraturante-congraturisciente que leer y luego visionar en la pantalla (o escuchar en la radio: “es un pájaro, es un avión, no es S…") unas cuantas tiras cómicas y cósmicas, que narran las aventuras de "El Hombre de Acero" (mi personaje favorito, por activo, por capaz, por rápido, por salvar el mundo de las garras de los malhechores asiáticos, o comunistas o infrigidores de las leyes occidentales).
Tiene un enemigo eterno y mortal, pero astuto y muy peligroso, llamado Lex Luthor. Como camuflaje humano, Superman se disfraza de Clark Kent, periodista bobo y bonachón, siempre enamorado de su colega Lois Lane, la dulce y astuta Luisa, quien a su vez suspira por el doble de este reportero; es decir, por Superman, cuya procedencia natal es de un explotado y lejano planeta llamado Klipton. Por su naturaleza "El Hombre de Acero" tiene mordaza, impedimento de sostener relaciones amorosas con la terrícola Lane. De ahí que siempre Superman le huya, y no porque sea amanerado, pues de convivir con ella perdería sus poderes mágicos, y con esto también la defensa del sistema social-económico en que vive, y que ha aceptado dentro del planeta como el más conveniente, el menos malo.
Con la explosión del planeta Kripton, a la tierra cayeron materiales denominados criptonistas, que el malo de Luthor encontró y descubrió que son causantes de la debilidad de su enemigo, de modo que las usa en su defensa y sus fechorías para desfortalecer a Superman…y paro de contar….

Superman
El Hombre de Acero acartonado

"Miren, ¿qué hay en el cielo?
Es un pájaro. Es un avión.
No, es Superman".
De la emisión radial.
Se nubla el cielo, las montañas se craterizan con las nubes,
el villano, sigiloso, huye despavorido, la gaviota alza vuelo,
el aire polucionado se transforma en espacio sideral, incandescente,
los vestigios de la aurora en la puesta del sol crepuscular
parecen violetas de arcoiris, o mariposas de los corales,
los puentes, el cielo, las casas, todo tiembla, tiembla el amanecer;
es que ahí viene la inteligencia y el acero hecho vuelo,
es Superman, con su overol de seda y su insignia florido, estampado;
parece montado en aeroplano, pero su vuelo es cabriola de abeja;
una toga que le cubre la espalda se eleva como alfombra mágica;
casi todo tiembla si sus pies de acero revolotean las floras
y el carbón de huya que su mirada transforma en diamante verdinegro,
es tarea para su devoción, como hechura que el génesis narra.

Ahí viene El Hombre de Acero dibujado en cartonite satinado,
deshaciendo entuertos en medio del desierto, la selva o la ciudad,
con su cabalgadura al hombro, cual Quijote desacelerado.

Ahí viene, desdoblado en Clark Kent, pero más dectetive que Dick Tracy,
para desorientar de sus hazañas a la siempre bella y atónita Lois Lane,
o proponer como extremaunción de salvación el "American Way of Life".

Ahí viene, saltando sobre las tinieblas, oficiando estratagemas,
entre hileras o volutas de humos y llamaradas de kriptonistas,
donde sobrevivir significa astucias y armisticio, indolencia y virtud,
un medio de sobrevolar para romper los valladares de la impudicia.

Ahí viene, pájaro de acero enfrascado en el tiempo, a destiempo,
diseñado con poderes emblemáticos y gestos paramilitares, supertodado,
fortificado para disolver la discordia, enmendar la injusticia,
embestir la sevicia del villano y siempre locuaz Lex Luthor.

Ahí viene, con el aullido de una sirena, impertérrito,
exhalando aliento convertido en espumas de fuego, y sal de espuma,
en tanto el aire se hiende en los extremos con estelas de nieves,
y la claridad del día se oscurece en los tejados más ardientes,
y la tierra se agrieta con su grito, estremecido por la vorágine,
y los rascacielos neoyorquinos se quejan en las alturas,
casi con un lamento ritual. Y toda ansia es socorrida con apuros.

Cuando el tiempo, detenido en cero, al caer la noche,
se inmovilice en el suelo, casi humedecido de ácido y crin,
o cuando la tierra, temblorosa, se desmovilice repentinamente,
no teman, es que por ahí viene Superman,
El Hombre de Acero,
El Defensor de los Débiles,
El Fulminador de Malhechores.



Popeye,
El Marino

Como pequeño mito representa la adquisición de la fortaleza a través de la alimentación, principalmente con el consumo de la espinaca, y por extensión el consumo en general de nutrientes (minerales y vitaminas), que en el fondo no es malo, siempre que no sea para la especulación y el agiotismo. No siendo sus virtudes de esencia divina, adquiriendo poder con un elemento tangible para todo el mundo, se convirtió prontamente en un personaje popular, luego de la rigidez económica mundial de los años 30'. Con el consumo de la espinaca como símbolo de poder y fuerza, este admíniculo hojaresco pasó a representar rádidamente un elemento más de la alimentación de miles de norteamericanos. Popeye, en tanto personaje identificado con la clase marinera y obrera, es sinónimo de torpeza en relación con el amor; el amor profesado a la inescultural Oliva, fugitiva de belleza, delgaducha y coqueta, e inconmensurable para Popeye en la medida en que se la disputa a Bluto (éste, fortachón, aunque poco agraciado en las peleas; también fiel amante de la cuasi concorvada Oliva, con su corva espaldar deslucida). Ambos (Popeye, Bluto) son el centro de la discordia, los celos y el pugilato contumaz de la historia, pues la archidiva Oliva, a veces altiva, a veces locuaz, le menea la colita a los dos, según convenga a sus satisfacciones e intereses pasionales. Los tres forman una tríada disímil y desigual, por sus físicos y sus composturas, envueltos en un romance idílico que nunca termina. Como creación ha sido tratado en historieta y en cintas para cine y televisión.

Popeye, El Marino,
Bluto, el bruto
y Oliva, la archidiva siempre viva,
a la deriva de un mar tenebroso y siempre resabioso

Los amantes, adheridos a un bote que flota lleno de espuma,
conducen la mirada hacia un puerto inestable, de Cundeamor,
hacia un mar revuelto y poluto cuyas olas se cierran al futuro.
Ellos, los de miradas frígidas y tortuosas, emprenden la aventura.
El romance se encadena con atisbos de dulcinea mirada,
y eslabón a eslabón se rompe con trompadas en sus álgidos rostros.
Mientras la playa, con sus granos de arena y sus claraboyas profundas,
es polvareda en el aire, pugilato intensivo de marineros frugales,
donde Bluto y Popeye se revuelcan disputándose un amor arenoso.

A la deriva de la barcaza Oliva ríe con picardía y suspicacia.
Se repite la historia con su melancolía, su monotonía, su alma marinera,
en tanto el sudor de lágrimas pergea el idilio pasajero y la espera.

James Bond

De la pluma ingeniosa del inglés Ian Fleming, en James Bond se encarnan las características generales del hombre viril: seductor, emprendedor, inteligente, atractivo, agresivo, aventurero, competidor y, por añadidura, agente secreto y paradigma universal, en tanto símbolo de emulación de su conducta. Al ser llevado de simple novela (escritura narrativa, con un perfil del Thriller americano) a la pantalla, en los años 60', Mister Bond arraigó con fuerza toda su popularidad en la masa espectadora, masificada, principalmente en el hombre medio o común que vio en este mito moderno la personificación y la realización de sus frustraciones viriles. Representante de la cultura y el sistema político económico occidental, todas sus acciones están dirigidas a erosionar las actividades de toda índole del mundo comunista, en principio, y la mafia internacional, después, y principalmente aquellas acciones que orbitan dentro del descalabro y la desestabilidad del mundo capitalista; siempre el personaje contrario (chino, ruso, latinoamericano, en tanto representan al comunismo, la corrupción, la mafia y el narco internacional) es perseguido por Bond, impidiéndole realizar esos proyectos "maquiavélicos".
En sus hazañas en defensa del mundo occidental, Mr. Bond posee a su disposición miles de instrumentos, creados por la inteligencia, la tecnología cibernética y la informática. (Para una mejor noción sobre las actividades de Mr. Bond, consultar mi libro: "Alienación y Medios de Comunicación", pag. 75, Editora Taller, 1982, Sto. Dgo., R. D.).

James Bond
el cazador de fantasmas fantoches, o mafiosos

"Un fantasma recorre Europa:
el fantasma del Comunismo."
"El Manifiesto",
C. Marx, F. Engels.

Mr. Bond, con frac de etiqueta y un convertible para la acción,
con reloj pulsera ultrasensible y bolígrafo punta de diamante,
con servilletas de celofán que emite sondas cortas y claves,
se apresta a su próxima aventura entre mares revueltos y explosivos.

Meditativo, subraya cruciales puntos en un mapa con un gesto aprensivo.
A veces entre noches oscuras, cuartos secretos y sótanos invernales,
siente en su cabeza el dolor de hábiles golpes, un mazo de soledad,
la rasgadura de un ramalazo al descuido, una caída aparatosa;
pero su telento le impide salirse de su casilla, de su misión irrevocable.

Y así, con una estocada, presto, desmoraliza al enemigo,
desarticula el plan macabro de los desafectos, allende los mares.

Una chica, de bustos ardientes y guirnalda de plata en la cintura,
acaricia con escancia los contornos de su boca y él, gesto fruncido,
yergue la mirada hacia el cielo, infinito. Como naciendo aún.

Fin del libro:
Mitos al aire,
1988-.


Aún queda rodante la palabra….….Antología unipersonal…....Poesía…....Federico Sánchez





-4-


Del libro:

Ternezas
Sonetos nostálgicos y a veces tiernos
-1988-1998-
Publicado en el 2002-.



“Sí, yo he escrito estos abrojos
tras hartas penas y agravios,
ya con la risa en los labios,
ya con el llanto en los ojos.”
Rubén Darío
de "Abrojos"
“Ternezas” es un poemario con rimas asonantes y consonantes, escrito con versos medidos al estilo del denominado “Soneto”, que es un poema compuesto de14 versos y cada uno, a la vez, con 12 y 14 sílabas (dependiendo del Hiato -separación de una vocal débil cuando está tildada y unida a una fuerte-; de la Sinalefa -unión de una vocal final y otra inicial en palabras sintácticamente seguidas-; de la Sinéresis -unión de vocales fuertes sucesivas en el interior de la palabra-; de la Diéresis -separación de vocales débiles sucesivas en el interior de una palabra), y hecho a la usanza española de la Epoca de Oro de Calderón de la Barca; antes hizo alardes de excelente sonetista el gran Cervantes de Saavedra, y posteriormente, en el Siglo XX, el excelso poeta Antonio Machado.
“Venus”, del insigne nicaragüense Rubén Darío, es un famoso y celebrado soneto escrito en su juventud. Pablo Neruda, nuestro gran poeta chileno, junto a César Vallejo, el otro gran poeta peruano, utilizaron el soneto sin resabios ni prejuicios, pese a ser un modelo métrico desfasado.
Los 51 Sonetos que conforman a “Ternezas” fueron escritos de manera esporádica, o sea, en diferentes épocas y en momentos de efluvio intelectual “poético” o “crítico” o “nostálgico”, es igual, entre 1988 y 1998; esto es, a lo largo de diez anchos años. Algunos fueron publicados en boletines informativos menores, otros en “pliegos sueltos” para amigos, familiares y “chicas” de amores furtivos, y otros, los más, son inéditos, y que han sido desempolvados, sacados del baúl de los “deshechos”, y ahora “contrahechos”, esperando que ustedes los reciban bien “derechos”, cada uno con sus 14 versos, y así, ahítos, los disfruten como Dios manda: “entre dicho”, pero…....lecturándolos a la luz de la luna, o bajo una lucecita lamparil, mientras posan su “entreverada” cabeza sobre almohadas, o declamándolos al pie de un ventanal, tomando precaución... por si acaso les contestan con algo inadecuado, no vayan a darles una tremenda conmoción, nada recuperable, ¡qué emoción!

F. S.
Otoño del 2000-.





-1988-


Sonetos de amor
para un leve recuerdo



-1-
Tus emociones furiosas

Cuando tus emociones encantadas, furiosas,
ritmaban lentas en las fases de mis dedos
y tus gemidos sin espantos rugían, quedos,
burbujas de céfiros vientos salían grandiosas.

Asomado el silbido en mis labios, sonreías,
y un murmullo de encanto en tu pelo se quejaba,
y te erguías con donaire, ágil, y yo te alababa,
con ceremonias de estíos y tú tu ego lucías.

Ahora que vuelves con tus emociones erguidas,
furiosas de pasiones, de besos, de dudas y gritos,
de asechanzas clandestinas, de vueltas sin idas,

con luces que destellan mis latidos sin iras,
abro los brazos donde te sumirías y ahíto
yo huyo al cielo, vorágil, cual una estampida.


-2-
Tu frágil y mustia boca

Me atragantaba con tu frágil y mustia boca.
El tintinear de la lluvia adheríate a mi pecho.
De espumas y nieves colmabas mi propio lecho.
Recuerdos de tu pelo me traen angustias locas.

Solías ver mis ojos en un rito vespertino.
Las huellas de una noche de amor acariciaste.
El alba, fija en tu tez maja, amplia, procuraste.
Insuflabas mis vahídos, de ahí mi pérfido destino.

Vestida de azul fingías, tierna, mirar al cielo.
Estabas llena de colores púrpuras, vistosos.
Un escarlata, y el rayado bermejo, eran hermosos.

Te deshacías de mí, rauda, como el agua al hielo.
Tiritabas, solaz temías de truenos espantosos.
Tu fuiste tan serena que dejaste mantos mohosos.


-3- Un adiós en tu partida -I-

Un triste adiós, inesperado, al final de las lluvias
se mezcla con la fértil bruma de la tarde,
mientras el deseo de tu piel como resol arde,
abrasando mis manos, mis dedos, dudas turbias.

Ni un viento de vida de ti distingo en la esfera
de tus ojos que se humedecen de lágrimas,
pero dispuesta a combatir, sola, íngrima,
hasta caer de cansancio, de hinojos, de espera,

en una madrugada de desliz o de gladiolos,
con cárdenas sonrisas, con lluvia de rocíos,
sin aves despavoridas, planeando en la mañana,

volando entre las flores, sin dolor, sin dolo,
sin nubes que causen mareas o vientos fríos
para que nuestro encuentro sea una feliz jarana.


-4- Un Adiós en tu partida -II-

Ni un adiós pronunciaste al escaparte un día,
cuando se enjuaga la bruma con la tarde,
sin sol, en silencio, una angustia que arde,
que abrasa, que infunde tristeza, mas no alegría.

Un bochorno, un desliz pronunciaste como fiera
y esto apaciguados ojos, lluviosos, en lágrimas,
dispuestos a combatir con esgrimas, sin lástimas,
se enmohecen de cansancio, de llanto por doquiera,

en una noche infeliz, sin álgidos protocolos,
con ásperas sonrisas, con truenos y estíos,
con aros encendidos enarbolando la mañana,

surcando matorrales, albos, arduos y solos,
sin remolinos de nubes que causen mares fríos,
para que tu marcha no se grabara en la almohada.


-5- Tu oblicua mirada

Reverbera la oblicua mirada de tus ojos
en mis designios de voz de luces, de lucernas,
altanera, que te sostiene de dudas o dilemas,
revestida de pelambres, de besos y antojos.

Y no habrá manera de que te apresures
a omitir el deseo de una lujuria matutina,
cambiando con nuevos bríos tu árida rutina,
perfumando tus labios sin que me susurres.

Te verás quizás como la bella durmiente,
entre mis brazos, y en las nubes rugientes,
el sol y la luna te acariciarán en plenitud,

como las veces que levitabas dulcemente,
cuando apretabas con las manos, tímidamente,
toda la ternura de mi ansiedad, de mi quietud.



-1990-


Mientras el sol espera

-6-Tus soles invernales

Noches invernales ocultan la luz de tus soles,
soles nocturnales que reviven como espíritu,
espíritu de sierpes envueltas en camelias y ritos,
ritos montaraces sucumbidos por bellas flores.

Canto de sirenas en las serenas mañanas,
mañanas de luces como luna de blanca espuma,
espuma en silueta revuelta en la ágil bruma,
bruma que silba su canto en tu dulce jarana.
Brisas de besos fértiles asidos a tus labios,
labios lluviosos que esgrimen gotas de pétalos,
pétalos enardecidos como aves volando,

dicen que era mía en cada pena, dolor o agravios,
agravios reposados en cada flor de ébano,
ébano de lluvias, como vientos susurrando.


-7-
Aún el silencio calla en ti

Aún el tintero de antaño silencia tu nombre,
y es que el viento con sus ondas grita al mundo
esas sílabas que un raudo y eterno vagabundo
no desea callar aunque nadie se asombre.

Un verso lerdo le pide al que locuaz te ronde,
al que estampe lamentos, así sea un acto inmundo
o llore en silencio, o mudo, en horas o segundos;
tal vez florezcan los nardos si el lirio no responde.

Aún el viento diseminado busca en ti un pronombre,
que sea expresivo, sonante, bello o taciturno,
o altanero en los cielos, si es ángel, si es rosa;

y si el ave, en su canción, sobrevuela, candorosa,
nunca tendrás tantos recuerdos, y menos un hombre
que te requiera y te ascienda en un silbo nocturno.


-1993-

La espera exhumada

-8- Recuerdos de tus escuálidos dedos

Aún recuerdo tus escuálidas manos rozando
mi quedo rostro de transparente humildad,
y tus dedos, hoy fugitivos, resbalando
hacia mi vientre de increíble vastedad.

Aún rememoro tu rostro frente al candelabro;
visualizo todo tu cuerpo que ya no labro,
y mis manos de seda que tocan, apresuradas,
tu piel, tus vellos y sus márgenes onduladas.

Son remembranzas placenteras, útiles, plenas.
Empero, si sopeso mucho dan ansias, dan penas.
porque es tu cuerpo una vorágine de crema untada,

como el candil que alumbra la rosa emocionada,
con que me quemo, con que me espasmo y espasmas
estos recuerdos que es un martirio, todo un drama.


-9-
Cae la lluvia en tu rostro...

La lluvia en tu rostro desnudo, pícara, cae,
y una lágrima inmensa se sacude sobre mí,
tratando de emular esa gota que retrotrae
límpidos tiempos placenteros, gotas de anís.

La lluvia transparente lame tus labios y no cesa,
tintinea tu olfato suavemente, sin depresión,
absorbe tu aliento, tu mágica piel, te embelesa,
mientras yo, inútil, anhelo tu transpiración.

La lluvia recorre tu rostro, apasionado,
te incrusta ternuras, busca deseo colmado,
esa plenitud que mi llanto no ha probado.

La lluvia en tu rostro se eterniza, angosta arde,
juega con tus ojos, con ternura, sin alardes,
para trasegarme y me hunda, llore o me acobarde.


-10- Tú, mujer, ráfaga de vida, todo...

Mujer, pálido, escuálido cuerpo de marfil,
pétalo caído, magestuosidad, desdén,
la cascada de mis sueños, arboleda, el Edén,
viento enroscado, rostro de diluvio, candil;

mujer, estatura de estatua, flor de abril, silvestre,
amanecer en la espera, Angel de la Guarda,
aprensión, histeria, fugitiva boca, parda,
la ilusión, condena, manantial, sol rupestre;

mujer, libido provocado, rosa que acomodo,
ternura, tiempo indebido, sueño, Cundeamor,
bestia insaciable, ave deseable, besable;

mujer, irisación verdinegra, transitable,
línea de fuego, candor, escarnio de amor,
invierno, verano, ráfaga de vida, todo.


-11- El sol, el verano, la lluvia tras de ti

Lluvia de verano tardío, con zumo en el viento,
sonata de viento en el horizonte del verano;
vientos con lluvia regia, olas en movimiento,
movimiento que el viento descrece temprano;

en el horizonte lluvias de vientos caen tempestuosas;
ráfagas de vientos sonando muy lentas o cruentas;
tardes de verano lluvioso llegan muy acuosas;
sol de lluvia que ante la tarde se altera o calienta;

en silencio el sonido de la tarde se presenta;
con lluvia y en silencio el verano ya es magenta,
dorado en tu piel, piel que es pura o candente;

si el sol penetra tu ser el verano se violenta;
si una nube eterna cae sobre ti, el sol revienta,
y contigo en mí, unges mi amplia piel, hirviente.


-12- Cuando esas piedras brillan en tus ojos

Piedras preciosas reverberan brillo en tus ojos,
como marismas cristalinas a la luz de la luna,
y es Loto tu pelo de trigal, que es mi fiel fortuna,
como vela tiritando en tu rostro, si me sonrojo.

Esas piedras, inmaculadas, prestas en tu cuello,
son las que alumbran, inmisericorde, mi degüello,
encandilan un amanecer de infausto día,
avivan en tu vientre una llama que ya no es mía.

Es la Amatista, piedra que te susurra al oído,
mientras una Esmeralda conmociona tu ser,
en tanto el Opalo, infiel, se transfigura en joyel.

Funge el Rubí sobre ti un espectral sol sin ruidos,
mientras el Topacio emite, sublime, sus aullidos,
como si tus ojos fueran cascadas, luz, amanecer.


-13- Tu cuerpo para mí...

Tus ojos para mí son rayos de anís, un girasol.
Tu pelo para mí es un rastro de luz, de luna.
Tus labios para mí imitan el mar, la eterna bruma.
Tu cuello para mí atardece de pasión, de resol.

Tu vientre para mí suspira Cundeamor, en ración.
Tu cintura para mí inventa orgías, crea fragancias.
Tus espaldas para mí aminora toda arrogancia.
Tu ombligo para mi es vértigo, boca, erosión.

Tus muslos para mí crean placeres, locuras aéreas.
Tus piernas para mí es mundo, sol, alta ralea.
Tus vellos para mí llueven briznas, luceros, preseas.

Tus dedos para mí rasgan, trillan en mi dolor.
Tus pies para mí atan, envilecen, vierten estupor.
Tu cuerpo para mí confunde, me late, es ardor.


-14- Tú, océano de luz

En el inmenso, torrencial océano de tu piel,
sólo hay un rostro triste, unos ojos en velo,
una mirada que huye, un sol de terciopelo,
un lunar de vientre, álgido de luz, siempre fiel.

En la vastedad de tus ojos, inmarcesibles,
sólo siento que la voz del mar remueve sus olas,
y presiento fríos, jaranas, grimas, bataholas,
y veo que tus lágrimas son intransparentes, vivibles.

En la aciaga luz que tu semblante expide,
yacen lujurias, reflejos de soles, mil colores,
y cada ilusión inesperada acalla la noche,

y toda pasión serpentina es agria, reproche,
que amilana, que enturbia, que inventa ardores,
y al alba fría, silente, ¡ay! sólo te despides.


-1994-

La espera no consumada

-15- Lluvia de luz en tu cuerpo de tul

Como la lluvia de luz añil en tu cuerpo de tul,
me adhiero a tus ojos tomándote de las manos,
o rozo tu piel transparentando el verano, en vano;
me uno al viento que enciende este tragaluz azul.

Como lluvia enervándose en tu pelo de miel,
retorno a tu vientre humedeciéndote con ansias,
invento rocío, gotas, briznas de fragancia,
cantos aún si el Ruiseñor canta en su clavel.

Como lluvia descendiendo en tu rostro pálido,
asciendo inseguro por tu sordidez o espacio,
y estrangulo tu cuerpo con mis labios ajados.

Como lluvia flirteando tu vientre casi árido,
impulso la ventisca hacia tus despaciosos labios,
y como Cupido, vuelo en tus brazos alados.


-16- Cuando no hablas, tus gestos me apaciguan

Una palabra arremetes contra la inocencia,
es tu esbeltez que abulta el orgullo,
es tu soberbia infeliz, alma de perogrullo,
y apabullas, humillas con sólida frecuencia.

Una frase de misericordia o sumisión
se posa frente a tu frente y no escatimas
a diatribar sin apuros, sin estimas,
a cantaletear con esgrima, sin repulsión.

Un silabeo de silencio sin gestos inexpresivos,
se deduce con tu respuesta de improperios,
de denuestos y desprecios, de ademán agraz,

y no vacilas repeler en tu rol impulsivo,
a quien no se incline, terco, a tus imperios,
tus caprichos y deseos, y todo lo demás.


-17- Quise escribir tu nombre en el aire

“Quise escribir en el aire,
tu nombre, no más tu nombre.”
Cuco Sánchez (Bolero)-.

Quise escribir tu nombre a vuelo de pájaro,
y dejarlo volar como el ingenuo Dédalo,
y luego pintarrajearlo de luz y placeres,
encenderlo con endechas, arpas y misereres.

Quise dibujar tu cuerpo en la tiniebla,
regodearlo con óleo, con arte Rococó,
dibujarlo en la rama donde el Fénix cantó
con sus últimos trinos en nebulosa niebla.

Quise elevarte al aire y asirte quise,
desdibujarte, desinhibirte, aprisionarte,
remontarte hacia una nube, la más densa,

descenderte a mis dedos, a mis directrices,
y explicarle al viento, a las hojas, a Marte,
cómo es tu velo, tu fuero, tu sensual despensa.


-18- Tu Pelo -I-

Tu pelo de plenilunio en grado de media luz,
se difunde, se enjuaga y se funde con la noche;
es un tono de miel, luciérnagas sin reproche,
inmerso de lluvia, de brizna que allana el tragaluz.

Tu pelo, cálida flor en el cielo solitaria,
azabache pardo al reflejo de la luna,
es mi tesoro, mi enfado, mi fortuna,
una estrella desencendida, mis mil plegarias.

Tu pelo ilumina el numen de mi sentido,
espergea toda virtud, el destemplado valor,
mientras lágrimas festinan mi ferviente oración.

Tu pelo, trigal desdorado, árido, ennegrecido,
ya no es cascada adyacente, sino dolor;
si enojado se oculta ¡qué desdichada pasión!


-19- Tu pelo -II-

Tu pelo, pétalo enflorecido a flor de piel,
eterniza la primavera si eres lluvia,
y el amanecer recomienza sin truenos ni bulla,
flirteando con el viento, el mundo, este placer.

Tu pelo, cálida niebla caída en la pleamar,
un invierno de espuma, un torbellino de emoción,
la materia que se desliga, ascua en colisión,
aire que tu cuello recorre, pájaro en un altar.

Tu pelo transparenta la luz de las miradas,
que entusiasmados en ti renuevan llamaradas.
Tu pelo, chispa vivaz de pálidos labios,

crea el subviento, levanta el ánimo con o sin resabios.
Tu pelo es la cima que entornado escalo,
y con su grito tú rocías mi niñez, ¡qué regalo!


-20- No todo lo que brilla es oro -I-

¡A buena hora! inclemente decías, que escapabas,
mas, nunca te prometí un lecho de rosas,
de modo que tus quejas son insulsas, una fosa.
A lo hecho pecho; total ya lo presagiaba.

Sé que desde hoy andarás en raro pasos;
y probablemente resurgirás de pálidas cenizas;
te crees una diosa escandalosa, Artemisa,
y tus lágrimas rebosan el vino de un vaso.

Piensas que una golondrina sí hace verano
y andas por los caminos como pez en el agua,
queriendo tapar el sol con un dedo, sin tesoro,

sin tapujos, crepusculando la noche temprano,
mirando con desdén, con holgura y pose ardua;
mas, sabrás que no todo lo que brilla es oro.


-21- No todo lo que brilla es oro -II-

Como del cielo a la tierra te engrandecías,
como pan bendito solías vender tu imagen,
siendo más ruidos que nueces, y así, al margen,
ibas cosechando intrigas, dolos, alevosías.

Lo que no se ve en lágrimas, sale en suspiros;
quizás, presumiblemente andes en capa caída,
desvelada, sin madriguera, sin guarida,
sin la horma de tu zapato, sin ningún Zafiro.

Siendo candil en la calle y oscuridad en la casa,
un caso perdido, dejada de las manos Dios,
eres digna de luz, de sol, pero no de un “te adoro”.

Más se perdió cuando el diluvio. Se quiebra la taza.
Como el día menos pensado llueve, hoy te digo adiós,
mas, pronto sabrás que no todo lo que brilla es oro.


-22- No todo lo que brilla es oro -III-

Si crees que a la tercera viene la vencida,
según la creencia clamada, la del resentido,
que envuelto en llamas piensa: soy un caso perdido,
una miseria, sin triunfo, un tétrico deicida,

pues tendrás que hilar fino, porque no me resigno,
ni pierdo la paciencia, ni el vigor de la lucidez,
de verte ajada con tus rabias, tu candidez,
con tu rostro alicaído a flor de piel, sin destino.

Y como más vale pájaro en mano que volando,
gubay te diré y si te he visto no me acuerdo;
no hay mal que por bien no venga, busco decoro,

sin tristeza, sin pena ni gloria, y así cantando,
como nubes que anuncian tormentas, aún sigo cuerdo,
y te auguro que no todo lo que brilla es oro.

-1995-

Tus signos zodiacales


“Abril es el mes más cruel.”
“La Tierra Baldía”
T. S. Elliot-.

-23- Recuerdos grávidos de aquel abril
(Aries)

Te esfumarás de mis sentidos con rapidez,
así como en marzo entraste y se fue abril,
aún cuando la luz insaciada se quizo abrir,
te escapaste, tan cruel, ¡oh, sombra de sordidez.!

Abril será tu sino de recuerdos grávidos,
tan amplios, tan pérfidos a ratos, como sus signos,
o como tu pésima canción; mas si me indigno
ya no seré torpeza, ya no habrá más alaridos.

Caerán tronadas y hojarascas del azul cielo;
desde el desván de tus ojos relámpagos llegarán;
inmenso en su madriguera un topo roerá.

Y ya no sabrás de primavera ni el mar lo verás;
como al desbocado caballo tus alientos caerán,
y tu imagen se volverá tristeza, puro hielo.

-24- Para sobrevivir en mayo
(Tauro)

Un aura de alegría, como en la aurora, fiel,
tendrás que entretejer, diligente, en cada mayo,
vivir sin saltos, sin desalientos, sin desmayo,
que te insuflen tristeza, penas en la piel.


En estos días desiguales, quizás tengas tiempo
y aún lucidez, si no te arropa la arrogancia,
de estimar mi entrega, esa ansia, mi constancia,
que ayer fue tu veneno, hoy mi escarmiento.

Tendrás paz si obtempera a mi sentimiento,
en el averno sucumbirás, aún escatimes esfuerzos,
y estos revuelcos auyentarán el dolor, son mis refuerzos.

Caerán tus últimas lluvias de mayo, de mi lamento,
en tu regadío seré fuente, noria, álgido alarido,
como la abeja en la flor, serás néctar, ave en su nido.


-25- El lamento de junio
(Géminis)

Tras la vorágine de tus tiernos tiempos, idos,
no me queda más que un lamento en ruinas,
en vez de valor, incrementas fríos y un rugido,
el susurro voraz, la intempestuosa neblina.

No te lamentes ¡oh enredadora ariádnida!
por lo que pudo ser y no ha sido, calma,
en tus próximos sinos sin sol serás más cándida
y aproxímate a la noche sin resabio, es tu karma.

Un astro sin luz en ti encendería los caminos,
y ya no serás más tierna, más flor, más pino.
El amanecer se posará eterno, ancho, en ti.

Al jugar con íntimas reglas caerás al vacío,
y ya no serás más cáliz, más sol, viento o rocío.
Si callas que existo no seré lo que antes fui.


-26- Amanecer esperando a Julio
(Cáncer)

Búsqueda incesante en el valle del sol
o quizás una queja que no te ayude nunca,
posiblemente un dolor de ansia, falta inmunda,
sean tus signos en tu soledad de girasol.

En los días en que la luz sombree tu opaca imagen
y el mar, receloso del sol, tu piel no enjuague,
en tanto el ruiseñor no te silbe ni te amarre
los lazos del amor, te verás proscrita, muy al margen.

Si eres noche, un rayo inmenso caerá en tus hombros;
siendo luz, una oscura vastedad surgirá en tus ojos;
proclive al cielo, el río anchuroso te anegará.

Al partir, te llevas el aire que ya no nombro.
Tu pétalo se deshoja, te ofendes sin sonrojo.
Mi espera será larga, pero pura será.


-27- Para cuando llegue mi Agosto
(Leo)

Olas incesantes lamen el rostro de tu ser
y espectros sollozan con lágrimas otoñales,
y sumido en tus brazos, un niño al nacer,
sentirá una melancolía susurrando tu piel.

Cuando sientas que la nostalgia te estrangula,
dejándote un dispendioso y vacío veraniego,
congojándose tu alma que gime y ulula,
comprenderás que cualquier gesto mío fue un riego.

Hoy es un buen día para eyacular los recuerdos,
sentir que las horas, llenas de ágiles quimeras,
se detienen y juegan con el tiempo, con la espera.

Y si te resientes de los pasados momentos,
y aún el invierno lo sientes frío, con lamentos,
piensa en agosto que vuelve, cada día, más cuerdo.


-28- Silencio en la noche que inicia Septiembre
(Libra)

El silencio de la noche se hundió en tu pelo;
la luna, tembladora, se aferró a tu piel;
el candil, sintiéndose celoso, quizo ser fiel,
y el sol, con su bravura, permaneció en velo.

Las calles, sinuosas, amplias, lentas, pedregozas,
recorren tu vientre sin penas, sin ansias.
Y la arboleda, terneza, lujuria, bonanza,
resume en tus ojos veleidades como de diosa.

Si digo “te quiero”, a todas las cosas les importa:
la noche, la luna, el jardín, las callejas y la alameda.
No hay ternuras sin celos, miradas sin veda.

Si refiero un mimo, el silencio no lo soporta;
al rozar tu sien, el sol se vuelve quejumbroso,
y yo sigo perdido en tu pelo, fetal, melodioso.

-29- Todo se transforma al final de Septiembre
(Virgo)

Un ave, una flor en pétalos rosados, el sol,
cuando al alba antecede una noche inmensa;
la cayena etérea, cayendo sobre sí, inmensa;
en su vastedad, que enrojece, amplia, y un girasol

cae, y qué forma de caer sobre la lluvia, candorosa;
la almohada; el peine; la reducida mesa, intensa;
el retrato en el cuartito; ¡qué martirio! una fresa;
el hijo prodigando; la timidez que te endiosa;

el macetero tierno, y su rosa sonrosada;
un susurro en silencio; la calle anhelada;
aquel espíritu que sublime canta en Angelus;

la presencia de dios; el placer; toda tu luz;
una pena prolongada; alondras que se tornan.
Sin tu presencia todas las cosas se transforman.


-1997-

Noches oscuras que esperan tus ojos claros

-30- Dudas aún oscuras

Entrampado en mi interior una duda aflora
y con dolor resplandece mi descaro, mi ansia,
una existencia que te implora, una vida rancia,
en cada amanecer que te sueño, sin sol ni flora.

Ensimismado como frígido viento, me enviste,
me acarrea esta esencia que se refugia en ti,
y cada primavera luego emerge en tu cutis,
con tanta pasión que me aloca, que no resiste.

Pero la nostalgia corroe la tristeza, y lloro,
se embarga en mis ojos tu ausente y fugaz luz,
que se apaga, se aleja, no brilla como el oro,

y en la oscuridad, la negra noche no ayuda,
tonadas asilvestradas esgrimieron un Angelus,
y en el entorno me aplastan, inmerso en mis dudas.

-31- Aún no me acostumbro

Una mirada íntima se insertó en tu anhelo,
un deseo intenso afloró en mi soledad,
mientras una lluvia ínfima, llena de intensidad,
cubría tu vientre lozano como un velo.

Mis dedos escarparon tu vuelo con rapidez,
temblantes deslizarónse hacia un mar inmenso
y mi palpitante corazón, miedoso, tenso,
se desangró en su pecho, en su leve aridez.

El sol te deslumbró en la ventana, pálida,
al parecer la noche no te fue fiel, suntuosa,
y lágrimas sin sentido se posan en mi lecho.

Muy corta fue mi dicha en tenerte, cálida,
y aún no me acostumbro a una pasión dichosa,
mas tu mirada siempre estará aquí, en mi pecho.


-32- Un deseo inmenso envolviome en tu noche

“Una luz infinita nos acercó en la noche,
una pasión suprema pobló nuestra ansiedad.”
Alberto Baeza Flores-.

Un deseo inmenso envolviome en tu noche;
una pasión suprema incluyó tu festividad;
cada ilusión aclimató un dulce derroche,
y mi ansia, diluída, se pobló en la soledad.

En cada delirio un lirio refleja mi quimera;
un desvarío infinito cree asume tu bondad;
desvarío veraniego que emerge de vez primera,
y mi sueño, extenso, irrumpió en tu soledad.

Como a tanto desvelo aún no me acostumbro,
una angustia me maximiza, y me deslumbro,
incendiando mi congoja, estos ojos de soledad.

Una codicia lujuriosa, en fin, me desvela;
cada agitación disminuye tu drama de novela
y vivo mi zozobra, esta angustia de soledad.


-1998-

Mientras llega el invierno

-33- Tu voz

Tu voz en la distancia incursiona mis sentidos,
alimentando mi alma en esta larga espera,
y recuerdo tu mirada, tan volátil y velera,
que no hay ley o fuero que impida este olvido,

A veces tus ojos tristes, círculos de verde olivo,
llegan a mi mente, agitándose, queriéndome,
como en noches de pasiones, intimidándome,
y me entristecen, o me alegran, son mi alivio.

La madrugada se encierra en tu rosa piel, pura,
y como luciérnaga que se agita, ágil, de noche,
ilumina el camino por donde te busco, perdido.

Y no doy con tus cielos ni tu techo,!que amargura!
y rastreo tus estrellas, tu luna, tu tierno reproche,
para recuperarme, devolverme tu gesto ya ido.


-34- Sueños de primavera

Un recuerdo clave, de noches aún suspendidas,
como el sol asomándose por tu vientre, aleve,
llega hasta mis insomnios que te dan esa vida,
y tus ojos ahí, reverdecidos como el mar, muy breve.

El sueño se me espanta con tus fieros alaridos,
cuando sueño con la luna, con el viento, contigo,
porque a veces gritas como si me hubiera ido,
y a veces gimes porque estoy y no estás conmigo.

Cae lenta la lluvia y en mis sueños se vierten nieves,
copos de nubes que recorren tus amplias mejillas,
gotas de tus ojos que me despiertan, consumido.

De nuevo un sueño, de noche amarga, surge leve,
y cae, desde tu boca, una lozana mantilla,
la que crea mis sueños y tú y yo así, más unidos.


-35- Eras, eres.....

“Solías ser frutal, señora mía,
de elevados pechos turbulentos,
y desde luego de amapolas...” Pedro Mir-.
Solías ser como el agua de Pascua, frutal,
frondosa en las frías madrugadas, entrega total,
jugosa en tu abertura labial con cánticos y versos,
apetitosa en cada mordisco, en cada embeleso.

Eras primavera en flor si tus silbos cantaban,
un espejismo que eludía aves que danzaban,
el trastorno de perecer, sonata de placeres
y desde luego el manantial que cae en miserere.

Aún sueles ser ángel que posa, la flor que adoro,
un murmullo que transita mi sexto sentido,
la amapola que emerge desde el fondo del fango.

Eres calleja marginal en mis corridas de toro,
el sol que no aguanto, el camino no recorrido,
esas cosas aún no dichas, como hojas de mango.


Fin del libro:
Ternezas,
-sonetos-
-1988-98-.






Aún queda rodante la palabra………Antología unipersonal......Poesía......Federico Sánchez




-5-





Del libro:

Madrigales nocturnos
-cuando la noche acongoja con su llanto-
-1991-







“Dame el vuelo de tu cabellera de pájaro.
Dame lo largo de ese vuelo
y así podré volar sobre el arcoiris”
Antonio Fernández Spencer











-l-

La noche se asienta en tus mejillas
y tu pelo, enroscado en bucles,
inadaptados, parturientos,
intuye el reflejo de su luz.
Es fiesta nocturnal.
Incandescente pasión atribulada,
y tus ojos brillan
con su clara,
su alegre entonación;
salvajes.
Todas las miradas
se empecinan en una sola dirección,
y tú así, taciturna,
fingiendo que eres triste,
disimulando que sólo es llanto.
Ya no canta el Ruiseñor,
porque aún falta un sueño,
porque aún falta el amor.

-II-

Cada vez que enciendes la mirada
o ladeas el volumen de tu cuerpo,
voluptuosamente,
como sierpes en la arena,
los silbos y las emociones
entonan tu canto,
bendicen tu estrella desolada.
Tus ojos retoñan ajados de efusión.

-III-

Menos tu cuerpo,
todo en ti se me antoja confuso:
la esfera que salta, y transparenta,
el espejo que devuelve la mirada apagada,
la noche que arropa al durmiente estepario.
Menos tu cuerpo,
eres esa luz titiritera
que llega al alma.
Menos tu cuerpo,
pasa un ladrillo no enhollinado
por las sombras viles
de mi mente.
Menos tu cuerpo,
todo es poseído, posible,
por estas taladrantes,
lujuriosas manos
que miman tu universo.

-IV-

Espectros de besos transitorios,
lluvia fugaz,
simiente que no crece,
eres la espera
que liquida mis sentidos.

-V-

Por la inmensa calle
que se estremecía
al verte llegar,
y la alegría se esclavizaba
con prurito y doblez,
el árbol de hojas frescas
florecía con tu niñez.
Ya no hay melodía,
ya no se escucha tu canción.
-VI-

Tu pelo de ramas iridiscentes,
ese vestido verdiclaro
que se adhiere al pecho escotado,
tu boca de seda, espaciosa,
que suda y que espanta,
y ese paso altivo
que altera la esperanza,
y el pájaro que canta
con su risueña,
candorosa versatilidad,
son recuerdos aún no seducidos
que desde aquella madrugada
surgen como estrellas,
al alba.
Luego transpiran y desaparecen.

-VII-

La noche se derrama
en una luz sin sentido.
Una gaviota de plumas espumosas
golpea el aire misericordioso.
Pálidas palmeras, enojadas,
rastrillan el polvo
en la ventisca.
Es que tus pasos invierten
el curso de las cosas.
-VIII-

Tiemblan mis manos
al ungir tu pecho
de volátil y colorido ramaje.
Un aire nocturnal
nos convida al amor,
y como despavorido huracán
me adentro
en tus estancias
para acallar el silbido
de la oscuridad
que se extiende en los vergeles.
Entonces, sólo entonces,
amanece,
y mis dedos aún tiemblan,
emocionados.

-IX-

Madrigales en plegarias,
nocturnos,
se introducen en la fuente de tu piel,
en tanto una luciérnaga
espejea su canto.
Un verso es un árbol
si tus ojos se ramifican,
y pronuncias esa palabra impredecible,
que tanto espero.

-X-

Un susurro de aliento interminable
es la brisa
que golpea tus espaldas;
un silbido como cascada,
ya en la nieve, ya en el cielo,
irrumpe en tu vientre
y se postra hacia tus pies,
y es arpegio de dolor musital
si el llanto invade tus sentidos.
-XI-

Como un ángel,
en virtud de su llanto,
tú inspiras la solidaridad de la vida,
es decir, tu piel,
ya escama de sirena,
ya textura de pan,
y tus labios sonrosados,
siendo áticos en tu cuello,
asumen la invención del día.

-XII-

Elisa apresura su infragidez
a la luz de la madrugada
con su canto de sirena,
con su llanto de pasión,
y siempre al alba,
o en plenilunio insolar,
en la luna llena, espumosa,
procura la indulgencia
que se cree placentera,
y sus quejidos
-o jadeos inconsolados-
-83-
atrapados in fraganti,
renacen lentamente
como aleteos de mariposas.

-XIII-

Sí,
la mañana acaece en tus miradas
y se encierra la noche en tu pelo,
y al alba, otra vez,
en plenitud nocturnal,
se enciende en tus ojos
el espectro del sol.
Todo el día, toda la noche
se reordenan en tu cintura.
El pájaro pía, rueda el viento,
se desliza la espuma y la barcaza,
un pétalo destila goterones
en la noria de un alpiste,
todo un orden, todo un mundo
se aproxima a tus designios.
-XIV-

Insistencia de colores
involucran tu cuerpo
en una prontitud de amaneceres;
luces solares de pálidos violetas
reflejan tus ojos de azul turquí.
Lapislázulis verdes oscuros
son tus manos
sumergidas en el agua.
Un lirio en tu pelo,
de bermejo encendido
y efervescencia musical,
da tono magenta al rizo negro que cubre tu frente.
Resplandores auríferos,
ambarinos,
desde el aro de tus dedos,
encienden tus pestañas
si lagrimean tus pupilas.
Fragancias de almendros
emanan tus pechos
como siluetas anaranjadas.

-XV-

Reinvento tus ojos
en el viento otoñal,
pero el mar en recelo
ahoga tu belleza;
en su palidez,
la aurora estampa su magenta
posada en tu pelo;
un silencio de aguacero
susurra la canción del amor;
recorro tu cuerpo
-ascendiendo, descendiendo-
en un retrato de nostalgia;
la sombra del sol
resplandece tu mejilla
en alto contraste invernal;
reedificando un gesto tuyo
reivindico el acantilado
de tu no ser, o sea, nada,
y plácidamente
tus labios lacios o tersos
o naranjas cardinales
murmuran la eternidad insospechada,
toda nostalgia beatífica,
la reminiscencia de un adiós.


-XVI-

Tus soles invernales
deifican mi espíritu.
Pero en las alturas
tus ojos de luna
reverberan el resol veraniego
de mis manos de seda.
Y tu pelo de sierpe y trigo
huye de mis ahogos, presto,
como veleros en la mar.

-XVII-

Eres una musa terrible,
la belleza encandilada,
la tibia luz de los cielos,
un mar que me baña,
que lo invento si me deprimo.

-XVIII-

Como pétalos encendidos
dilatando los sueños,
luego de esta ausencia, anti-eterna,
regreso a ti con la aurora,
ahora que tus labios busco,
ahora que tu pelo me ennoblece.
Nunca dejaré que una lágrima
asome de tus pupilas.
Como silencio de ternura,
una canción surgirá dentro de mí,
antes que el amanecer
te arrolle con su grito.

-XIX-

Iridiscencia de luz, embriagante,
poesía de emoción, arpegio musical,
recuerdos dominantes, subyugantes,
una pasión, la ternura, el desamor,
irradiación de la esperanza,
que se antoja nupcial,
son decires que te renombran
"Silueta del Amor".

-XX-

Terneza pasional, terrible, duradera,
matiz ensimismado, candoroso, apetecible,
gesto iluminado, ardoroso, apesadumbrado,
son reflejos de ti. Mis pesares.

-XXI-

Nunca como ahora
brilló tanto tu universo,
abarcándome,
enredándome,
devorándome, nutriéndome
de tu luz, de tu lumbre,
de tu vino bebido,
de tu piel que busco, que suspiro
dentro de ti, de tu niñez.
Zumbando como el aire leve,
te elevo en cada hora
y cae en mis brazos de nuevo,
minuto a minuto, descansados,
para reconquistarte, para asirte,
lentamente. Lentamente.

-XXII-

De nuevo ante ti,
y todo fruto pasado me alimenta,
en un instante,
en cada suspiro,
sobre tu cuerpo.
Otra vez tu nombre arpegiado en mí,
y cada letra me renombra,
cada sonido me lastima,
cada jadeo me aprisiona.

-XXIII-

Admiro tu timidez presumida
e intento uncirte, redimirte
para que cada beso entonado,
cada mirada cuasi esquiva,
todo alarde sin anochecer
ames en tu desencuentro fugaz,
y al amanecer hagas parir,
con la ilusión esperanzada,
una tarde feliz, un romance de amor,
y se zarandee tu frígido nombre,
junto al mío,
eternamente.

-XXIV-

Como Icaro escapabas de mi laberinto,
luego ibas, segura, en pos del sol,
y tus alas,
tus cabellos,
tus ojos sonrosados
volvieron hacia mí,
derretidos,
como en un sueño.

-XXV-

Ternuras idas, revocadas,
trasiegan esta existencia,
que ya racional, ya emotiva,
elevan plegarias y castigos,
y gorjeos de coros celestiales,
para que no te quedes,
para que reinicies un regreso ya ido.

-XXVI-

Lirios y liras,
fingiendo que existen,
van de tus manos,
cubriéndote los pasos,
y rosas rojas o magentas,
se funden en ti.
Madrigales nocturnales
humedecen tus ojos
cuando el rocío
acongoja con su llanto.
fin libro
“Madrigales nocturnos”
-1991-


Aún queda rodante la palabra………Poesía unipersonal........poesía........Federico Sánchez







-6-




Del libro:


Agonías
Poemas de amor y del desamor
-1992-








“Una oscura pradera me convida,
sus manteles estables y ceñidos,
giran en mí, en mi balcón se aduermen.
Dominan su extensión, su indefinida
cúpula de alabrastro se recrea.”
José Lezama Lima,
de “Una oscura pradera me convida”.





Tus gestos, estas horas, mi pasión

Revocar un gesto tuyo, tu sonrisa, tus horas diurnas, divinizadas,
noches de luna llena que alarga la existencia; el escozor,
revivir este nudo, eternizante, caído, bajo tus ojos, aéreo,
es un aliento que no tiene dicha ni sospecha; sólo emoción.
Revivo tu pelo en cada mimo que excluye, en oscureciendo.
Reencarno tus labios bisbiseando un adiós no placentero. Inmenso.
Dónde proyecto tu imagen de encendida flor de invierno. Primaveral.
Se petrifica la canción inesperada, acuciosa. Atona. Eterna.
Pienso en tu cuello y la primavera, en un resurgir alado,
nos llega con sus tibios goterones de rosas, adyacentes al mar.
Pienso en tu madriguera, y el estío, hastiado de lumbreras,
retrotrae rayos de luz en sus alas que son mis sueños.
Y se sumerge el alba en su rocío impenetrable. Posible.
Nombro con imperfección tus colinas de miel, imberbe. En cierne.
Nombro vértices de tu fertilidad, tu simiente de luz, de vela,
la vendimia de tu pecho de miel, melodiosa, como mariposas.
Pájaros de fuego vueltos vorágines, sinuosos, incandescentes,
desdicen de tus gestos y suspiros, prédicas y sermones,
entonan deseos y persuasión, como el amanecer, ahuyentándose.
Reencarno tu imagen de mujer dulcificada sobre la hojarasca
y rasgo vestidura tras las ansias perdidas, ya predicadas.
Una nebulosa gris que enturbia el umbral de tu vientre,
me dice que ya no eres canción, la eterna castidad de la aurora.
Si cierro los ojos una mujer tersa como tú, sumida de altivez,
florece la colmenera, y parejas de aves y bestias dóciles, fingiendo,
se deslizan, como en la nieve un rayo solariego, sobre tu frente.
Si entorno los ojos, el azar no me recompone, es una locura,
y tu cuerpo de sirena, enmohecido de ternuras, salitreras,
aplasta esta natimuerta existencia que me trastorna con pasión.
Y como la perla brilla ante tu estatura, o tu lividez, enfurecida,
tú, pálida, ya nicho, ya polvo, ya recuerdo, ya longeva,
estarás satisfecha con versos y cuentos de humor.


Asciendes por mi cuerpo como serpiente

Gris o rosa, inmensa como el cielo, intensa en la pradera,
asciendes sobre mí como la pleamar, prorrogando la noche,
envuelta en sueños y silencio, apaciguando cada amanecer,
entre paredes verdeazules y sábanas enmohecidas. Serpiente contumaz.
Malva o magenta, en cada sospecha de tu insomnio fugaz,
asciendes en mí, ave de alas blancas, gacela saltimbanqui,
como arañando el amor en una colina de espumas,
huyendo del frío, del olvido y la canción, que te escribo,
deshojando como pálida alameda, el angosto camino.
Verde o violeta, arrebolada de flores, pronunciando un adiós,
y pétalos de flores, y flores en la sien, y algas encantadas,
de hiedras sin espinas dulces y azucenas, como el cundeamor
de crepúsculo y rocíos de crepúsculo, atardeciendo,
asciendes en mí, vampiresa diurna, taciturna, gatúbela,
con esa lenta beatitud de infortunio y candidez,
y en cada minuto que huyes a solas, relampagueando,
la pasión es tu abrigo, inatrapable, reprobable,
en tanto la emoción es vergel si se yergue en tu rostro.

Azulado o silueta, a lo lejos escuchas mi voz, cándida voz,
que asciende con su lento, insufrible, apergético tono.


Esas cosas tuyas que nombro a mi placer

Faldones plisados, blusas de terciopelo azul vistiendo la noche;
pendientes y collares colgando el cuello como uvas, no resentidas;
licras de encendidos colores magentas embelleciendo tu piel;
tacones de zapatillas a la altura de tu altivez, elevándote;
un rostro con sombras malvas y púrpuras inmoviliza el universo;
un vestido con brillos de estrella o luceros fugaces que ennoblece al cielo;
la caricaturesca imagen de un maniquí, imitándote voluptuosamente;
una sirena que en la marisma da pasos desolados, soslaya una mirada;
cinturones anchos ribeteados de arco iris, arquean tus ojos;
algunas cosas, como colorantes o cutex alteran tu cutis, sin precisión;
en gestos que son círculos viciosos viértense redes de mi presidio;
ahora el closet es más ancho sin tus vestidos de juergas;
el portal extraña en silencio tus toques inmensos, pero delicados;
este baño aún no se olvida del solfeo y el silbido que apergiabas;
el pasillo a solas conmigo se alarga interminablemente;
en sombras quejumbrosas la lámpara se estira y se entumece;
la mesita caoba-noche se acongoja con tu ausencia, misteriosa;
como una dócil barcaza, tu aliento flota aún entre bocanadas de humos;
con ruidos intermitentes, un despertador trasnocha su larga espera;
un florero expande su fragancia y la almohada silencia su nostalgia;
eterniza su lectura, sin prisa, un libro de cabecera, que aún no termino;
goterones de lluvia repiquetean en el techo, entristecidos;
se divisa la aurora con su transparente mensaje de soledad;
en sus amaneceres fríos, la sala entristece su canción.

A esta hora, todas las cosas álgidas aceleran mi ser. ¡qué tristeza!

A tu vera

Solías caminar sumisamente entre piedras y callejas, apresurada,
ladear los hombros y la mirada como la mar sube y baja, aprensiva,
y una simple carcajada, un gesto tuyo trascendente, una picardía,
prorrogaban la canción de tus vivencias matinales; esta invernación.
Mis ojos tiritaban frente a tu pecho; tú sonreías intranscendentemente,
y detenías el tiempo que hoy me engulle de pasión. Y enloquezco.
Cémulo de pasiones era tu orgía, aún lo siento a tu vera.
Tu vientre festejaba con soberbia y sordidez, con lujuria, tibia,
tus aventuras, tu intrepidez, la locura. La diversidad.
Mejillas ajadas de sumisión y holgura, ésta trasladada a ti,
reinventan tu encanto dejando moribundo, semiapagado,
un rayo crepuscular que se reincendia con tu mirada.
Arqueando tus pestañas alentabas el amor. Hoy desamor.
Ondeando tus brazos como banderas, en flácido despliegue,
un aura triunfal cubría tu cabeza, sin ostentisidad.
Simiesco, ibas de rama en rama, tras tu velo inalcanzable,
tras las sombras que cobijan tu altivez, tras el desvelo.
Se humedecieron mis manos de sólidas tristezas o entumecidas
al palpar tu cabello de filigrana. Ajado.
Temblorosos, sudaron mis dedos en medio tono crepuscular,
al tocar tus labios de alfombra bestial. La lluvia caía.
Victorioso en cada jornada, reencarno mi aliento de intrépido
al sentir tu piel de sidra, tan fría como el amanecer.
Leía a plenitud versos trazados en la abyecta arena,
y reías con melodía de sal. El sol te sonreía.
Territorio de coflicto es tu cuerpo de sirena,
y terremoto y esperanza y verbenas y candilejas. O duermevela.
De hinojos como el avestruz, atrapado en tu fértil vientre,
un amante desamado implora a tus pies. Humillado. Esculpido.


Versos labiales
para unos senos sedosos


Sendos senos lozanos. Sedosos. Saciables. Insufribles.
Pétalos de piel pronunciada, pezones impolutos. Purificados.
Vientos vírgenes, vértigos del verde, virtuosos.
Noches de reproches, relinchos de caballos sin coche.
Círculos contiguos condicionados, cataratas cándidas. Cadenciosas.
Mamarias de manantiales que humedecen los montes. Mortecinos.
Valores bursátiles quizás vendibles, quizás besables.
Jardines lujuriosos de juergas y jadeos. Jubilados.
Glorietas como gladiolos que agradan, agrandándose.
Lapislázulis azulados ladeando labios, lesivos.
Rosas rebeldes como raudos ríos sin ramas. Raíces rojas.
Niñas añoradas si el fénix despliega sus alas anchas.
Sollozos en llama, lloviznas en el llano, sellos embellecidos.
Azabaches asoleados. Lazos colgantes en zigzag. Zarandeados.
Tímidos testaferros, tontas en travesuras, atravesando la tarima.
De dos en dos las dádivas da al durmiente, el desposeído.
Frijoles refrigerados, fugitivos, fervientes, efectivos.
Erizos en rizos, Eros en la enramada, erótico, extintores.
Yacimientos yermos, lluvias de mayo, yogas de yesos.
Hojas harapientas, hospedadas, himnos y hosannas, hambrientos.
Nodrizas nómadas, noctámbulas en las noches sin luna.
Quijotes en la quebrada con su andar quedo; quejumbroso.
Cual signos petrificados, todas las cosas acuden a tus cumbres. Curiosas.


El manso lienzo de luz divina
de Penélope

A Onofre de la Rosa;
y a su esposa, Ramona Bourdier,
eterna tejedora del amor.

Ella detiene el tiempo vendecido por la aurora,
suspende el espacio estacionado en los aleros,
y reverbera la luz que cegó la inocencia.
Como Penélope hilvana y deshilvana en cada acontecer
el lienzo de luz del desencuentro, y la nostalgia,
la manta deshilachada ya olvidada, encandilada, corroída;
lava sus manos como aquel Pilatos histriónico sobre una pileta
que proclama la inocencia con indiferencia suspicaz,
entre bullicios y perspectivas, y algarabías de jolgorios,
entre olvido, reminiscencia y resurrección del tiempo.
Ella silba la canción que imaginé pecaminosa, inaccesible;
ilumina el peregrinaje de la golondrina, dorada al sol.
Y deifica recuerdos florecidos en la ventana, desilusionada.
Sin su luz, vacía y ancha se siente la habitación pedestre,
y reina la ausencia con su blanca palidez, y su nostalgia,
y es grima la amargura si sus pasos predilectos, y lentos,
pierden la sutileza que se forjó en la tarde, mortecina.
Las lluvias y las estrellas y las aves, otrora una pasión,
ya no planean a solas, caen en prurito multitudinario, precipitadas.
Un vergel desinhibió su color púrpura. Descantó la primavera.
Borroso es el canto que oficiaba la gacela. Saltarina.
La bendición en cuclillas se inmacula. El desamor se entibia.
En su tono, sólo se esgrime la esperanza, como ilusionada.
Y la pasión y la agonía, se ausentan entrecruzadas.
Sí, ella clausura el libro incorrompido de la paz; inmisericorde;
brinda el vino bebido que bordea la copa, incristalizada;
guiña el ojo y esquiva el incendio de la placidez.
Ella esculpe un pretérito de miel en las azucenas,
con alharacas y aplausos no comprendidos, ininterrumpidos,
de risas y llantos que abrazan la ilusión, este tiempo incomprendido.


Sombras de recuerdo

No me son extrañas; posan en el árido viento sumergido;
sombras revolcadas en pañales y pesebres de extremaunción
cubriendo mi existencia, apartando esta confusión, embargada.
Hay sombras que surgen desde mí, desde mis tristes ojos enfurecidos;
se movilizan en mi interior, en mis venas contiguas al viento.
Son sombras redimidas del desencuentro, del desamor;
asignaturas de tu piel, de tu respiro, de tu coliflor en primavera;
causas de un sombrío reproche, hiedras de la inexistencia.
Sombras espesas, negros nubarrones que se fugan del sol veraniego;
se estacionan en mi anochecer menos placentero, en esta ilusión,
como un estornudo tierno, como un estrecho tragaluz.
En cada espacio matinal en la vereda que me redime,
en cada cántico o recitación, en cada aullido, silbado,
llega su voz, que solía, en las madrugadas frías,
apagar las dudas, incendiar el placer, prorrogar la espera.
¡Ah, esas sombras! Las veo en la lujuria de mi memoria,
en cada verso tuyo facturado sin palabras, sin sentido,
loando susurros y jadeos en tu virginidad, matinal.
Son sombras sin límites ni sumisión que crecen. Instantáneas.
Crecen a millares, se extienden como estera milenaria, por mi sien.
Provocan sigilosamente lágrimas y sollozos; estupros mentales;
arrastran cada hora tenebrosa, y chasquidos labiales impronunciables,
para aplastarme, enloquecerme, derrumbarme. Inhibirme.
Son sombras que me revuelcan en hilachas y pelusas sedientas, punitivas,
en rastrojos de humos y velas envolventes, en una canción.
Son sombras de ojos grises, tu mirada en el mar; un abismo, irresistible;
sombras amarillentas, fugitivas, sin canto ni encantos; son tu olvido.
Sombras intimidatorias de la razón y la conciencia.
Son sombras estos recuerdos tuyos, punzantes, zahirientes.



Tu pelo,
noche calcinante de gritos y susurros

Tu piel, aflautada noche en silencio de arpegios y dudas,
redondel de los recuerdos de sal y arena. Luciérnaga.
Tu pelo, revival de condolencias y llantos en un abismo,
montículo de pribacía y acordes de rocíos encantados,
vaivén que se repite en mi sobrevivencia. Como pleamar,
cascada hilandera apurando un adiós. La espera.
Tu pelo, es más que rayo refulgente, una flor,
más aprensión y martirio que cordura, un ramal,
más estampida y alboroto que vorágine en la sierra,
es más que vagido in crescendo, una canción, nota angelical.
Tu pelo, océano lunar paseando sobre las rocas,
fibras por las que conduzco tus fiebres imborrables,
espigas secas o maduras en una algarabía de gestos y lluvias,
trigal donde mis manos se desgastan. O se engatan. Un maizal.
Tu pelo, rojiamarillo si el arco iris se delata o reverdece,
iluminado azabache revolcado en la oscuridad. Tibio azabache es.
Tu pelo, eterno como el cielo en mis ojos apaciguados,
crisantemo planeando a la luz del sol, allá en el infinito,
carpa salvaje encubriendo el rostro del amor. Hojarasca. Mis agonías.
Tu pelo, media noche solitaria navegando sobre estropicios y esperas,
desprende de mí, mi luz, el cansancio, tu olvido. La desnostalgia.


Canto de amor y del desamor

“Voy por tu calle como por un río,
voy por tu cuerpo como por un bosque,
como por un sendero en la montaña
que en un abismo brusco se termina,
voy por tus pensamientos afilados
y a la salida de tu blanca frente
mi sombra despeñada se destroza...”
“Piedra de sol”,
Octavio Paz.-

-I-

Cuerpo como sierpe uncido de cielo y noche.
Ojos tristes y claros vendecidos por el tiempo.
Piel de seda entibiando la mañana, y la espera desesperada.
Ella resume en un sentir los latidos de las horas en el invierno.
Horas diurnas, instantes de fuego consumido, desvaído;
respiros y dudas, alardes de los sueños. Resurrección.
Horas de reinicio; cuando circula el tiempo subsumido en la aurora.
El sonido se disuelve; una luz se expande como sonido en la noche.
Y tú reinventas el impredecible designio, aún no dilatado.

-II-

Tus manos como el cielo o el viento o el bosque quebrantan el invierno.
Asciendo por tu pelo de ágil velamen espumoso. Transparente.
Desciendo sin regreso a tu llanto. No hay consolación.
Desde un círculo intangible reivindicamos el amor, apresurados.
Piel de miel, labios dorados por el viento, celestiales, se atisban.
Ondulantes tus cabellos oscurecen el ventanal de mis respiros.
Párpados caídos; ahogo del grito, repitiéndose, reinventándose;
pechos prominentes; saltando sumisos ante mis dedos; bifurcados;
miradas al sol; rayo lacerante es el mar de tus ojos.
Soy como el reincidente insatisfecho, incansable, improbable.

¡Oh! cuántas emociones que callan o adormecen.

-III-

La noche pronuncia tu nombre espejado por la luna,
configura tus labios en la quebrada con luz transparente;
con soberbia y orgullo destemplados, calla o canta.
La noche redime tu ausencia y me aísla; impertérrito;
una leve luz se posa en mis ojos, entonces,
y sueño con tu negra, espesa, disuelta cabellera.
La noche enciende tu deseo en ansias furtivas. Fugitivo.
La noche es una hoja seca rodando por la superficie de tu piel.
La noche se despinta frente a tu rostro asombrado, ensordecido,
y viértese confusa en cada silbido, que la espera adormece.

-IV-

Angustia predominan en la ilusión que sólida no se escatima.
Compungidos se ciernen los ojos, arqueados en arco iris. Entristecidos.
Unos escuálidos dedos, tersos y suaves, enredados entre papeles,
develan gestos melancólicos que recuerdan tus miradas matinales.
Sin tus noches se entristece la tarde en su crepúsculo dorado.
Bate sus alas un ave que se aferra a tus ojos, miserable.
Chillidos de niños asumen tu presencia, fatigados.
Reivindico tu soledad en cada vuelo de pájaro.
Todo es sumisión. Todo es ausencia. Todo es agonía.


-V-

Tu cuerpo, arpegio más que voluptuoso, lujurias frías o calientes;
más que cascabeles, serpentina en rosales asumiendo verdades.
Tu cuerpo, tránsito de pedregales, transido de siluetas,
voluta de piel encendida o remojada, fuente primaveral,
velamen que sobrevuela como marea mágica o virtuosa.
En tu cuerpo poseo flores o versos enardecidos. Endechas poseo.
En tu cuerpo, una luz asumía que eras diurna, o eras vergel,
que eras jazmín, hojarasca entre ramas de lluvia.
En tu cuerpo todo se vuelve entonación; elevándose; momificándose;
y labios humectantes y frescos, pechos de miel y rosas; o rosales;
furia intocable y alardes sibilantes como la canción, que rejuvenece;
hastío que se quema arrimado a tus espaldas; cuyas líneas embargo;
párpados caídos, ojos como vergel; vientre recorrido, sumiso;
cabello arbolífero y encendidos labios de sedimentos y sol;
piel de pétalos que desciende como cascada en la quebrada.
¿Posee tu cuerpo la extrremaunción del placer? Arpegio es.

-VI-

Eres la gota en suspenso que rebosa la copa; el inmenso mar;
raíces del árbol cuyas savias enervan mis sienes,
y asciendo por tu cuerpo como por una montaña,
vociferando, desmontando, desarrabalizando.
Eres flor que humedece y apaga mi sed al infinito, in vitro,
vendaval en furia, la marea que remoja esta vida desinhibida,
y ando por tu espacio como por un vacío inescarpado,
aturdido, sumergido, cadavérico, interrumpido.
Eres ático con que alcanzo la plenitud, vorágines encendidas,
el laurel de montes promisorios, un pétalo de miel, sonreído,
y transito por tus arterias como por un valle. Casi acontecido.

-VII-

Enciendes el deseo cuando la noche asirte quiere; o rozarte;
como tu cántico en el viento de céfira compulsión,
ahuyentas irreversiblemente la esperanza, el adiós no dado,
y todos los ruidos ininteligibles de este mundo, irreverente,
y todos los coros matinales con sus plegarias de ensueños,
sus silbos, sus gestos y sus ternuras ya idas.
Confusa por el tenor de mis extravíos, angelical en cada duda,
como Lázaro escapas sin sortilegios sobre mi catafalco;
como Icaro te elevas en pos del sol, alejándote, arruinándote,
y tus alas, tus cabellos, tus ojos de fieltro marrón trascienden
en mí, enrarecidos, como en un sueño. Apagados.
Miles de cosas propugnan para que ya no estés absorta;
noches de lluvias descarriadas y aún mundanales,
instantes en que el viento se posesiona de tu espalda, del viento,
mañana de sol iluminándose en tu piel de escamas, auríferas escamas,
espíritu fluorescente encendiéndose si se aclara el amor,
y es tu mirada cuenca vacía en la ensenada, un resol,
y son tus piernas pirámides de piedra lunar, o pirámides ascendidas,
bestias cuyas garras envisten la inocencia, o el pudor,
y son tus ojos efemérides no festejadas, una canción,
de cuello tórrido asteroide o lucero fugaz, inalcanzable,
labios de estampas volcánicas de seducción succionable,
recuerdos de afrentas que envilecen y hacen callar el alma;
desde entonces con tu lluvia, con tu sol azotable
detienes el tiempo en gotas de llanto, y mareas o vaguadas,
distorsionas el espejo con tu pelo en flor, encanecido,
y es trino el paso con que te alejas, con que envileces,
y será viento tormentoso el empuje de tu adiós, idiotizado.

-VIII-

Siendo océano, yedra, arena o cal, trompeta de amor;
olas que palmeras inventan y desaguan, o acarician la piel;
briznas de hiedra dividida, de viento bifurcado ad infinitum;
huracán, la frigidez, el aire encendido, desaguado en el zaguán;
marea de alcanfor, rocas silvestres o ígneas, desemergidas;
colibrí que planea en la monótona montaña de tu cabellera montaraz;
acantilado labrado de escoria y sal, como si el sol te lamiera;
el color del suelo, disuelto en sal y callejas, pronunciando aleluyas;
sierpe y su misterio, el rayo que revive y reanima en la oscuridad;
sirena egea con su cántico de muerte, el pez caído en la ensenada odiseana;
río que desemboca como tifón, sin algas marinas ni resaca en la lluvia;
siendo timón, el velamen que transita sin pleamar, como velamen oscuro;
encierras la humedad que enternece el rocío. Si el huracán te atormenta,
y vas por mis venas como un ave en el viento, o la cabriola en mis venas.
Y huyes por mis acantilados como por un río. Como dioses en el viento.

-XI-

Como Penélope envuelta en hilos y terciopelo azul,
en luces y colores que salen de tus ojos sin reparos,
esperas que la nostalgia se aposente en tus alas,
y apresuras un ágil vuelo con hilachas y manteles. Encerados.
Como filigranas deslizándose entre tus manos hábiles,
hilvanas furtivamente el desliz de una retirada, furtiva,
y en cada diseño crece la sombra de la duda, de la nada,
y en cada tejido crece la estratagema más eficaz o inexperta,
y en cada bordado emerge la discordia con sus emociones calcinantes.

-X-

Eterno como el sol, revolcada en hiedras y estopillas,
contumaz hilandera de la plenitud, bordadora de la nada,
como cetrería dejas colgante un pasado de sumisión y espera.
Pieza a pieza, punto a punto, mientras aguardas, en silencio,
como pelusas de algodón desechables e ingrávidas,
envías tu ultimátum a este mercader de alfombras y soledades,
henchido de indecisiones y tormentos, de espasmos y aflicción.
Y voy por tus inviernos infernales como chocando.



Fin del libro
Agonías.
-1992-




Aún queda rodante la palabra……..Antología unipersonal.......Poesía.......Federico Sánchez





-7-




Del libro:


Pienso en ti, luego existo
-en un génesis de amapolas
de un octubre floreciente-
-1997-








“Cuando yo decidí quedarme claro
y buscar mano a mano la desdicha
para jugar a los dados,
encontré la mujer que me acompaña
a troche y moche y noche,
a nube y a silencio....
lista para mi piel,
para mi espacio,
abriendo todas las ventanas del mar
para que vuele la palabra escrita,
para que se llenen los muebles
de signos silenciosos,
de fuego verde.”
“El mar y las campanas”,
Pablo Neruda-.






De la

Primera parte:


Pienso en ti, luego existo







Verdeluz de azul y coral

Verdeluz de azul y coral, niña triste de la mar,
rescato tus ojos con su candidez lunar,
desde un naufragio invernal, anegado, ópalos de sal;
los restituyo, y con los colores del azar, bendecidos,
configuro su amalgama, semiabiertos, su línea tonal,
cada vez que los beso, cada vez que los adivino.

Verdeluz de azul y coral son tus ojos, tan amplios, tan míos.


Esto que soy si estás ausente

Un iceberg sin solidez de alta mar, la barcaza descendiendo,
el barrancolí desnidado, un vendaval sin rumbos, cálido,
la cascada que esparce sus rocíos sin sonidos o ruidos,
cieno verde, el espacio de la noche, una sombra vesperal,
una piedra de sílex bajo un gotero golpeante, incesante,
la mirada alicaída, cuya tristeza es por cada luz inincinerada,
un cementerio, una ciénaga, este desierto, la pesadembre,
el invierno que improvisa su calefacción, desnudo,
todo eso soy, en esas terribles horas en que te ausentas.



Lo que de ti amo si florece abril

“Tu amor
se me ha clavado muy dentro,
en cada fibra de carne
y está arrancándome el alma
aunque me niegue a escucharle.”
-Balada-
Braulio.-

-I-

Amo tu pelo recortado, ralo o furioso, dorado al sol,
cuando enciende mis sentidos, esta emoción, la lucidez,
cuando amanece y la noche se escurre o calla;
y si la luna riela por sus finos hilos a tono del viento,
una noche musical se vuelve hierba, o nube, trigal.

-II-

Amo tus ojos fosforescentes, reverdecidos en el mar,
esa mirada que como luciérnaga espejea mis oscuridades;
cuánta lucidez, cuántos encantos apresados de luz,
cuántos destellos iluminando mis dudas, esta soledad,
todos mis sueños, un desliz, tanto desamor, tierna desolación.

-III-

Amo tus labios sonrosados, tiernos, posados como hiedra en mí;
cada despliegue de sus besos, estrategia en cada florecer;
cada susurro que emiten recorriendo mi piel,
un silbido, ensordecido, amplio, frugal, bajo las lluvias de abril,
el despegue, suave pero voraz, de su comisura, amplia como la mar.

-IV-

Amo tu voz sibilante, refrescada en cada chorro de cascada,
porque es mi sobre-aviso en cualquier atisbo de dudas,
porque pronuncias un “te quiero” como trompeta de sirena,
y si la noche llega y no estás o amanece lloviendo,
vibran en mis oídos sonatas de amor, arpegios musicales de hoy.

-V-

Amo tus senos punitivos, cándidos, elevados como cálidas colinas;
ya que no es posible que me escape a la ladera vecina,
y mucho menos que emprenda un plácido viaje hacia abruptas montañas;
en su vaivén juego alpinismo, ascendiendo-descendiendo, álgido, fugaz,
por sus quebradas, o inclinando en sus cimas, o colmando mi sed, sus alturas.

-VI-

Amo tus manos sedosas, blanquecinas al cristal del agua,
pero encendidas entre bucles de piel y pelo, de hojas y flor,
y ese agarre majestuoso, sugestivo, abrazando mi entorno,
y esa calidez de fuego vivo prolongando la noche, esta existencia
y la prontitud de responder al contacto de mi sonido, de mi voz.

-VII-

Amo tu vientre resbaladizo, delineado a luz lunar; entornado;
me sumerjo y me deslizo abismando su esencia, su liviandez,
y como un pasadizo secreto avanzo a tientas, sumergido
en su laberinto, cuyo centro circular me envuelve en sus ritos,
y si crece un geranio en sus praderas inicio un festín. ¡Qué emoción!

-VIII-

Amo tus dedos hilanderos mortificantes, asidos en mi sien;
tiemblan cuando posan su estancia sobre mí, en una estación;
escudriñan toda imagen, pululan todo mi ser, en mis entusiasmos;
recorren palmo a palmo cada suspiro, un deseo, el amanecer,
y unidos a los míos emanan luz eternizando el ángeluz de venus.

-IX-

Amo tus pies descendidos, magníficos, muníficos, plantados sobre el amor;
paso a paso, refugiándose, aprisionándose entre la sábana y yo;
son veletas encantadas, pirámides, vuelos, pedestales, una elegía,
el invierno que entumece mis sentidos, un verano en flor,
el submundo que asciende por mis venas, culebrillas de emoción.

-X-

Amo tu piel libidinosa, perspirante, enervada al tacto,
y más si alienta la sudoración con que me quemo, o me enciende,
o emerge, poro a poro, la calidez, como una oración,
y toda respiración, jadeo, invernación o contacto contumaz,
no es más que noche de verbena, alimento, calor, magia. Ilusión.

-XI-

Desde marzo, génesis del amor, amo con furia tu cuerpo,
toda tú, pasión ad-Vitam que no finge nunca. Por siempre.



Todo eso eres

-I-

Eres frutas y paraíso, vergeles y tierra, torrente o pradera,
océanos y peces, matorral y montañas, sal y arena,
palmeras y rocíos, hiedra y hierba, brizna y canto,
niñez y juventud, mujer y femenidad, calma y bondad,
terneza y caridad, candidez y manto, amor y besos,

Eres juvenil, eterna, invernal, tierna y candorosa,
jugosa, apasionada, voluptuosa, frágil, precisa y amorosa,
cariñosa y maternal, ágil, noble, amada y adorable,
afable, bella, enigmática, prolífera, amplia y ampulosa,
amable, subyugante, tolerable, portentosa, amante, besable.

Eres cantar, resurgir, beber, convivir, explorar,
lustrar, tener, parir, ennoblecer, purificar, pronunciar,
veranear, susurrar, acariciar, tiritar, caer, levantar,
madrugar, anochecer, vivir, felicitar, ver, enceguecer,
amamantar, embeber, supurar, embestir, amar, besar.

-II-

Eres amalgama de colores reflejándose en las palmeras,
que repuntan del arco iris como silueta de un viento,
en sus siete colores, confundidos con tu rostro:
un índigo azul estampando tus pupilas encendidas;
el carmesí enrojeciendo tus ampulosos labios;
rayos violetas refulgentes en tus ojos de camaleón;
bermejos cabellos en cascadas, como hojas amarillas;
un huerto de naranjas tus mejillas redondeando;
aquel verde prado intenso aposentado en tu frente angelical;
efluvios del azul turquí que emanan, emocionados, de tu voz.
Eres un regalo del cielo que Dios me dio. Eterno en mis brazos.



Te reencuentro en toda la ciudad

En las calles subsumidas de tiempo y de nostalgia,
el resol enciende una chispa de alegría en tu rostro.
Un jilguero, asomándose entre hojarascas citadinas,
silba tu nombre como si el canto te existiera.
Rayos preescolares, rielando, resurgiendo desde olas de sal,
desencadenan ráfagas de piropos si te asomas al mar
y en la desembocadura, el río Ozama, en su tibieza,
entre gritos y susurros, intenta hablarte con su llanto.
El bullicio ululante de El Conde Peatonal se esparce con tu risa.
Un buhonero se sobrevaloriza, pero te halaga con sus ofertas.
Tiendas de tejidos y calzados suntuosos con adornos de festín,
son puras emociones, si te coronan arcos triunfales.
Luego, la Catedral, ya petrificada, ya ennoblecida oficiosamente,
ensancha sus puertas, de par en par, y a orar te invita.
Atravesando una avenida, larga, ancha, con su orgía de calor,
recuerdas aquella callejuela de color que bajo tus pasos,
y de hinojos, en tu sonrisa, pude besar tu mano.
Curiosa, una llovizna humedece tu rostro y eres divino diluvio.

En la flor de la noche recuento tus zonas vitales, y me desconozco.
Y voy por tu cuerpo, sorprendido, como por un río. Extasiado.


Las cosas que te miman a su placer

La tarde, el verano, un relámpago, la esperanza,
detienen sus quehaceres si ven que prosigues en tus pasos,
ya tan leves, ya tan sumisos, ya tan precisos,
y no hay sirenas ni esfinges que más te estimen.
La noche, el viento, un lucero, la ilusión,
caen rendidos por la plenitud de tu mirada,
ya tan amplia, ya tan indulgente, ya tan lúcida,
y toda oscuridad se invierte clara con tu sonrisa.

La madrugada, el río, una estrella, la pasión,
se enternecen en la profundidad de tus sueños,
ya tan risueños, ya tan indulgentes, ya tan puros,
y en cada amanecer el alba calla o irrumpe en llantos.

La mañana, el otoño, el sol, la misericordia,
aceleran su día de miseria pero alegres con tus labios,
ya tan sedosos, ya tan iluminados, ya tan sensuales
y un ave de lluvias tintinea tu pelo para adormecerlo.

La siesta, el calor, un resplandor, la añoranza,
inventan horas de placeres para la luz de tus ojos,
ya tan lumínicos, ya tan brillosos, ya tan candorosos,
y sólo yo me regocijo descendiendo a la altura de tu piel.


Qué te hace tan eterna en mis fueros

Qué te hace tan potente en mis adentros, y en los acantilados,
que la noche acontece y el plenilunio cae en la epifanía;
qué salvedad destácase en tu promontorio jovial, en tu rostro,
que el sol solía ser luz y hoy sólo es sombra; una ovación;
qué principios pronuncias al caer la tarde tempranera, o al anochecer,
para que seas antesala de una orgía perfecta; un festín de cundeamor;
qué tan apabullante puede surgir la oscuridad en la noche espesa,
que no hay brillo ni espejo que ilumine tu nombre; ni esta tentación;
qué vientos o huracanes, que irrumpen al borde de tu vientre,
podrían airearme para que convoques con tanta ingenuidad;
qué soplo divino creó el letargo de tu primavera sin flor,
que en cada suspiro tuyo, en cada paso que des, endiosándote,
nace una estrella y el firmamento se nubla de luces; y de invención;
qué cántico angelical acaecería como un eco en la fuente sin humor,
si pronuncias un adiós o el mar se ensombrece, con sus olas desoladas;
qué norma rige en la redondez de tu rostro de Venus, cubierto,
que un ave sólo trina al compás de tus miradas, o al son de una canción;
qué te hace tan eterna en mis fueros, tan candente en mi piel,
para que te mime en cada amanecer, apresurado, ido. Iluminado.
Son tus ojos solamente; son tus ojos solamente. Tus ojos, solamente.


Pienso en ti, luego existo


Al poeta José Molinaza,
quien deliró
al leer el manuscrito
de este poema.
“A confesión de parte...”
no hay relevo de prueba.
Delire usted también,
amigo lector.

Qué hago contigo, si existes en casi todo, ad infinitum, en mí,
en mi ser, mis venas, mi aire, mis sentidos; eres todo, la eternidad,
y quiero ser flor, un ángel, el firmamento, una esfera, tu sentir,
y como ráfaga loca te me apareces en todo lo que toco. ¡Qué visión!

Qué hago contigo, si eres idea que percibo, mi renacer, esta porción que soy,
una piedra que me persigue, un imán que me atosiga; la magia que estimo,
para deshacerme de ti, para que en cada pétalo no me toques.

Qué hago contigo, si de mis besos eres fiel testigo, mi confesor,
y en mis recuerdos eres ilusión, en cada mano canción;
un destino, el desatino que me levanta y me hace soñar,
y quiero ser riachuelo, altamar, escarpada montaña, nubes descendidas,
creyéndote fuera de mí, asumiendo tu ausencia, un ardid,
tu ilusión, un perdón, mi pecado, la esencia que te mima,
el olvido de un día, como hoy, lleno de genocidio, de suicidios.
Qué hago contigo, si la rosa nace en tus inviernos,
en cada colina, en tus praderas, que son mi espera encendida,
y no hay gladiolos, ni vientos, ni follaje que no te renazcan;
o te imploren, o asuman su sino de fijarte en mis latidos,
y quiero ser gnomo, liliputiense o pitufo alicaído, Nelson Ned,
una maqueta que me represente frente a tu silueta tardía,
para que ya no me veas, para que sólo mires mi lejanía, un desierto.

Qué hago contigo, si no hay lluvias ni llantos que te desestimen,
ni flora, hojarasca o rama que te rescindan; o desiluminen,
y quiero ser el silencio que te desalienta, el sol que te escatima,
el viento que te descarría, una luz más que encegadora. Un timo.

Qué hago contigo, si cae la nieve y ya eres mi esfinge; mi ángel caído;
y un rocío se dilata y emerges en mis espejos; como silueta, arropándome,
y quiero ser yo mismo sin tu presencia, inventar, inmiscuirte,
o lujuriar, desterrarme, caer en tus abismos insospechados,
rememorar la primavera, disentir en tus halagos, pero sin tu voz;
perecer en el río, navegar sin velas hasta hundirme en el fango,
irme, subir al patíbulo por ti, ahogarme en ti, morir en ti,
probabilidad más que imposible, insurgente o desalienada;
pues para morir en ti, tengo que imaginarte, pensarte, restituirte;
quiero decir, que si pienso en ti, luego existo, o resucito,
y entonces me elevo, tan sólo para vivir en ti, redimido,
para caer de nuevo, nueva vez alicaído, pensando en ti.

De la

Segunda parte:

de
Pienso en ti, luego existo








Génesis de amapolas
en un octubre floreciente
-Cantos en tiempo de Bolero-





“Voy por tu cuerpo como por el mundo,
tu vientre es una plaza soleada,
tus pechos una iglesia donde oficia
la sangre sus misterios paralelos,
mis miradas te cubren como yedra,
eres una ciudad que el mar asedia,
una muralla que la luz divide
en dos mitades de color durazno,
un paraje de sal, rocas y pájaros
bajo la ley del medio día absorto.”
“Piedra del sol”,
Octavio Paz-.






Octubre 1.

“Estando contigo me olvido de todo y de mí;
parece que todo lo tengo teniéndote a ti.”
Don Felo / Danny Rivera-.

Octubre es el mes de las flores que más se te parecen;
es ardor, tiniebla, espanto, matinal festivo, el preinvierno.
Octubre crece sobre ti al margen de un rosa blanca;
llega lento, se interna en tus acentos, escandalizado.
En octubre surge el renacer como jungla de amapolas,
es un círculo recorriendo tu aurífero vientre de goma y plata,
el periplo de la noche que adormece en tus ojos un horno, una canción,
la misericordia que alaba mis sentidos, un perdón,
este orfebre que no adolece de malicias y hurtos, una oración.
Estando contigo, octubre enloquece de rubor, es un concierto,
y así, aferrado de tus manos, absorbiendo tu gélido aliento,
no hay heraldos ni vientos, lluvias o sordidez, escorias,
que violentamente me desestimen de tus inventos.
Como octubre, eres otoño, retoño, mis ajuares, casi todo.

Octubre 2.

“Sin un amor la vida no se llama vida,
sin un amor le falta fuerza al corazón...”
A. Gil / J. Navarro: Los Panchos-.

Sin un pétalo de sol que sonroje tu semblante enternecido;
sin la vida, que sustancia, ansia, savia, placer, simiente
te brotan, efervescentes, pese a tu tierna juventud diluida;
sin esa fe que añoras, ora alicaída, ora emergente, prístina,
y que sobre la luna te aireas con feria melodiosa; casi una diosa;
sin tus miradas de hielo que cálidas sólo pestañean auscultándose;
sin la esperanza que te atina, que se deshizo, que se hace;
sin un rito de juerga que te estimule, con rictus de sonrisas,
con fervor o entusiasmo, indigestando un atardecer de llanto,
o fríos amaneceres, con lluvias increíbles o rocíos de escarchas;
sin una vida tuya, candorosa a la luz del alba, fértil,
se marchitarían los azules cielos, le faltaría rojez al corazón.
Sin las amapolas de octubre, renaciéndote, como sierpes de Venus,
quizás sería posible tanta ternura. Pero no es posible tanta emoción.

Octubre 4.

“palabras de mujer que yo escuché,
junto a mí, cerca de mí, muy quedo.”
Agustín Lara-.


Tus palabras In Vitro son amapolas acariciando mis fluidos.
Tus palabras en ciernes amanecen descalificando un día sin retorno.
Tus palabras en vaivén susurran al viento himnos y alabanzas.
Son tus palabras ambarinas esencias, tu presencia, una oración,
y divinizan mis esquemas como ave agorera en el flujo del mar,
fértiles palabras de mujer que se aproximan al paroxismo,
de lo soñado, de lo estipulado en cada flor, de lo inventado.
Palabras de mujer, las que inventan, las que auscultan.
Mujer de unas palabras para el sonido, cuantificadas. Explosivas.
Tus treboladas palabras llegan a mí, se posesionan de mí, purificadas,
como hiedras en la arena, y me aflechan, me sustancian.

Octubre 5.

“Qué bonito amor es el de nosotros,
qué bonito amor, debe perdurar;
es nuestro amor...”
Palito Ortega-.

Hoy las amapolas aman más los colores del viento,
ríen, inventan, rediseñan un rito en tu boca de espumas,
circunnavegan por el mar de tus ojos, incansablemente,
con guirnaldas de inventivas en tu corazón,
e irrumpen el tiempo a su antojo, coronando tu pelo.
Hoy las amapolas, abatido el regadío subyacente, subsurcado,
inmenso el promontorio fértil, contumaz, de tu vientre liso,
inventan horas taciturnas para contarte, o verte, o inmiscuirte,
crean un espacio siderado para adorarte, o divinizarte, sonreírte.
Hoy las amapolas halagüeñas dejarían de llorar porque te amo.
Qué bonito amor de amapolas, creando estrellas, vastedades,
amor inmenso inyectado de luz que debe perdurar, eternizado.

Octubre 6.

“Tus besos se llegaron a recrear
aquí en mi boca,
llenando de ilusión y de pasión
mi vida loca.”
Claudio Estrada / Ñico Menviera-.

Tus besos transfieren la beatitud del adolescente. Zonas insurgentes.
Espesos ingredientes, flor de amapolas, altitud fulgurante,
tus besos son un éter que volatilizan el alma en vela,
candidez que se envuelve en mis eternas brumas de ilusión,
un chasquido emergiendo del pavimento como resolana ardiente,
la ventisca del amor, el susurro que calla y siente,
el tahúr que interpreta al azar con una ovación de hipismo.
Tus besos enloquecen una primavera de sol que te florece,
son mis sienes, mis barrotes, mis sin sentidos,
y se posan en mí, durmientes, despertando en la noche,
y recorro sus recodos como en una almohada.
Tus besos, no sólo los toco; hierven en mí como serpientes. Estimulativos.

Octubre 9.

“Buscaba mi alma con afán tu alma,
buscaba yo la virgen que a mi frente
tocaba con sus labios dulcemente
en el febril insomnio del amor.”
D. R. / Marcos Ant. Muñiz-.

Tan lleno de ti y exijo más rienda sueltas y mareas, que reclamos.
Tan dentro de mí, mas aún busco el vaivén de tu pecho; tu alma;
tan inmensa en mí, y un insomnio me revela tu ágil presencia.
Cómo hacer que la barcarola de tus ríos adyacentes, frente al viento,
resuenen por mis sienes besando las riberas de mi frente.
Qué alegato pronuciarías cuando agotes tus alegrías,
o si alzo copas ligeras para brindar por las bridas del amor.
Eres un pez en su agua, un ave montaraz, argenta, lujuriosa,
la simiente que crece y se entusiasma con cundeamor,
y no hay forma, ni colores, ni estaturas, ni dimensiones,
que puedan desasirte de mis rieles y que son tu pasión,
y es que soy montaña, un mito, geometría legendaria,
el agua para tus amapolas, que se aflautan, se ennoblecen.

Octubre 10.

“Ansiedad de tenerte en mis brazos,
musitando palabras de amor.”
J. C. Sanabia / Nat-King-Cole-.

Hendiendo el viento con ansias de amapolas caprichosas,
y diversas en sus colores que apresan rocas y hastíos,
hoy musito al amanecer palabras que rocían tu espíritu.
Es una ansiedad que se yergue, una ansiedad que te nombra.
Es una ansiedad de prurito multitudinario, ansiedad de estíos.
Cándida en tus amaneceres inviertes mis sentidos, esta ilusión;
sumisa en los atardeceres prorrogas esta existencia, sin dudas;
entonces, de nuevo el viento, luego el frío, se bifurcan sobre ti.
Otra vez las amapolas, en tu precisa ansiedad, en la espera,
en la antisoledad, en la presencia que te preciso, sobrio, compungido,
amalgamando tu semblante de lino si mis dedos rozan tu piel. O gimen.



Octubre 11.

“Tus besos son los que me dan alegría.
Tus besos son los que me dan placer.
Son como dos luceros, me hacen llegar al cielo,
me hacen hablar con Dios...”
Orq. La Gran Manzana-.

Una luz lumbaga cae sobre el sol; son tus besos;
el cielo espejea un rostro feliz o adormecido; son tus besos;
ronda la luna con su blanca palidez, suave; son tus besos;
implora un ave mientras corteja dulcemente; son tus besos;
la primavera se llena de gladiolos o amapolas; son tus besos.
Sí, tus besos son la cálida sonrisa del invierno, extenso.
Tus besos son un acontecer alegre o festivo para la patria.
Tus besos son inclinarse en cuclillas ante un altar, devoto.
Tus besos son claros, blancos, transparentes, sediciosos. Míos.
Tus besos son la salina agridulce que te embellece el rostro.
Tus besos, esto que soy, un regazo de flores en tu boca.

Octubre 12.

“Renovado esplendor esta noche hay en ti,
qué bonita que estás, qué bien luces así,
con el blanco marfil del vestido de tul,
maquillada muy bien y tu tapado azul.”
Roberto Sánchez: Sandro-.

Angelical, mas no espectral, una sombra que te oscurece;
voluptuosa, mas no gótica, un gladiolo sobre la azucena;
esplendorosa, mas no cegadora, un faro raro de tierna luz;
esta noche cae sobre tus blancos dientes una sonrisa
que llena, veladamente, de alegría toda la sala. Esta habitación.
Tu rostro luciría mayor sordidez si no es por tu gesto sencillo.
Y ese azul turquesa de tus guantes estremece tus leves ojos.
El escote bajo, tu mirada altiva, un ademán a media, complaciente,
te revelan como una diosa odiseana, un candil de mitra,
unas amapolas que se briznan por tus hombros, en tu vistoso tul.

Octubre 14.

“No existe un momento en el día
en que pueda apartarme de ti.”
A. Portillo / Luis Miguel-.

Un arcos iris posado en la rama del viento, amortajado,
eres tú.
La cascada serena, pero ágil, brotando de mis ojos,
eres tú.
El viento que se revuelca en el vientre del sol, consumiéndose,
eres tú.
En lontananzas, un ave planeando con sus endechas de amor,
eres tú.
Candilejas deslumbrantes indicando levemente el rostro del mar,
eres tú.
Apretada a mi pecho, una niña consentida me mira con sus ojos tristes,
eres tú.
Humedecida, tácita, acaso candente, una lluvia que me acaricia,
eres tú.
Una mesita de noche, la lámpara encendida, una sábana de seda,
eres tú.
Una canción que la vellonera resalta con pasión o desamor,
eres tú.
La resolana que se levanta a las tres de la tarde, incandescente,
eres tú.
La cándida, argenta o aventurada magia con que un pez mira,
eres tú.
En su estado de hibernación, la crisálida agilizando fusiones,
eres tú.
Inventando encantamientos, un alquimista eterniza el otoño,
eres tú.
En todo momento, verdes amapolas con su efluvio de sonrisas ríen,
eres tú,
y no existe un momento en el mundo que puedan apartarme de ti.
Sigues siendo tú.

Octubre 15.
“Dos gardenias para ti,
con ellas quiero decir: te quiero.”
Isolina Carrillo / Daniel Santos-.


Dos gardenias malvas para ti, amplias, sumisas, totales,
no el predominio de ramas sinuosas, hojas o tallos.
Dos azucenas blancas para ti, asumiendo su rol de rosas,
nunca piedras y raíces rompiendo la tarde.
Dos hortensias azules para ti, deslizándose en riachuelos,
jamás oscureciendo el alba, la mañana fría o tibia.
Dos gladiolos rojos para ti, subsumidos, en tu rostro caído,
no el arbusto que se pierde en medio del pálido bosque.
Dos pétalos verdes para ti, inmensos, florecidos, rociables,
no un ave fugaz flirteando sin cortejo elegante.
Dos margaritas naranjas para ti, que en plenaria te proclaman,
ninguna calleja emitiendo resolana cálida o ardiente.
Dos claveles rosas para ti, que eres mundos, que eres fusión,
nunca el sol calenturiento, ni el viento ardiente.
Dos crisantemos violetas para ti, aflorando en tu piel,
jamás ríspidos volcanes inmunizándose con sus lavas.
Dos orquídeas magentas para ti, riendo en la floresta,
ningún espantapájaros que ahuyente tu sonrisa.
Dos coliflores amarillentos para ti, miel deslizándose en tu vergel,
no un mundo alucinante, como aquel océano confuso.
Dos algas verdemarinas para ti, con sus nuevas, ágiles frescuras,
jamás sombras lunares, ni nimiedades ni ajuares.
Dos sauces plateados para ti, orificando tu vientre de acero,
nunca la cruz de hierro con su crucifixión afligida.
Dos lirios trigales para ti, en tu pelo, verdemar en tus ojos,
ninguna sonrisa fingida mugiendo el sentir de la tarde.
Dos magnolias blancas parta ti, predispuestas en el altar de tu boca,
nunca un candelabro por el viento semi apagado.

Finalmente, dos amapolas yertas para ti, siempre fieles,
que crecen previamente, en tu cumpleaños, vírgenes, vivificantes.

Octubre 17.

“Los aretes que les faltan a la luna,
los tengo guardados para hacerte un collar;
los hallé una mañana en la bruma
cuando caminaba por el inmenso mar.”
J. D. Quiñónez / Vicentico Valdez-.

Ven conmigo, como caballos marinos galopantes, al centro del mar;
he aquí donde la vastedad del cielo se engrandece con tu rumor;
he aquí donde la lucidez se inmiscuye en la densa espuma que cae hoy,
y la candidez, a horcajadas entre la virtud y tus ritos de llantos.
Ven conmigo, presumiendo interés, viajera de las estrellas, ululante,
toma un espacio caluroso donde la belleza te subvierta, o calle siempre,
toma un centro de brillantez donde la iridiscencia se ennoblezca
y la oscuridad, redondeada de luz, sólo sea fondo de tu resplandor.
Ven conmigo itinerante lunar, un espacio sideral te reclamo quedo,
donde los ópalos adyacentes al mar se crecen con sus gritos
y un inmenso collar, con volutas mágicas y multicolores de lapislázulis,
rodea, candoroso, tu mugido cuello que es perla, que es amapola,
pura emoción. Pura alegría. Pura canción. Pura armonía. Un sol.

Octubre 18.

“De las lunas, la de octubre es más hermosa,
porque en ella se refleja la quietud
de dos almas que ha querido ser dichosas,
al arrullo de su plena juventud.”
Pedro Infante-.

Un reflejo de luna por la superficie del viento que hoy me apabulla
se escabulle entre tu pelo, se envuelve sedosamente acariciándome
y se transparenta cuando choca con la luz de tus ojos o tu vientre;
es octubre.
En la meseta esteparia sobre la colina, frente al lago, cieno claro,
brilla con toda su emoción un rayo lunar que cae solo, como silueta,
se interna sinuosamente por tus comisuras labiales, esbeltos; sonrosados;
es octubre.
Inmenso en su quietud, un espejo devuelve tu devoción como esperando,
con un haz que te ilumina toda, tú que estás para endiosarte, deidad altiva,
y sonríes con esplendor, iluminando toda la tarde que a la vez te sonríe;
es octubre.
Dos itinerantes, sin horario para amarse, tú, yo, enhiestos, sumergidos,
reciben la vendición lunar sentados en una roca milenaria, estupefactos,
y no hay fuego ni espantos, ni pitonisa que los desunifique o enturbie,
y es que es octubre, amapolas, otoño, el azul del mar, la flor que nos ata.

Octubre 19.

“Magia blanca tú tienes,
me has hechizado a mí,
con tu mirada coqueta,
con tu manera de andar...”
Chucho Avellanez-.

Magia de amapolas verdiblancas, tan extensas, sintetizadas, de algodón.
Magia que es pereza y suavidad, tibieza, finalidad, el fragor del viento.
Magia de colores si revolotean pájaros allá en el cielo donde te asumo.
Magia que un virtuoso enciende con su risa de sacrosanto o birlibirloque.
Magia entre la bruma y la pared, una hojarasca etérea, prado de tus ojos.
Magia que dulcifica tus pasos altivos y va por el aire como un reflejo o reflujo.
Magia parlanchina de agrio grito, de aire eterno, perenne, como ladera.
Magia incandescente y es fuego, y es canción, hurra, simiente sumergido.
Magia como portavoz de la noche para tocarte, asirte, sin voz, con aliento.
Magia que asiste a tu orgía como a mesiánico rito, festinando tus rezos.
Magia entre la hierba, arañando tu rostro amplio, lúcido, en hojas fijado.
Magia mágica con que miran tus ojos blondos, albos,
mirándome, hechizándome.



Octubre 21.

“Por amor se han creado los hombres
en la faz de la tierra.
Por amor hay quien haya querido
regalar una estrella.”
Rafael Solano / Niní Cáffaro-.

Por amor una amapola de vidrios brotó de la lluvia de tus ojos inocentes;
decenas de mariposas circularon por tu cuerpo angosto, enternecido.
En cascada, tus cabellos son ramas de un monte silvestre que es romería.
Tal vez la primavera tuvo sus encantos en tus mejillas de vino o de vals.
Un sonido sibilante llegado del cielo irradió trigales en tus labios bravíos.
Siendo ángeles, tus volutas mágicas amamantan al mundo que hoy erupta.
Aún desestabilizada, tu ósea columna es un alivio para mis placeres.
Destellos otoñales de plantas resplandecen al alba desde tu mirada álgida.
Por amor se crea el invierno; ayer envilecido, dispendioso; hoy farol.

Octubre 22.

“Nadie te ha querido como yo,
nadie te ha ofrecido tanto amor.”
Charles Chaplin / José José-.

Ni siquiera las amapolas con sus flores rojas o ingenuas o magentas,
y el acordeón impulsando sus sonidos estremecidos, llenos de cielo,
o la resaca del mar con su espumarajo de nieves y nubes, y/o ternuras,
muestran tanta placidez si tú subyaces en el acantilado de un vergel.
Ni siquiera un arbolejo arañado por las fibras secas del atrio escolar
y la calleja que sigue los pasos del transeúnte si anochece más tarde,
o el colibrí majestuosamente cantando hosannas alegres, o entretenidas,
retienen tanta candidez si te acercas, miras, o te alejas sobre la luz del sol.
Ni siquiera el rocío que ululando bajo llovizna presurosa te anega en miel,
o el estío incandescente soportando su resolona que es candor, y lucidez,
o un arco iris nublándose con el crepúsculo, ya risueño, ya conjuro, ya unción,
vibran con tanta emulación en tu juerga, en tu desnudez, en tu desvío.
Nada ni nadie impedirá que la primavera eternice tus ojos de verdemar.

Octubre 23.
“Por alto que esté el cielo en el mundo,
por hondo que esté el mar profundo,
no habrá una barrera en el mundo,
que mi amor profundo no rompa por ti.”
Pedro Flores / José Feliciano-.

Las amapolas, el renacer, hoy llover, un amanecer, entreamar, mirar,
un diseñar, el contar, otro anochecer, un ulular, cantar sobre la mar,
el arremeter, un pronto florecer, vislumbrarte, amarte, endiosarte.
Las amapolas, sustancias, goterones, una ansiedad, lunas o soles,
el encuentro, dos crepúsculos, savias, ramajes, un rato a tu lado,
un acontecer, la profundidad, aquel sismo, la pared, insondable pasión.
Las amapolas, encastadas, incoloras, aprensivas, enrojecidas, bebidas,
anchas, espesas, amarillas, desinhibidas, prohibidas, mis vitaminas,
florecidas, aves florecillas, verdosas, envilecidas, altivas, mis insulinas.
Las amapolas, gestionando, procurando, en espera un deseo inmolando,
tratando de ser todo o casi todo, de ser abismo o cielo, una barrera,
para que nada nos contenga o se interponga entre mis fueros y tus ojos.

Octubre 24.

“Yo no sé si es prohibido,
si no tiene perdón,
si me lleva al abismo,
sólo sé que es amor.”
Pontier Francini / Roberto Yanez-.

Las amapolas, un renacer que mira al cielo si llueve o llora lágrimas,
el viento que golpea al trébol cuando la rama descansa sobre tus manos,
la inquietud que amilana, el pensamiento de soledad en un santiamén;
las amapolas, sustancias que el cristal vuelve goterones bajo tus mejillas,
liquidez que se espesa con las ansias y su brillo, que es hosca oscuridad,
adversión liquidada con los labios entrechocados, ósculos al amanecer;
las amapolas, indecisas cuando la mar sondea la costa con sus goterones,
pronunciadas si tu pelo es aroma, y tus cejas son hierbas, o bouquet rosado,
encendidas porque ya eres canción, tono melancólico, un gesto asustado;
las amapolas, remontándose idas, de rama en rama, a tu silvestre pelo,
escarpando, alpinismo locuaz, tus odiseas aventuras, tu decisión ingente,
rastreando, con olfatez, tus incoloros ojos de verdemar, como camaleón;
las amapolas, se desfloran, se renacen, te esperan, sólo saben de amor.

Octubre 26.

“Estás en cada cosa que pretendo...
...en cada ciencia, letra o arte...
estás donde no estás y estás conmigo...
....y en mi surco mental eres semilla.”
Anthony Ríos-.

En un rincón de este aposento, repleto de ternuras, de entes eróticos,
en la almohada que se inmiscuye en mis asuntos, como soplos de sirenas,
en el vino bebido, acantilado de uvas de playa en tus labios sopranos,
en la sábana que se enrosca o se desliza en los confines de tu piel,
en esa cama anchándose en su soledad macilenta, fría al tragaluz,
en aquel libro semi-abierto, apertrechándose mis manos a las tuyas,
en la visitante mariposa que se posa sobre tu retrato, y ríe, y sueña o suda,
en la incertidumbre de noches a solas si ya no vienes o dilatas los pasos,
en este poema que aún no concluye su argumento vacío ni su escritura,
en ese ramo de flores que inmensas semejan un estío baldío, solariego,
en este clavel rosa en la mesa, ¡ay!, austero! noche apacible, noctámbula,
en fin, estás en cada cosa que pienso, o toco o disemino por tu vientre.
Y vienes a mi mente como por un río, caudalosa, llena de algas, de amapolas.

Octubre 27.

“Si yo tibiera dos corazones
hoy latirían para ti;
si yo tibiera dos corazones
los dos serían para tu amor...”
Nelson Ned-.

Dos amapolas rosas sonrojan el cristal del viento, cuasi anocheciendo;
dos latitudes, sin pausas ni prisa, tocan tu pelo; luminoso, legendario;
dos miradas entrecruzadas de soslayo, te espejean, mientras caen rosas;
dos cascadas, lentas, turbulentas, humectan tus ojos, como el arco iris;
dos sinuosos caminos que se alargan en la superficie de tu piel, y te sobornan;
dos manos, temblorosas, enroscando tu cabello, se aplauden cálidamente,
dos amaneceres simultáneos ritualizan la claridad del día apurando la noche;
dos sonrisas se enternecen, presurosas, en cada palabra, en cada vocal;
dos curiosidades por saber tu nombre te gorjean a voces y tú miras, suspicaz;
dos corazones, el tuyo, el mío, se sintonizan en las noches otoñales, ágiles;
de dos en dos amo tu sonrisa, por ingenua, por sedosa, libidinosa. Volátil.

Octubre 29.

“Sabes que te quiero
como a nadie en el mundo,
que es seguido tus pasos, tu caminar,
como un lobo en celos desde mi hogar,
con la puerta abierta de par en par...”
Víctor Manuel-.

Sigo tus pasos, a ver, con luminarias expansivas al huir del ocaso,
o tímidas aguasvivas allende el mar susurrando las olas saltimbanquis.
Sigo tus pasos, a saber, como pastor en arriero, tumultuoso, dominante,
o parisino caballero lisonjeando con un silabario ininteligible a las cortesanas.
Sigo tus pasos, así no más, pisoteando hojarasca en su caída estrepitosa,
o retoñando amapolas en la placidez de tus amplios, esquivos ojos verdes.
Sigo tus pasos, cual lobo feroz, rastrillando su presa de lujuria y sumisión,
como candilejas proyectivas, sinuosas, vislumbrando la tarde occidental.
Sigo tus pasos, en fin, como un mundo rotativo, que orbita sobre tus hombros.
Y me abres las puertas de par en par, inmensa, aún me quede en penumbras.


Octubre 31.

“Estas son las mañanitas
que cantaba el Rey David
a las muchachas más bonitas
y hoy te las cantamos a ti...”
Marcos Ant. Muñiz-.
“Cerebremos con gusto, señores,
este día de placer tan dichoso...”
Javier Solís-.

A Carolina, en su cumpleaños-.

En esta dulce, prolífera mañana de tu onomástico, risueño, feliz,
finalizo estos versos Carolingios con una canción. ¡Ay, emocionado!
Y quiero verte así, tan esbelta como siempre, magnífica, con tu espanto de risa,
con tu falda fuerte azul que te regodea el alma, tu esplendor, y tu rostro.
Hoy voy a decirte que te amo bajo la intemperie, sobre tus dedos,
o en un oasis, o en el manantial que aún no tiene nombre,
y te voy a regalar los siete sueños que necesita la patria,
vertiginosa en su lecho nostálgico, inminente en los acantilados,
para que progrese, para que los niños te sueñen en invierno, o en el alcanfor.
Hoy día de Halloween, serás más famosa que Juana de Arco, y lucirás a tu placer.
Hoy voy, vamos a ver, a piropear tus labios de rojo carmesí,
tu boca de estampados corales, o de luciérnagas encendidas,
que aquel pintalabios que extraíste de la cartera te poseyó, aprensiva y munífica,
y lisonjearte, y mirarte y escribirte endechas de amor, en cada pétalo de flor.
Voy a detener el tiempo mientras espera aprehensiva, posada en el altar,
que el mar vuelque sus peces verdes en tu verdemirar, el cielo pintarrajeando,
o que el viento eleve con su grito tu “japy dey” memorial, tan sumisa, tan candente.
Quiero, insisto, postrarme ante tus piernas y acariciar su piel,
rejuvenecerme, expandirme, enjuagarme en tu risa loca como el barrancolí.
Y si es posible, vendecir tu llanto alegre con sorbos de espumas o de cerveza.
Voy a intimidar con tus santos, a fin de que te veneren y recen
y santigüen tu frente blanca, en tanto te arrodillas sumisamente
y no haya sol ni estrellas, luna o viento marino que se esfumen, que se inviertan.
Quiero, en un velamen de algodón y seda, entretejer tu nombre, colorear tu emoción,
y enmendarme como si el pan es dulce, amplio el cielo, gaviota el gorrión.
Voy, finalmente, a ofrecerte una noche placentera, un instante posesivo,
vorágine de pasión, una crucifición en tus brazos órficos,
para que tus suspiros, tus manitas anchas me embriaguen de estimas,
me llenen de opción o de clavel enclavado en tu pelo sobre mi hombro.
fin del libro
Pienso en ti, luego existo


Aún que da rodante la palabra….…Antología unipersonal......Poesía......Federico Sánchez




8



La Ciudad:
Consummatum Est
y otros poemas insólitos
-1998-







“Entro en la noche de mi ciudad, yo bajo a mi ciudad
donde me esperan o me eluden, donde tengo que huir
de alguna abominable cita, de lo que ya no tiene nombre,
una cita con dedos, con pedazos de carne en un armario,
con una ducha que no encuentro, en mi ciudad hay duchas,
hay un canal que corta por el medio mi ciudad...
...Entro sin saber cómo en mi ciudad, a veces otras noches
salgo a las calles o casas y sé que no es mi ciudad...”
“62: modelo para armar”,
Julio Cortázar.





La Ciudad,
Consummatum Est

-I-

Esta Ciudad existe en mí, como fábula al niño; desorientándome;
más bien no existe; es una imaginación; la sombra que susurra;
un ave a ras del suelo, reinventándose, diluyéndose;
la claraboya que tintinea una luz, apresurándose, la penumbra;
un arpegio que se imita, un ladrillo que se agota; cal y arena;
existe en ella misma, por ella, en mis aprestos. En mi ternura.

Esta Ciudad es misteriosa, apabullante, desleal, ruidosa;
el recorrer de la nada, el inventario, un suplicio; la desolación;
la existencia gris de los amaneceres; un resol; el sol deslumbrado;
un monumento de la miseria; el transcurrir a destiempo, esta espera;
un momento de la suntuosidad; la solapa develada; el devenir sin frío;
el alcaloide con que se embebe la tarde, imaginándose;
el remolino donde se desangra el suicida.

La Ciudad y sus divinidades, lujuria fría. Veleta al viento o al mar.
La Ciudad de los ventrílocuos, repitiéndose, y los emporios,
la Ciudad de las verdureras que apaciguan la timidez; verdinegras,
recorren sus calles, decoran abismos, macilentos.

-II-

La Ciudad, sujeta a lo inesperado, a lo casi acontecido;
candidez para políticos, paraíso interminable; o misericordioso;
sordidez para protestantes, profetas en su tierra; desharinados;
pasarela presidencial, justificándose en su limpieza.
En su esperanza, en su aspereza, en su sutileza, su tristeza.

Es la Ciudad un poema reciclado, un superávit sugestivo
que se desvalora para revalorizarse, inmisericordemente,
en cada vista pública, en cada subasta, en cada amanecer.

La Ciudad, inauténtica en sus estribos. Sumisión.
Vorágine cuando el cenit solar se cierne sobre la brisa
y aprieta con sus vientos de espantos o surge alguna emoción.

La Ciudad, ópera en apertura, logia ilógica de la ilusión,
si su partitura musical se endosa sin su rumbo; repicando;
misteriosa en sus fueros intangibles, profusa a veces,
si misérrimos son sus discursos, con sus introitos pasajeros,
sin aspavientos, ni vientos o lluvia que la escatimen.

La Ciudad reincorpora su existencia, la unicidad íntima
del ausente, del presente, del redivivo, del natimuerto.

-III-

La Ciudad, apertrecho de la nada, lujuria de pavimentos;
arca a la deriva por un mar sin resacas; cuyas cretas aspavientan;
carruaje por esas calles intransitables, peaje único. Nostalgia.

La Ciudad del éxito, de la melancolía, de la sutileza;
nos abruma con sus exabruptos; soberbia, escueta; que deambula;
nos redime de ilustraciones, fórmula de pensión; mercadería de impostores;
nos inmuta con sus proyectos, orgía de esperanza; o desilusión;
moderna en sus palacios de candelabros, en sus altares patrios;
miserable en su pasión, una estampa de ruinas y callejas;
aldea lacustre en un río que la ahoga, la desahoga.

-IV-

La Ciudad, doncella vendita entre todas las deidades;
imagenería de un fantasma petrificado. Un gnomo en el mar desauxiliado.

La Ciudad atrapa mi ser, mi haber sido; persistencia platónica;
sin ella ya no existo, no resisto, autopersisto, desprovisto,
en sus signos de orgías y en mis signos históricos,
en sus extramuros y sus antros de barrios marginales.

La Ciudad, mi nada, mi todavía, exégesis que me define;
futuro a la deriva. Maremoto. Pleamar. Oceanía al descubierto.
O quizás una canción, convergente, disolvente; tarariada;
alegremanía que nos augura por sus poros. Es nuestra;
una vida que se asume a despecho de los vientos fríos.

Esta Ciudad, nosotros, como la Patria, Consummatum Est.


Febrero, 1997-.



Canto ceremonial
para un sueño patrio

“...el viento frío que acerca su hocico suave
a las paredes,
que toca la nariz, que entra en nosotros
y sigue lentamente por la calle,
por toda la ciudad...”
“Viento Frío”
René del Risco.-

Alguien anuncia el concepto Patria y revolotean palomas en la inercia del cielo.
La nostalgia suspira. Respira, se ennoblece.
Incertidumbre de la duda. De la nada.
Un proyecto que se deshace. A despecho se rehace.
Un ideario que se reincorpora. Historia sin pasado.
Es tan sólo sombra. Inacontecida. Viento frío citadino. Una Desiderata:
ojalá que el clavel no se caiga en el filo de la espada,
cuando un grito proclame el futuro de su voz;
ojalá los principios-leyes, las normas-reglas, desolados, con sus acápites,
no se disuelvan en ecos que retumben en la inocencia;
ojalá se despierte el ego de aquel Febrero que se inició desde siempre,
o pase algo que nos emerja de pronto,
una proclama encendida, una chispa de miedo,
un susurro de viento que nos recuerde la muerte,
para no necesitarte tanto, Patria, con tus sueños de nieves;
ojalá desde tus tumbas nuestros héroes reinicien sus caminos ya trillados:
Simón escalando el volcán Bolívar retrotrayendo el hollín libertario;
O'Higgins desandando las alturas de Machu Pichu,
desenterrando el pétreo poncho andino,
coliflor desenvuelto, girante a la luz del sol, con la agonía vivificante;
Hidalgo doblando su sotana como badajo de campana,
alertando con su grito adolorido, el amanecer promisorio;
San Martín con su patagonia a cuesta, atravesando la ilusión,
durmiente en los ritos del gaucho y el tango;
Sucre escrutando selvas y amazonas milenarias y altivas,
estepas de esperanzas, respiro de unicidad, cántico de aleluya;
Whitman con su barba quisquillosa y remojada,
democratizándose entre hojas de hierbas y edificios futuristas;
Enriquillo, con sus abdicaciones y aprestos subversivos, a la vez,
con sus sueños de reencuentro con el lar nativo, soñándolo, deliberándolo;
Duarte, entre calles y cordilleras, estatuas y liceos,
borrándose al paso del tiempo con sus ritos solitarios,
consumiéndose a destajos, al borde de ideales
y pírricas presunciones, suntuosidades y bohíos lacustres.
Ojalá la rosa no se deshoje en su jornada,
a lo largo de un camino cansado. Usado;
y que florezca Abril como si el mar fuera savia,
y que la espada de Damocles no incline sus navajas,
como si el hombre disintiera. No existiera;
y que el viento no haga sobrepeso
en la balanza melancólica de la Ciudad,
como si las aldeas montaraces, asilvestradas o vírgenes, no fueran virtudes;
ojalá que este niño no tenga que rememorizar
que desde ayer una palabra aún está inconclusa,
y que mariposas despliegan sus alas anchas, espejeantes,
deslizándose entre la duda y la Libertad.

Septiembre, 1996-.


El limpiabotas
más I-lustrado de la Ciudad
Loa a mí mismo, entre los nueve y los once años

“Tras la alegre fuga de otros
quedó el simple sonido del apellido adulterado,
difícil de pronunciar.
.....La vetusta ciudad.”
“Los inmigrantes”,
Norberto James-.

Es un ángel de la brillantez; es brillo él mismo, espejo que bruñe,
el que desliza a vuelo de pájaro la intemperie polvorienta.
Es un I-lustrador en cierne; un canto silbado, paño olfateado,
el que rasga, incesante, para asegurarse la otra vida.
Es un iluminador, cuyos lienzos deshacen las escorias del honor,
para no enmohecerse tanto, para no decaer tanto a la deriva,
en cada lustro que por su existencia pasa, en cada ilusión.

Es el Lustra-botas que desanda por sabanas y callejas,
para que el amanecer no lo acoja absorto con su grito.
Es el que desinfla las volutas mugrientas de la ciudad;
el que deshojó las láminas con sus derrelictos parricidas;
un cántico improvisado, lo que le espera en cada jornada,
un quejido a capela, lo que le sirve de alivio en cada emoción,
un requebranto subyacente, lo que se le adhiere a su voz.

El limpia-botas, letargo de misericordia, una efeméride,
la única carpa desprotegida que se sirve de la nitidez,
corredor impasible que riela su llanto en las aceras.

El Lustra-botas, perseverancia que no escatima, hégira envolvente;
descendiente del que emigró hacia otras ciudades menos suicidas
al deshechar los paños y los adminículos con que se abrillanta la esperanza;
la hoguera apagada del surco del no-ser, de la derrota inicial;
ave que en cada regreso se aferra de la esperanza.

El Limpia- botas, la espuma que denuncia en cada enjuague una pasión,
y que nos espeta nuestra cálida inmundicia, y nos inmuniza,
y nos delata en la inmesidad de una pulcra hipocresía.

El Lustra-botas, entre el éxodo de la barbarie y la civilización,
cándido mamarracho que ofrece iluminación y tonalidades para el consumo,
caja fuerte de incertidumbre, su único atajo no desahuciado,
bonachón que se asiste de un líquido frugal ilustroso.

El Limpia-botas, ágil agitador que se revienta en cada prisa;
un invento, decadencia a la deriva, rito, espejo y realidad;
un duende impasible, alpinista que se asciende en sus sueños,
como el corre caminos y el canjeador, náufrago de la sobrevivencia.

El Lustra-botas, el niño que hubo en mí, parrandero, doliente, pícaro;
el hombre que hay en ti, displicente, un sin fin que no se regresa;
la leyenda que se crece en su mito, el suceso que no acontece,
lo deducible a partir de una ilusión, cónsona, desheredada.

El Limpia-botas, a través de él he sido referencia y espacio,
con él una voz vocinglera, expectante, se expande en la nada.

Agosto, 1997-.

El Ozama
río al que se canta y se llora

“...a veces paso por cualquier lugar,
donde contigo fui tan feliz;
mas qué distintas son
las cosas ya sin ti,
pues esta gran Ciudad
es sólo un porvenir....”
Balada de Luisito Rey-.

Una luz rueda amontonada en la confluencia de un río.
En cada gota de agua, raíces y flores se estremecen adoloridas.
Es un diminuto aliciente que enternece la aurora. El horizonte.
Y su color, su transparencia, su sabor, despiertan al enmohecerse.
Cada efluvio, golpeando las piedras, es un atisbo de su voz,
una lágrima que humedece sus cuencas. Su forma canaliza;
un grito incesante, una inmensidad abierta a la quietud,
al mar intenso, al solsticio del sol, al socorro de la tierra.

¡Oh río ozamantino que perece bajo las miradas incesantes!
Cada barcaza que te recorre espeta ronquidos quebrados,
y te indemniza el alma acuática, tu brío, espécimen humectante, frío.
Cada embarcadero es una estancia que infringe tus cauces,
y tu olor aroma ofrece, y tu candor florece, como estanque dormido.
En rítmicos latidos, tus corrientes alternas, fugaces, voraces,
yacen en la afluencia del mar que es vorágine en asecho.
Fétidos lodazales del fondo de tu ingenuidad son escorias revueltas,
quizás fertilizantes de los dioses, poseídos por tu vejez planetaria,
o huellas de barro con rasgos coloniales, abismos que te consumen.
Cada embrujo con tus olas saltarinas es una lluvia que no cesa,
una pleamar que alimenta tus cienos verdes, y tus riberas ensombrece,
un dilema resuelto en tu vastedad, un poema húmedo, una flor,
el arrogante fluido que ilumina la ciudad, un ducto al estero,
hacia un porvenir irresolucto y que no irá a parar a ningún lugar.

¡Oh cándido Ozama, por ti, follajes milenarios eternizan las praderas!

Septiembre, 1997-.

Noción de Patria

A Odalís Roja, amante de la Patria.-

“El crecimiento de las ciudades
y el acrecentamiento del orden real...
hallaron su reflejo en la ideología política.”
“Historia de las ideas políticas”,
V. S. Pokrouski-.

Una ilusión es. La Nación, noción que se intimida,
alma de todos, experiencia que se unifica con incertidumbre,
parranda de crápulas que dan ¡Vivas! con su voces parricidas.
La Patria es un pájaro volando que se aleja de la discordia;
humareda que diluye extensión, y altura, y simiente,
y da valor y volumen al hombre y su candidez, a su vértigo.
La Patria es versificada en cada oración que se yergue de clamor,
testimonio de un niño obcecado en su afán de crecer,
un crepúsculo espectacular, que magenta, se amalgama con el sol.
La Patria es historia que evidencia la esperanza nacional,
la ideología que se forjó bajo el fuego cruzado del politicastro,
bajo las ruinas de la ciudadela que aún no tenía nombre,
la ruta del caminante en el imperio de lo razonable,
y puede ser una ilusión; o candidez; o nostalgia; o estulticia,
que se explica así sola en un poema. En una canción.

La Patria, sobrevive a la intemperie, entre los escombros y el porvenir.

Septiembre, 1997-.

La Ciudad de mis sueños
a ritmo de merengue

“Soñar es la vida mía,
soñar contigo mi bien,
soñar que me das en sueño,
lo que me niegas después.”
Merengue,
cantado por
Vinicio Franco y Francis Santana-.

Un niño, que fulgura un aura de luz sobre la cuna,
niega la réplica de un pesebre en ausencia de Los Santos Reyes.
Cae sobre el asfalto, con su cristalina suavidad, la lluvia,
cuyos goterones alimentan la tierra con su espesura fría.
En su mesita nocturna, una lámpara titiritera ilumina al cielo,
como si el sol no existiera o se retrasara en el Medio Oriente.
Un mercader, con barba quisquillosa, sonríe con rictus festivo,
mientras se agiotiza la Nación, como cambalache primitivo.
Desde la profundidad del mar, que riela en la confluencia del río,
especímenes dispersos cantan alelulyas clamando a los dioses idos.
Un copón, queriendo ser cáliz, sostenido por manos púrpuras,
brinda por el hombre, que es feliz en cada proyecto cimentado.
La guirnalda, que del follaje montaraz hilvanan las religiosas,
corona la humildad y una estrella resplandece a lo lejos.
Unas canciones, que suenan en alto parlante con ritmo cadencioso,
recorren la primavera del orbe, ya dolientes, ya amorosas.
La resolana, oscilando en el pavimento, calcina la discordia
y un viejevo le sonríe a la vida con su perorata gimnástica.
Con sus alardes y bullanguerías, que soliviantan los atardeceres,
las calles se visten de prurito multitudinario al compás de la fiesta.
Campanadas de media noche proclaman libertad, como la anunciación,
mientras ruiseñores y ciguas palmeras trinan al amanecer.
Una mujer, un hombre, tomados de las manos, perennizando el alba,
anuncian sus nupcias complacidos, subsumidos en una coliflor.
La magenta mariposa de los vientos, en tanto mece sus alas florales,
expele colores de primavera cada vez que surge el sol en la floresta.
El himno patrio, en cuya estrofa final repica ¡Libertad! ¡Libertad!,
subyace alegre, reiterante, en el alma nacional.
A horcajadas con sus sueños, pululan niños y ancianos en la calzada,
confundidos, en un destino marginal, pero no común.
Juergas y jolgorios mañaneros resuenan impasibles como el llanto,
en tanto un miserable extiende su mano juzgando a lo imposible.
El mar en su bravata, creyéndose desinhibido de los asuntos nacionales,
propone sus entrañas como alimento posible, reciclado.
Suponiéndose que existen, calles y avenidas disminuyen su resol,
quizás para que el hombre las inmunice o las renombre.
Monumentos y catedrales inficionan el tiempo en su brevedad,
antes que los héroes sean honrados o logren sus hazañas.
La marginalidad de los barrios, con gente de fingida alegría,
inicia su festín con la siesta a cuesta en cada atardecer tardío.
Precisando que es dócil, un atleta corpulento, y con glamour,
lanza una rosa roja al viento anunciando la nueva era.
Como si cayera del cielo, bajo la tutela del Oeste marginal,
alquimistas inventan desasosiegos canjeados luego al mejor postor.
Consolada, la noche se aferra en tu pelo de carmín dorado,
que es mi aire, que es mi empuje, que es mi emoción.
Toda la ciudad se envuelve en un ríspido volcán de ritmos y sonidos,
en cuya nota final se infla como champán o mabí seibano un merengue,
y un sueño de esperanza, como el amanacer incandescente,
nos depara una noche tranquila, de juerga y humo de cigarro.

Invierno, 1997.-




Luces de la Ciudad

“¿Qué fue de ti,
oh ciudad maltrecha por la soledad y el abandono?
.........Habla ciudad, con lengua sabia.”
Antonio Fernández Spencer.-


Tus luces, ojos de arcones es que entristecen la primavera,
caen sobre mí como solsticio que envilecen la existencia;
tus luces, amplias, arduas, fugaces locuras hacia el amanecer,
reencarnan el macilento silencio de tus gentes; ¡pura emoción!
Tus luces, que enternecen la mirada del doliente,
ya no vislumbran la estancia con estanques y arcos infantiles;
tus luces, espejos curiosos de la modernidad o la era tecnológica,
llueven sobre la oscuridad en busca de mis alientos o mis besos.

Estas luces de la ciudad eterna, subyacen en un abismo;
estas luces de la ciudad moderna, circuncidan la ilusión.
Son faroles intermitentes iluminando el futuro, tus luces.
Son fuentes interminables, ágiles como luciérnagas, tus luces.

El sol ya no logra su razón de ser, si tus luces perennizan las calles;
el tintineo lunar sólo riela en los tejados, si tus luces lloviznan;
el mar no es reflejo de algas verdeazules, si tus luces hoy no pintarrajean.
Estas luces, luces de la ciudad, cada vez más grandes, intimidadoras,
estremecen la conciencia, me acompañan en este abandono,
que en silencio me ha dejado la soledad en mi trayecto oscuro.

Julio, 1998-.


Mujer,
cálidad Ciudad recorrida, redimida

Al poeta Tomás Castro Burdiez,
amante de la mujer, de la ciudad…

“Voy por tu cuerpo como por el mundo.”
“Piedra del sol”
Octavio Paz.-

Ando por tu cuerpo como por la Ciudad, desnudo, cándido,
y adyecto, el mar vuelca sus emociones cuando te miro.
Eres la sinuosa sonrisa que el río provoca en las riberas,
bordeando las calles; y los matorrales dispersos, adustos,
rodean la ciudadela cuando llueve o nieva o truena.
Busco en ti mujer el asfalto solariego que enciende mi ser,
la pasión que en cada avenida prostituye la libido,
un estampido bilabial que estremece las horas de la tarde,
cuando el sol cae y enternece entre sombras, jardines y edificios.
Cálida como las olas golpeantes, sobre las rocas del malecón,
me sumerjo en las tibias resolanas que emergen en ti, desde ti,
y se recalienta la primavera cuando subyacen en las aceras.
Un huracán de emociones, embargadas de tristeza, cónsonas,
anega la noche en su perenne oscuridad como si las luces no existieran.
Recorro tu cuerpo como por calles desnudas, desoladas, inmensas o grises;
levanto un estallido de aleteos de aves que cortejan sobre arbustos;
enciendo alharaca de gimeantes palomas que planean sobre el mar;
restituyo la oración de la vida, legendaria en templos y catedrales;
insemino la duda del insomnio en un pueblo que a ritmo mil crece.
Y “voy por tu cuerpo como por el mundo”, antes que la ciudad te excluya.

Agosto, 1998-.




fin del libro
La Ciudad, Consummatum Est




Antología unipersonal...................Poesía..............Federico Sánchez


9

Del libro

A tientas
-Poemario In-Converso-
-2007-


Primera parte:





A la diestra de mi derecha
-Poética de la metafísica existencial-








Contraviniendo

“Hubo un tiempo
en que el hombre se sintió solo.
Los dioses estaban ausente.”
Gustavo Flaubert-.

Quiero colocarme a la diestra de mi derecha y me enredo;
decir que la primavera es infinita en tanto llega el verano;
pronunciar la palabra silencio sin que me calle;
sin la vista cerrada ver por el ojo de la cerradura;
apropiarme de los minutos del día sin que llegue mi hora;
petrificar un iceberg sin que se me agüe la fiesta;
a Cristo pedirle un milagro para que no me crucifiquen;
emprender un viaje al fin del mundo en menos de 80 días;
ser un rebelde sin causa, encausada por una causa rebelde;
en la oscuridad del camino ir a tientas en busca de una luz apagada;
haber creado la sensatez el día que Dios nos dejó solos;
con mi conciencia a solas poder vivir cuando muera de multitud;
pedir permiso al paraíso para hacer un pastel de manzana sin Adán y Eva;
exigirle peras al olmo para que la tristeza no se espante con sus gritos.
Quiero ponerme a la diestra de mi derecha y me tuerzo;
revivir la balada de la trompeta, pero desentono en cada intento;
reivindicar al chivo expiatorio y me emperruno a horcajadas de un gato.
Prevengo a mi izquierda de las malas prácticas de su derecha y llora;
le explico que el ultraizquierdismo es el brazo armado del ultraderechismo,
y se entristece buscando, de nuevo, a tientas, el ala moderada.

Quiero instalarme a la diestra de mi derecha y me agacho;
suprimirle la tilde a las íes y parezca más chica ante tanta adultez violenta;
pedir reverencia a la balada del amor, que es augurio, que es ingenua;
sentar en el banquillo de los acusados a la incertidumbre por sus caprichos,
en tanto los de la barra de la defensa ingenuamente se defienden solos.

Quiero ponerme a la diestra de mi derecha y me renco,
y contraviniendo tal absurdo, levanto la mano izquierda y voto en contra.


A diestra y siniestra

“En Rubén Darío....el sentimiento
de la mancha original impregna
mucho de sus mejores poemas:
ignorancia de nuestro origen
y de nuestro fin, miedo ante
el abismo interior, horror de vivir
a tientas....
de “Cuadrivio: el caracol y la sirena”,
Octavio Paz-.

A tientas, prorrumpo en la “miseria de la filosofía”; y su fin melodioso;
sin ton ni son, trato de ser sin haber sido, siendo lo que soy;
creo inmiscuirme en la multitud y me convierto en nada;
siendo caballo desbocado, subo, en fin, la cuesta de la intolerancia;
como el tuerto en el país de los ciegos, reino a solas riéndome;
entretejo la madera sin el ovillo de una incertidumbre infiel;
la estulticia que arropa a la humanidad hiere mi inteligencia;
toda candidez infantil vale más que mis ansias lastimeras;
proclamo un “sálvese quien pueda” y me abuchean;
por los mares de la esperanza mi nave encaya ya sin velamen;
asumiendo una farsa hipócrita invento un ritual a la apariencia;
al darle al César lo que es del César me desvalúo;
dudoso de incruenta asechanza, me encomiendo dócilmente a la misericordia;
rotos los barrotes de la bacanería, intento escapar por la ladera de la tarde;
como la verdad me hará libre, permítaseme volar libremente;
despavorido en los sinsabores de la época voy a diestra y siniestra,
sintiendo que la esperanza es un mendrugo de pan en manos macilentas.
Pero un pétalo de tristeza se estaciona en el camino.

Contradicción existencial

“Para ser, no trate de parecer.”
Albert Camus-.
“Pienso, luego existo.”
René Descartes-.

Existo, pero no existo porque me excito
cuando en la noche estoy inventando el éxtasis.
Soy el ser y el vacío, sin contradicción metafísica aparente,
y asimismo, soy la causa no causada por causa alguna, o sea, por la nada.
En efecto, mi contradicción eterna es ser sin haber nacido todavía,
pues cada noche veo la nueva luz del día asomándose, sumisa,
al espejuelo de unos ojos que son siluetas claras.
Para ser, he sido en cada gota de agua, marea salina,
en tanto el pez espada hace burbujas en mis lágrimas.
Tristeza es ser sin haber sido un rinoceronte emprendedor,
que acomete su empresa rompiéndose la piel de camaleón.
Ser para no ser, es ahí una cuestión muy difícil de ser,
si tengo mi vida pendiendo de un hilo o al filo de la navaja.
Dudando de mi rareza inexistente nada soy en tanto me angustio
y la vida se prorroga eternamente o se escapa de mis dedos.
Pensar que un día existiré de algún modo, eleva mi dilema existencial;
quizás cuando amanezca más temprano como hoy, que llueve.
Solías existir, hermosa mía, de apretadas piernas prominentes,
y era tu existir terneza, mis alegrías. Espasmo sutil. Mil armonías.
¡Ah!, pensar en ti para ser, sin ser un cero a la izquierda desvalorizado,
antes que un renacuajo invente cabriolas conmigo
y se comercialice con sus ancas de su pobre vida corta.
Luego de existir, soy siendo adulto en la tempestad de mis ojos,
para que la existencia no se quede en su niñez y me achique.

Sí, pienso en ti, en tus preclaros ojos claros, tus ojos de tormenta,
que son savias, fuerza marítima que prolonga mi existir.


Un círculo vicioso me convida

Un círculo a la deriva me convida a ser fiel con el cielo
para que las palomas sobrevuelen planificando el futuro.
Girando sobre mí mismo apresuro el paso sin un final eterno,
estrangulando la miseria que se aposenta en cada tintinear de campana.
Avanzo por la ruta que conduce al extremo oriental,
procurando llegar a occidente donde mi angustia se repite.
Ese círculo de tránsfuga línea, infinitesimal como la tarde,
se repite cada vez que yerra la dirección del viento
en su lluviosa vocación de hacer parir la primavera
para que el mendrugo del niño no se asolee
en la incertidumbre del anochecer, que es testimonio de infortunio.
Entonces circulo en círculo concéntrico rodeando la madrugada.
El alba me sorprende tratando de finalizar el día con el sol a cuesta,
en tanto la humanidad delinea su pensamiento al borde de la discordia.
Reinicio la pletórica rutina de inmiscuirme en una álgida metafísica,
interpretando el principio del fin, acuclillado sobre el lomo de un hipopótamo,
que en nombre de la libertad se resiste a darle la razón a la historia,
porque ha dejado a la humanidad sin ideologías, su razón de haber sido.
De vuelta al origen, dando un giro de 90 grados, miro el horizonte,
tratando de concretizar mis ideas y me repito, lloviendo sobre mojado.
Un sabio consejo nos asegura que las cosas buenas no circulan de nuevo.
Entonces corroboro al no tener nada nuevo que decir.
He dicho, que un círculo vicioso me convida a repetirme, pero me atollo, otra vez.


Fe (de errata) del señor Alcalde

Damas y caballeros,
que se encuentran aquí, apoyándome, entre nardos y claveles
y entre la bruma silenciosa de este espacio, arrobado de tulipanes,
agradezco su comparecencia, que sé que es un sacrificio para todos,
sí, un puro sacrificio que agradezco en el alma, mi alma,
que está sumida en un aura indescriptible, como les explicaré luego.
Debo decirles que vengo de tener un sueño; un sueño
que más que un sueño es una premonición, ha de ser un sobreaviso claro
y preciso sobre la incertidumbre que se nos viene encima,
sobre el objetivo inmediato que nos depara el tiempo,
ese tiempo implacable que no perdona ni convalece a nadie,
y que sabemos que somos esclavo de él y sus designios imprecisos.
Quiero decirles, en medio de tanta inseguridades y aprehensiones,
que vengo de sumergirme en una nostalgia que no creerían nunca,
vengo de una especie de vacío existencial que sería harto decirles
que huele a urticaria, a sinrazón, a maledicencia.
Vengo de salir de un trance de conciencia que me parece
es muy extraño en este mundo torrencial que vivimos hoy,
tan agitado y abusivo, tan inmisericorde y abusivo, arduo y abusivo.
Vengo de tener una especie, cómo les digo, una especie de búsqueda del yo,
de mi alter ego, que nunca sabemos dónde está.
Vengo, repito, de un sueño profundo cargado de emociones,
qué digo cargado, recargado de inquietud por el futuro inmediato
de esta ciudad, que es todo candor, que es todo ternura, que es todo arrebor,
y como si fuera poco, vengo de un futuro incierto, impreciso,
y a la vez, cómo se lo digo,
lleno de incertidumbres y sinsabores, de superficiliadades, que sólo ustedes, mis acólitos
impolutos, podrán salvaguardar, llenándose de gloria por tal hazaña.
Y es por eso que les digo, damas y caballeros, luminarias sagaces,
mis correligionarios de mil batallas, de grandes efemérides,
y es así, repito, que vengo con la solución en las manos,
manos ecuánimes, manos transparentes, en fin manos Manos,
para continuar gobernando este pedacito de patria chica,
que con la venia del cielo y de todos ustedes me han preferido
para dirigir cuatro años ha y por supuesto cuatro años más.
Así es, mis acólitos plucuamperfectos, acérrimos contumaces,
vengo para seguir dirigiendo los designios de esta acrópolis
y que ustedes, repito, que ustedes, descendientes de Adán y Eva,
perínclitos patriotas míos, adláteles del destino y de la Nación,
me han prodigado en la víspera de un nuevo milenio, y sé que tendré
toda su confianza y sabiduría, toda firmeza y apoyatura, su bondad,
para continuar, Dios mediante y con la venia de todos ustedes,
continuar, repito, con la obra inconclusa y que por fallas técnicas,
escuchen muy bien, por fallas técnicas no pudieron ser culminadas,
principalmente porque la inclemencia del tiempo es tan estricto como exacto
y oportuna ha sido su presencia aquí, para darle seguimiento a tan magna obra
que marca un hito trascendente en la historia municipal de esta gran ciudad
de la cofradía, mancomunada y solidaria, Atenas del nuevo mundo.
Y es por eso, mis acérrimos camaradas del nuevo milenio,
que vengo a decirles, ciudadanos y ciudadanas, súbditos del Señor,
que nuestra patria chica pende de un hilo, si no se repite la historia
que históricamente iniciamos hace casi un lustro,
lleno de esperanza y sensatez, de orgullo y entreguismo.
Sí, mis condescendientes, la Metrópolis estará al filo de la navaja,
si ustedes no repiten la historia, históricamente comprobada
como la mejor decisión que lustros atrás hayan tomado otros,
y ustedes, sensatos descendientes de la estirpe visigoda, lo hicieron,
eligiéndome para enderezar los entuertos que otroras autoridades
acometieron, con sus atropellos, sus deslices, sus indelicadezas,
en fin, sus sandeces, y designios imperfectos aún incorregibles,
sumiendo a esta pobre ciudad, ¡oh castigo divino! en un estado
putrefacto, llenos de escollos y caminos imposibles de andar
o de desandar, como si estuviéramos en el mar de las tinieblas.
Vengo, de nuevo quiero decirles, sabihondos, prohombres
de la patria nueva, soñadores como yo de un futuro paradisíaco......
vengo con un sueño, no de promesas imposibles de cumplir, no,
vengo con un escobillón en las manos, como un mago,
y cual arte de birlibirloque, a barrer todos los errores del pasado,
y a reiterarles que si hubo errores en mi pasado,
esta vez será histórico, porque toda caterva de errores
y fallas técnicas será trasquilada con una actuación transparente y pura,
y juro que yo, impertérritos y asiduos colaboradores de la virtud,
que ahora sí lavaré las manchas callejeras sucias y indelebles
y todas las escorias que pudieran quedar inmunes
en mi escritorio administrativo, hasta ahora límpido y cristalino.
Y así será, mis correligionarios de mil batallas.
Y ese es mi sueño, y doy fe y testimonio que así será.
Que nunca lo contrario.
Si cumplo con ese sueño, Dios y la patria me lo premien, si no
que el pueblo me envíe al círculo de los infiernos dantianos.
Muchas gracias por su impagable y muy bien cara asistencia,
que estén ustedes, damas y caballeros, mis amigos centenarios,
felices y contentos, como de seguro en el próximo cuatrenio
yo lo estaré, cuando me tercien de nuevo la banda de la victoria.
(¡Aplausos, aplausos. Muchos aplausos!)
¡Gracias y hasta la victoria siempre!


Ajuste de cuenta
(pendiente y por cobrar)

Siento, es un decir, siento que el cielo se me viene encima
y pido permiso a mi otro yo para que me libere
de tal aplastamiento.
Siento, repito, que la vida ya no es vida,
ni mucho menos de color de rosas, rojas o amarillas, da igual,
si tú no estás aquí,
aunque la nostalgia asegure que cualquier tiempo pasado fue mejor.
Siento, lo siento en el pecho, a sesenta segundos por minuto,
cómo la taquicardia se apodera de mí y me arrebata
cada vez que mi moneda ¡pobrecita metálica!,
quiere volverse a las minas del minero.
Siento, cómo lo explico sin que se me caiga el cabello,
que al sentirme próximo a un pozo de oro negro,
la sangre se me alborota, se me hiela en negritud,
y me sobrecalienta el cielo de la boca.
Siento, a contrapelo de mi pelo, que la presión arterial altera su camino claro
y hace circular por mis venas un ritmo de vida que baja el ánimo.
Siento, a ver si me entienden, si no se me cae el argumento,
que no todo delito es pecado, en tanto se sabe sobrellevar
cualquier cargo de conciencia.
Siento, en fin, que allá en el cielo como aquí en la tierra,
la vida es un ajuste de cuenta
y hasta los justos pagarán por pecadores.


Más allá del bien y del mal
(Metafísica del dogmatismo)

......“Con todo -y ahora hablando en serio-,
hay buenas razones para esperar que,
en filosofía, todo dogmatismo, por muy
solemne, definitiva y absoluta que sea,
la forma con la que se ha intentado revestir,
tal vez no haya pasado de ser una noble
puerilidad, algo propio de principiantes.”
De “Más allá del bien y del mal”,
Federico Nietzsche-.


-La lucha de clases podría ser el motor de la historia,
pero sin combustible que lo impulse.
-Apuramos la cicuta socrática corrompiendo a la juvetud
con una fumada placentera.
-Querer es poder, sólo si se logra remover una montaña lejana
para que nos acompañe a la mesa.
-Me identifico con Mister Bond e intento desplazar, con astucias,
mi complejo de inferioridad, volcándolo hacia el hombre masa.
-Como alma en pena busco la gloria en la tierra
desandando los pasos del pulgatorio en un círculo vicioso.
-La mejilla derecha, sonrosada por una cayetada demente,
obliga a la izquierda a defender el ojo por ojo y diente por diente.
-De nada sirvió que los indios de mesoamérica se escondieran
durante siglos, pues ya estaban descubiertos de inocencia tardía.
-La Trinidad confirma que la cuadratura del círculo
no es nada tringular.
-Pensar para existir hace más fastidiosa la existencia.
-El ser social determina los remordimientos de la conciencia social.
-El Siglo de Luz no ha sido suficiente para la actual oscuridad.
-El Yo, a horcajadas del Ello, sólo alcanza al Super Ego,
cabalgando milagrosamente.
-El cristianismo es un platonismo popularizado por las plegarias
del amor (¿o es por la promesa del reino de los cielos?).
-Que me cojan de conejillo de india en un experimento de clonación
es un claro pretexto para perpetuar el estado de cosas.
-¿Sería más fácil que entre un pobre diablo al reino celestial
que un afamado pase por la ranura de una aguja?
Habría que esperar que los miserables de Vitico
no encuentren la puerta trancada.
-El séptimo cielo no podría esperar la séptima vida de un pelagato.
-El chivo expiatorio fue atrapado infragantemente
espiando a través del ojo de la cerradura.
-Confundir la moral con la historia y la historia con la política
es un acto inmoral.
-Confudir la política con la moral y la moral con la historia
es un acto apolítico.
-Confudir la historia con la política y la política con la moral
es un acto ahistórico.
-Confundir la verdad con la moral y la moral con la falsedad
no es ni falso ni verdadero, sino todo lo contrario.
-Confundir la tradición con la moral y la moral con la verdad
no es nada tradicional.
-El golpe duro confirma que si me tiro me apeo,
y si me jondeo también, dijo el tahúr de bridge, osteando,
con la rabilla del ojo derecho, las cartas del jugador, a su izquierda,
que tenía trío de ases y un rey en conserva.
-El Homo Sapiens, la Sagrada Familia, y el Estado Supremo
(sin su excepción de estado),
evolucionan más allá del bien y del mal, como si en el campo lloviera.


Mea culpa

Hoy me duele la conciencia mucho más, ¡en horror me tiene!;
hoy la escucho de repente, a cada instante por segundo,
su murmullo se incrusta en mi mente en cada concepto que emito,
por no decir a cada paso que doy al decidir mis próximos pasos;
la oigo arrastrarse por mi cadera hasta detenerse en mis rodillas;
la siento inclinarse en mis tobillos hasta dejarme en cuclillas;
la veo amilanarme, embestirme, y sacudirme de nuevo, frente a frente,
hasta que da conmigo haciéndome levantar los pies,
exigiéndome con mucha aprensión dar los siguientes pasos.
¡Pobrecito de mí!, una tórrida fuerza me domina,
me arrebata, me tumba, me humedece y me asficia por sumersión.

Hoy creo que mi conciencia no está tranquila;
siento sus remordimientos y me azuta el alma y tiemblan mis dedos,
y presiento que caeré muy pronto, si no apuro unas muletas con qué refunfuñar,
con qué sostenerme ante tantas desgracias, ante tanta miseria
que padece el mundo, ante tantas desigualdades inigualables,
que ya no caben en mis espaldas, que yo no entran en mis consuelos,
y es tan grande el peso específico de mi conciencia
que me creo chiquitico,
es tan fuerte su sobrepeso que me siento minusválido,
y es por eso que repito que ya no puedo con tanto dolor.

Hoy me duele la conciencia tardía; me azota su remordimiento
de tanto callar y quedarme solo, de tanto callar y vivir uraño,
y siento que me empuja hacia una jerga universal para no morir,
para poder aprender a expresarme, para poder gritar a los cuatro vientos,
porque callarme sería como llorar ante la presencia de Dios.



Segunda parte:
de
A tientas



La bellelza, la insoportable belleza...
-Poética de la lujuria corporal-






1- La belleza, la insoportable belleza...
de tus ojos

“Sólo los espejos de azabache de sus ojos,
son duros cual dos escarabajos”.
“Platero y yo”,
Juan Ramón Jiménez-.

-I-

La terrible, la insoportable belleza de tus ojos, que miran
como tragándose la tierra del horizonte, que gira,
como el tobogán del cielo en su crepuscular naranja, que azulea,
como la caída de la lluvia sin arcoiris, que brilla,
como el verano bajo el intenso resol arrebolado, que entristece,
como la pradera gris de la montaña ajada, que envilece,
como la azucena desflorando tu piel de camaleón, que bulle,
como toda emoción aprisionando tus pechos, que hiérguense,
como aquella noche, asumiéndote y espejeando tus ojos, que miran,
como un lagarto, quiero decir, y no es un lamento,
con su terrible, su insoportable belleza, que arrebata.

-II-

Sólo tus ojos son la inquietud del verdemar
que se arrima al espíritu de la playa, del sol, mirándome.
Tus ojos miran fijamente la primavera estacionada
como si la eternidad te existiera
y descolorizan el firmamento ante una canción.
Tus ojos son cielo, palmeras, nubes y sones,
la transparencia que se invierte, el verde limón.
Tus ojos se inventan desde mí a través de ti,
nacen de dos abismos que le dan vida a la vida,
se hospedan en cumbres que te encubren de ternuras.
Tus ojos son mis pétalos acariciando tu piel,
un imán que me atrae lenta, apacible, sutilmente
hacia una conflagración de ritos y lujurias y ceremonias.
Son tus ojos un estallido de pasión observándome,
un verso nombrándome en mis fueros internos.
Tus ojos, iridiscencia de colores asumiendo lealtades.
Tus ojos, mi incertidumbre si al mirarte los entrecierras.
Tus ojos, el escabullir de la duda, la imagen que no repele,
un deseo que recorre palmo a palmo toda mi deidad.
Tus ojos, verdeluz de camaleón si te me escabulles.
Tus ojos, espantos que me amilanan cuando adormeces.
Tus ojos, cascadas gigantes invirtiéndose en mis retoños.
Tus ojos, sugerencias, enmiendas, normas que me encaminan
cuando la duda me asalta, cuando irrumpe el sol nublándome.
Adherido a tus ojos, retorno al viento que me eleva.
Asumiendo la virtud, tus ojos resplandecen el subsidio de la patria.
Retrotrayendo la holgura caen sobre mí, subyugándome.
Si el otoño resurge en verde prado, son tus ojos.
Si el aire logra verse en tierno espejo, son tus ojos.
Si se postran los dioses embelesados, sólo es por tus ojos.
Tus ojos, miradas tibias de un frío amanecer, reinventándose.
Tus ojos, ya claros, ya verdes, ya entornados, sólo son míos.

-III-

Cuando el verdemar se interna en tus pupilas reflejándote,
callejas tornazules enmiedan tus ojos que te animan.
Casi entornadas, las salinas bañan tus pies descalzos.
Gotas titiriteras se revuelcan sobre tu pelo alicaído.
Desde la profundidad del mar Poseidón te mira con nostalgia.
La luna riela, tiritante, en el vaivén de tus olas orbitales.
Sobre la arena caracolas preciosas intentan enmarcarte.
Un cayo adyacente te recupera como deidad para adorarte,
y una costa vecina se empecina en retenerte a toda costa;
sólo que se entristece cuando el viento alisio me deja solo.
Al caer la noche tus ojos casi verdes naufragan en mí.
Un beso tuyo prococa estampidos entre peces y algas.
Caballitos marineros llevan a lomo todas tus gracias.
Destilando colores, una mantarraya vailotea en tu piel.
Lluvias graciosas tintinean en tu rostro si el mar asienta.
El malecón embravecido recela de ti como si fueras suya.
Destallando fulgores una estrella de mar ilumina tu fragancia.
El viento oceánico se te enreda y te levanta como follaje.
Taciturnas como la noche, rocas punitivas apuntalan hacia ti.
Amapolas y liras acuáticas rodean tu cintura como guirnaldas.
Un repentino oleaje golpea las rocas si sientes su intención.
Al tomarte de las manos un pececillo me mira desconsolado.
Te caen, ágilmente te caen briznas que la mar envidia sin cesar,
y un rocío de pétalos que viene del cielo te intenta conquistar.
Siendo tú mi más preciado regalo que dios me dio, te bautizo en la mar.
Hechizada, una palmera playera se acuclilla dándote ramalazos.
El sol acuatiza, débil, fugaz, mientras un haz lunar te acaricia el iris.
Opalos desascendidos refulgen con el agua como una lágrima en tus ojos.
El arco iris penetra tu vientre y desde ti la marisma enrojece.
Miras mis ojos y tiernamente surgen gladiolos que la salina florece.
Sellas un beso cuando la luna sonríe ante un océano confundido.
Sí, subyace en tu mirada un verdemar que te eterniza en mis ojos.

-IV-

Soy el que soy si tú enciendes tus miradas cálidamente en un anochecer.
Soy un canario en el atrio, ése que canta endechas de color en tus ojos,
el que no tirita en frío, y cae desnudo en tus pies;
ése que dice que todo es posible aún siendo nube el sol,
y dulzura de alelí la tarde con su grito y su resol.
Soy ése, con su vientre estepario enraizando flores y hojarasca,
el que desnuda tu aliento, beso a besos, en cada estación,
un profeta sin éxitos, la inquieta energía solar, una lambada sin ritmos,
el susurrante viento que se aposenta en tu boca risible,
todas las hierbas, suaves, sutiles, delicadas, que te pisan.
Ese soy yo, poesía lunar encendiendo el volcán de tus miradas.

-V-

Como un lazo insufrible que me ata a tus ojos,
eres la Ariadna que ata mis sentidos a esos ojos con una mirada;
y prorroga la distancia en un laberinto que ennoblece la ternura;
ojos incipientes que pronuncian con sus brillos un canto de sirena,
que, indistinguibles, iluminan mis estancias en noches de quimeras.
Eres ese lazo fugaz interrumpido de amantes imperfectibles,
y amarras mis elementos para que el tiempo pose con la brisa
y me envuelva en tus tejidos que, infinitos, me encarcelan o subyugan,
y me hilvanas con tu nombre afrancesado, cual Gala que pronuncio al instante.
Eres espejos múltiples arañando la caída del poniente con tus ojos,
y te duplicas en tus pupilas laberínticas jugando al que no te encuentro,
y esas pestañas tuyas, mis hilos conductores, filigranan este vacío,
que poco a poco, segundo a segundo, lo va cubriendo con tu espacio.
Eres reflejo lunar rielando la laguna de mi entorno entorpecido por tus ojos,
velámenes que dirigen mis pasos si esos tus ojos aún me miran,
ríspidos volcanes que hielan mi sien como un río de infinito y augusto cauce.
Eres sombraluz que grita como manantial arbolizando mi cuerpo,
y me sumerjo en ti, enharinado, inmiscuyéndome otra vez en tus ojos,
y desciendo cual cascada rozando las compuertas que los entrecierran.
Eres sumersión apocalíptica ahogando sorbo a sorbo la ilusión,
y la vida se vuelve ingratitudes si logro escapar de tu laberinto,
que tú, cual hilandera contumaz, me rescata en cada chasquido bilabial.

-VI-

Junto a ti, en comunión eterna, siento tus párpados caídos sobre mí.
Siento que la primavera se armoniza en tus ojos al caer la lluvia
y que la veo perpetuarse en el anochecer de tu castaña cabellera,
como si tus filigranas me reinventaran de nuevo, reinvindicándome.
Siento contorneándome en tu caminar tras la sombra de mi vivir,
transfigurándote, paso a paso, en cada espacio que te construyo,
en cada deidad que retomo, en cada sueño que te poseo o invento.
Siento sumergirte dentro de mí, ascendiendo cual Boy Scout insolente,
por cada rincón de mi candidez, por este hilo conductor embriagante,
que es ilusión con que te mimo o te arrullo en alta voz, sibilante.
Siento perturbación si entrelazas la mirada con esta pasión de titiritero,
si enciendes las pupilas para reflejarme en tus ojos magníficos, muníficos,
y yo ahí, diminuto, creyéndome en las aguas de tu naufragio,
atado a tu lazo con que me muevo por tus contornos en diestro Teseo.
Siento tu palpitar si estás cerca de mí, mas soy yo quien brinca,
tu premura cuando caminas, mas soy yo quien desespera,
tu refulgir cuando sonríes, mas soy yo quien se incinera.
Siento que se me cae el cielo encima y lo reconvierto hacia tus ojos,
o que la claridad de esos ojos me nubla la razón, emocionándome,
que el pájaro cantor risueña o se estremece con tus latidos jadeantes.
Siento que sientes curiosidad por tanta pasión, por tanta intrepidez,
y es que cada noche, cada día vivo emborrachándome de ti, lujurioso, visto por ti;
y vivo de tu candidez, de tu tertulia tan vivaz, que es mi eterna canción,
y me ayudas a escapar, ágil, de este infernal laberinto de soledad.

-VII-

Qué pasa, que tu mirada altiva se desvía hacia el infinito.
Qué pasa; si antes eras vergel, talismán encendido, mi luminaria,
la flor que envilecía la tarde si acaecía la lluvia, o nevaba en tu vientre,
y éramos placer, suntuosidades, horizontes a la vista, vendaval fijo,
el tálamo que se encendía en cada roce de piel, milagroso secreto,
y te ponías frágil, graciosa, esbelta, acuciosa, penetrante, diosa altiva,
inteligible, besable, candente, sanforizada, incontrovertible, loba voraz.
Qué pasa; si la marisma revienta, no estás salina, ni inventas palmeras;
si el sol escudriña tus instintos no vislumbras mi imagen, y palideces frente al humor,
y ya no cantamos o vivimos, o el viento alisio desentona en su susurro,
y tu voz sibilante aprisiona mi esfera y descristaliza todos mis desafueros,
y río y lloro y me ebrio, y ríes y lloras y ya te alejas, o te abismas sola.
Qué pasa; que el verdemarazul de tu rostro palidece de frío sin tus ojos;
que caminas sigilosamente frente a mis espaldas o al revés, esfumante,
y tintinean campanas que estimulan tu bendición lejana
o doblan por la desesperanza;
que tinieblas y abismos y nubosidades emergen en tu camino como escollos,
y ciertos reflejos negativos de los espíritus malignos se prolongan raudos,
como río a la deriva, ora cuando duermes, ora cuando callas o gimes.
Qué pasa; que ya no me miran tus ojos verdiclaros, incondicionados;
que la fugacidad de tu mirada no penetra la esencia de mi primavera,
y cada emoción, cada ternura, cada ilusión irrumpe un destino, o un desatino,
y ya no hay diversidad de colores que estime mi esperanza, o que colme una tristeza,
o caracolas preciosas que atrapen tus pupilas reflejándome, o más bien inutilizándome
y no me piensas, no me escudriñas, no me imaginas, no me inventas,
ni sabes cómo desenhebro este hilo enmarañado que me conmina a buscarte
entre habitaciones oscuras o recónditas. Deshabitadas. Imperfectas.
Qué pasa contigo; si la frigidez de tus ojos no era uno de tus signos; si acaso un olvido.

-VIII-

Hoy todo es posible, tus ojos me miran fijamente, y me intimidan.
Hoy un inmenso rumor alegra el momento apacible, se vuelve fiesta.
Sonidos apresurados de aves agoreras surcan los cielos, cae lluvias hacia tus ojos.
En su vastedad, el cielo aplasta con su grito al Poseidón marino, y oscurece.
El recuerdo de una tarde placentera llega presto. !Qué gran día!
Como si la noche supiera, te susurra que aún te espero, y amanece.
Un pensamiento se entrecruza entre tus ojos grandes. !Qué tristeza!
Llega el verano cuando la nostalgia penetra en tu ojos, y dormitas.
Caen tus párpados si la amenaza se eleva con sus llantos sin gemir adioses.
Timoratos, tus sentidos expresan cada emoción en tanto retrocedo el pasado.
Una ilusión entristece unos motivos que te recuerdan. Pienso tu rostro.
Lumínica, tu vista refleja la luz de un claro de luna; luego invento que existe
Una pasión lejana se acerca con tus palabras. Se silencia tu mirada.
En el portón de tu casa, recuerdo aquel oculto beso, fugaz, y en tus ojos
la noche anochecía y yo me entusiasmaba en mi oscuridad.
Una niña se asusta con mis bochornos y llora por ti, y se te endulza el alma.
El resol solariego expande la esperanza que me alberga y canto a la alegría.
Servida la mesa, tu imagen aparece en cada adminículo en hartazgo tardío de tus ojos.
Para el tiempo, llegas y apresuras la hora más tensa y se ve lagrimeando la aurora.
Hoy todo es posible; un secreto se descubre, pues me miran fijamente tus ojos.


2- La belleza, la insoportable belleza...
de tu cuerpo


-I-

Al calor de la noche, en tu lujuria calcinante, amo tu cuerpo,
hiedra enroscada en mi suburbio que era paz o surcos de pasión;
sierpe en ascenso susurrando un entorno submarino como mi sien;
agorera águila sobrevolando el imperio de mis sentidos y sin temor;
ascua quemando mi piel cuyo roce tintinea como campana celestial.
Es tu cuerpo, interrumpiendo el interín agilizado de mi tiempo;
es tu cuerpo, que inmenso, solaz, impertérrito cae sobre mi abismo;
es tu cuerpo, inyección de savia, emergiendo en Eros como canción;
es tu cuerpo itinerante libido casi circunspecto en mi vientre de incalidez.
Si a la deriva del mar la barcaza se configura en violín,
es por tu cuerpo,
y cielos imperfectos se nublan con mi llanto;
es por tu cuerpo,
y luciérnagas sin luz relumbran en la claridad del día;
es por tu cuerpo.
Tu cuerpo, montaña semi escarpada por donde asciendo atontado,
un torrente riachuelo que humedece el estampido de mis gritos,
rosa de huracán que como vendaval sin rumbo me eleva al cielo.
Tu cuerpo, escondida cabaña donde me refugio en solitario,
aldea global que toco como un neurótico tras sus magmas frías,
calidez que esquematiza mis ideas para conceptualizarte como erótica.
Amo tu cuerpo que se rogodea de placidez si lo toco o suelo rozar,
Amo tu cuerpo que es espuma primorosa posada en mis manos.
Amo tu cuerpo que yerto sobre mí me derrumba como lámina.
Cada gesto tuyo, cada ademán subyugado me dirige a tu cuerpo.
Cada gorjeo interpuesto, cada jadeo inmarcesible se debe a tu cuerpo.
En la oscuridad toco la lucidez del calor que es tu cuerpo.
En la lujuria del amor se sublimiza la piel que tiene tu cuerpo.
Aún dioses del Olimpo se explayan placenteros en la vastedad de tu cuerpo.
Y ángeles del cielo y espíritus burlones se entreabrigan a tu cuerpo.
Por cada noche que acontece feliz se reverbera tu cuerpo.
Cuando el alba interrumpe su pronto amanecer ilumina tu cuerpo.
Llegan volátiles mariposas a la Venus de tu cuerpo y me escabullo.
Cae, ¡cómo cae!, ligeramente sobre mí, !con qué sutileza! el aroma de tu cuerpo.
Detalles de tu cuerpo hoy me convidan a rememorar tus ensueños:
tus miradas que invierten el futuro y borran todo pasado en neblina;
tus cejas, hirsutas, espesas, cascadas cristalinas hilando de emociones;
tu boca, orgía de crisantemo en cada chasquido, en cada fértil tonada;
tu piel, nube de organdí, blanquecina, que roza y enciende mi sin sentido;
tu redondez ventral, círculo en cada abismo de locuras, de intimidez;
tus dedos, que temblantes, inquietos, alientan cada noche de espantos;
tu cuello, pirámide de incendio deslizándose en matorrales de ternuras;
tus manos, atiborradas de quietud, evangelizando mi paganismo helénico;
tus pechos, diminutas colinas de matorrales donde me pierdo alpinando;
tus excentricidades, laberintos de oscuridad donde me pierdo y tú me hallas.
Todo cuanto en ti toco se introduce en mí, en mi espectro y deshilvana mi memoria;
y es que al calor de la noche, con tu lujuria calcinante, toco todo tu cuerpo.

-II-

Tu cuerpo, es laberinto donde me refugio, presto o alevoso.
Tu cuerpo es ribera donde me pierdo, insigne o melodioso,
y busco refugio en tus altares, en la cobija de un bohío, de tu mirar,
en cada roca o árbol, en cada hierba o sombra del estío que te nombra,
en tu altivez sin límites, en este vientre que es condena o sumisión,
en cada brazo y antebrazo, que recorren mis sienes como música,
en el tintinear del manantial que producen tus venas, y tu sonrisa.
Como si la noche no es suficiente al entregarme tu trigal cabellera,
tu cándida, expectante, sublime estatura me levanta o alienta en tu piel.
Tu cuerpo es un abismo donde me aproximo y tiemblo o exclamo.
Y busco en cada descenso la extremaunción del placer, del furor,
y busco en cada ascenso álgidas montañas que tú levantas, enervantes,
como tus pechos bravíos, como tu circular cadera de alondra en el aire,
y tiemblo otra vez si al caminar obstruyes los pasos de mis sentidos,
y me margino hacia tus hombros que son estantes para mis libros,
o caigo en suspense cuando miras buscando al fondo del destino, mi pasión,
y me río, me canto, me convido con tus sonrisas extendidas que vitoreas.
Tu cuerpo es mi idea que te yergue, rauda o profunda desde mí,
desde los acantilados de tu cintura inescarpada, con tu caída sobre el agua,
exigiendo más cordura, menos dudas; para que tu pose no se intimide,
y luego yo recorra con pasos vagueantes los recodos de tu ilusión,
y busque, inquisidor, los secretos de tu alma, cada emoción, o escape,
o se aproxime a tu sima más insondable, a tu jadeo más explosivo,
como una santa Bárbara Bendita revestida de Yemayá allende el mar,
y llegue en un santiamén a tus vértigos labiales, alas batientes sublimizadas,
y surja como ave flotante que circunnavega por el océano de tus espaldas,
y tu entretenida, candorosa, hirviente figura reproduce mi esencia, tu voz.
Tu cuerpo es una aldea donde me refugio, ardiente, solitario. Como un ladrón.



3- La belleza, la insoportable belleza...
de tu piel

-I-

Tu piel que me embriaga, como la blancura, es mi luz.
Tu piel de rosa es suave; suave y pura como la miel, blanca noche de codorniz;
la imaginación que me excita, un verso de cristal, la palidez en el cielo,
el azul de la perdiz, cuando acontece la lluvia desde tus ojos;
la duda que en armonía se desliza antes de amanecer en tu risa de ajonjolís.
Tu piel, cálida y bella, me electriza, me anima, tocando o rozando mis dedos;
envuelve en maremoto mi último grito de aliento y deseo, de éxtasis;
resucita álgida en flor en cada toque profundo, o roce de miel que exhalo.
Tu piel, media luna de cara oculta, son más que tus ojos, que tu pelo;
noche de invierno que recorro solitario en busca de alquimiosa juventud;
el pesebre no alumbrado en medio de cabras, asnos y esencias, o huertos.
Tu piel, azabache purificado en matices de colores, como el añil;
un arco iris cuyos tonos besan la noche con inclinaciones, plegarias y reverencias;
la candidez que no existe, el verdemar que oscurece tus ojos de espantos.
Tu piel, sometida al escrutinio del destino, es marea de espuma. Un gorrión.
Tu piel, alambique que degusto insidioso, vino bebido por los dioses, por Orión.
Tu piel, como la tibia cabellera del horizonte, es tu destino de hilera
y que en las intimidades más inquietas recorro con pasión.
Tu piel, cuervo juguetón del monte, que hace juego con mi mente, y te desfigura.
Tu piel, escalera gigante con que subo al cielo en cada respiración. Mi invención.
Tu piel, lívidos cascabeles encendidos como los bateyes de San Juan en la tempestad.
Si se apaga la luciérnaga y se entristece muy oscura la nocturnidad,
es por tu piel.
Cálida o fértil, si se extingue la llama e ilumina a ciegas,
es por tu piel.
Si el sorbo de café me enciende el alma o se nubla el cielo,
es por tu piel.
Las sombras que las nubes trasladan consigo,
sólo es posible por tu piel.
Otra vez la noche, creyendo que existe, se perdió en el laberinto
de tu piel.
Y el viento, violento, receloso, queriendo tus ojos se posó
en tu piel.
Y yo, desesperado solamente. Inquieto solamente.
Tan sólo por tu piel.
Tu piel, tersa o suave, deslumbrante a oscura, es mi huerto. Mi furtiva calidez.


-II-

Tú que me enseñas
que el invierno es tibio al toque de tu piel, una calefacción a mis sentidos,
piel que es entonada canción navideña surgiendo de tu voz de pentagrama,
que la primavera es fija, y en presunta unión, al tocar tus dedos los míos,
con su enjuague de espuma en cada beso, en cada oración que te persignas.
Tú que me enseñas
que el pétalo rosado enrojece por cada palabra pronunciada, o vivida,
y que el ruiseñor apresura su canto lisonjero sobre tus hombros dorados,
y que el zorzal rediseña su nido, obligado a mirar tus ojos eternos o clari-verde-rosados.
Tú que me enseñas
que en cada amanecer el alba precede a cualquier plenilunio de lluvia,
y que en cada caída del sol una promesa se eterniza con llantos de pasión,
o que la intimidad es un secreto que se expande con la brisa.
Tú que me enseñas
que el amor no se marchita al rocío de las lluvias o del sol veraniego,
y que el viento remenea tu pelo de trigal en zig zag admirativo,
y que el manjar de tus labios puros se entrecierran con mi mirada,
o que tu vientre se desliza por la piel de mi sien como un riachuelo imaginario.
Tú que dices
que si al recorrer las enmarañas de tu vergel, se puede poseerte, vivirte,
anda, enséñame con tu ovillo mágico cómo se recorre la ruta de tu piel.
Sí, acorta tu lazo, dirígeme en esta ruta, para recorrer el laberinto de tu piel.


4- La belleza, la insoportable belleza...
de tu pelo

Alucino si mis manos tocan tu pelo, que es álgida unción.
Alucino cuando la hojarasca de tu pelo transparente enrédase en mis manos,
y la cascada de tus lúcidos ojos lagrimean por esto que lloro, que es tristeza.
Alucino si me miras y no hay vientos ni sombras que cobijen mi sonrisa,
o cuando florecen tus labios sediciosos, que recuerdo como espumas de nieve,
y todo encantamiento que provocan tus pasos invierten mi sentir, esta deflación.
Alucino, Ariadna imitadora de Penélope, en cada tintinear de tus dientes,
tembladores o sonoros como los rugidos del Minotauro que te reclaman,
en cada proceder de tu mirada que es manantial fugitivo, arpe escabroso,
en cada sinrazón de ser, expuesta en tus inquietudes amorosas, sonrosadas,
en cada gorjeo, que exagerado, pronuncias sin alivio, como desorientada.
Alucino siempre que estornudas o te erizas de escalofríos al caer una patria,
y junto al rocío crepuscular disimulas otro capítulo de una trama sin final.
Y porque es primavera la esperanza, y solsticio tu canción, próximo al alba,
alucino sobre tu espectro penetrando mi mirada disoluta, ya placer, ya quimera.
Frente al espejo, donde emerge tu figura de Camaleón sin existencia, fugaz,
y sintiendo la mar que te recela, en un santiamén me hundo como Ulises.
Sí, alucino. Un pensamiento alucinante, vacío, me atormenta si no te veo,
o me excluyes, o me dejas desandando los recovecos de enredadera;
laberinto insaciable, éste tu ennegrecido pelo con que me envuelvo.


5- La belleza, la insoportable belleza...
de tu boca

-I-

Luz otoñal tiene tu boca, que ríe con ardiente carmesí. Es fiesta.
Luz de fuego fatuo tiene tu boca de impérfida emoción. Es furor.
Cae el otoño sobre tus labios, que embebidos se crispan de ingravidez,
transición imperfecta que subyace como la flor de Loto en la claridad.
Sorprendida como ranura frutal esperas, sinuosa, el toque de mi vergel.
Otra luz que se estaciona en tus pómulos inventa el color de su piel,
en tanto el viento frío se sensualiza con su choque brutal, su incalidez,
y besa la sordidez de mi estío y voy por tus ansias como por un río.
Vino bebido que hasta los dioses se ensueñan en su escancia, con sus bríos.
Clarinata tu sonrisa que viene del bel canto que es estío en la madrugada.
Luz otoñal hay en tu boca que llega como néctar de limón.
Es el llanto que se detiene porque asume su manantial fluido, siempre en flor.
Es el pulso que se invalida cuando siento que se incrementa en tornasol.
Es la noche que se asusta, lenta o tarada, con su inusual chasquido, ¡qué pasión!
Un ave agorera que en sus alas trae ternuras, libertad, frases célebres, candor.
Tu boca fataliza este intento que se pierde como ola o ave invernal,
o sacraliza el deseo que subyace cuando se deshace una ilusión.
Luz otoñal tiene tu boca, aroma de clavel, que besos tersos pronostican,
y acudo a mis jardines para colorearla de besos en cada flor.
Ya no es rosa que implora aflorando en cada vergel,
sino cadencia preciosa, un pétalo insinuante, un pulso de mujer.
Luz otoñal tiene tu boca que en verano enciende un ardiente carmesí,
un volcán que entumece pasiones y rosas en cada alelí, un chasquido para mí.

-II-

Eres hilo conductor que me ata a tu sonrisa. A tu boca me ata.
Hilváname en tu boca,
que así el suspiro detenido de muchas noches quedará indemne,
y el parquecito del mirador siempre será un recuerdo renovado, alocado.
Amárrame a tu boca,
y ya verás que las madrugadas más frías calentarán rápido
tu virtud-virtual, como tu imagen elevándose, sobre tu pisar,
sobre tus inviernos, sobre nuestras desafinidades órficas.
Atame a tu boca,
para que la piedad sea río incontenible de pasiones, o lujurias,
y el averno mar supure burbujas de colores incandescentes a tus alturas.
Envuélveme en tu boca,
que en una taberna rosa la ronda de cerveza se esfumará sola,
en tanto el brindis nostálgico sucumbirá en cada grito de placer y delirio.
Aprisióname en tu boca,
y siempre incontenible caerá la lluvia como recuerdo de abril,
y truenos, rayos y centellas como espectros avizores sonreirán, índigos.
Enciérrame en tu boca,
y será mi escudo contra tu olvido, mi patente contra el dolor,
la simiente apresurándose a nacer antes que la noche depare su memoria.
Enhébrame en tu boca,
sin medida ni clemencia, con lentitud, con la prórroga tardía,
para que el recuerdo aprisione tus cantos florales con mis gritos bajitos.
Zúrceme en tu boca,
con la sinrazón del mandarín que justifica la ideología adversa,
como el torrente riachuelo abriendo surcos en cada paso de su brevedad.
Remiéndame en tu boca,
y eterniza el hilo conductor que me lleva a tu sonrisa.


6- La belleza, la insoportable belleza...
de esas pequeñas cosas de tu mundo

El sol en el centro del universo suele ser faro de luz en el horizonte,
como tus ojos en tu rostro.
Un grano de arena en la inmensidad de la playa apenas se percibe,
como tu lunar en la piel de tus hombros.
La yerba buena en la inmensidad del bosque, sólo es un hilillo enervante,
como una hebra de tu cabello incandescente.
Una estrella en el azulado cielo infinito luce solitaria,
como tus dedos en mi sien.
Una cueva, al pie de la falda de la montaña, lamenta su oscuridad,
como la simiente de tu boca cerrada.
Nubes de algodón blanquecina, bajo el inmenso azul cielo, tiritan de frío,
como tus labios, por su aliento congelados.
Todas las pequeñas cosas de este mundo espejean la diminutez de tus gracias,
como círculo umbilical sobre mi cuello y con esta ilusión que me quema.

7- La belleza, la insoportable belleza...
de tu deidad

"Y amaré los paisajes de mármol y de hierro,
de duro barro cocido, el hierro descoriado;
de frases en latín, de flores albas,
de humo perfumado,
de paralelos cándidos y lágrimas".
Héctor Incháustegui Cabral.

Como Atenea eres tejedora de la sabiduría, de la virtud. Deidad eterna de mi Olimpo, y otra vez de la virtud. Nombrándote Diosa eres creadora de sabiduría, del hilacho y la artesanía; fondeadora del amanecer frente a un sol amarillento y apaciguado; eres luciérnagas verdeazuladas que se confunden con la llovizna pura orificando hollines en las entrañas de chimeneas, pastando libros atiborrados de jergas y ateriscos raros, en los umbrales de unas cavernas lacadas de tintes que muestran rudimentarias figuras, configuradas por orfebres, por ti inspirados; y suministradora del opúsculo que permitió
asirse al genio creador; y dadora de simientes y espermas, de fuego centrífugo y pujante ingeniosa, y alabardera, aserrín de madera quemada en cuyas cenizas renace el sol relumbrando la sabiduría despertada. Una esfinge se esculpe en tu figura, una herradura concorvada destella luces imaginíficas de vientres paridores; un anciano blancuzco y de barba espesa como el monte Venus allá en el Monte sagrado, olímpico, da pasos y ya te nombra; la luna craterizada espera tu soplo de aliento para que el hombre pose sus plantas en sus polvos; una gacela saltimbanque, diestra en cabriolas, se arromolina en tus cabellos de donde brotan dos cornamentas que soltean conocimientos; la tez de tu epidermis bulle, se relaja de bruñidos, y una luz tenue, sanforizada, ilumina con la brisa ese camino que ha de trillar con imaginación recreativa la criatura terrestre. Mortaja esparcida por los vientos, siluetas cobrizas almibaradas de espumas y de espejo y vidrio y rucios candelabros relucidos te atan al raciocinio del orfebre. Como la árida tierra cimentada eres acrópolis; como nefanda calumnia arrojada fuiste esquilmada con los malolientes deshechos de la espada, urinario conducto de la destrucción, por la industria del hombre trabajada; como efemérides nocturnales aprovechando la oscuridad para concebir criatura, así en la neblina me empujaste como hombre a parir ideas, imágenes, objetos candorosos; como el aljibe de manantial brota de tu piel flamígeras sustancias sabihondas; como noria campestre emanas, aterida a tu cordón umbilical, borbotones sudoríficos, sustancias negri-blancuzcas con sabor a ciencia y a canción. En la estepa de tus aguas, en el estero de tu garganta, en la estancia de tus poros, el artesano rubrica la estatura de tu nombre; en la confluencia del vientre y tu sexo, en la ermita de tu templo, el estercolero convierte su materia en fragancia; en la noche solitaria, el pájaro silba, el leñador sulfura cenizas, el caballo relincha asido a bridas calcomidas y hierro herrumbrosos, construidos por manos a fuerzas de golpes y fuegos; en las espesuras de la tarde, el hortelano cuece sus habas
frescas; el árbol cruje, la arena se desgrana, el cielo y el mar se juntan, el horizonte se pierde con la brizna, brizna en tu pelo es y el hombre !oh Diosa sabiducha! te sube a su santuario. Territorio de simientes, en tu sabana se esparcen vientos de rosas guarnecidas, miles de albahacas con hilos arracimados, sembradíos de cosecha milenarios, y una lámpara con luz enrarecida ilumina el surco para la reproducción del asno alimentado. Solamente en la envoltura de tus pechos, casi fue succionado el blanco líquido por ti inspirado y hendida la grieta paridora y sembrado el color púrpura del fuego y diseminadas las ideas en su porción vital; solamente en los tórridos y ágiles zumbidos de tu vientre, en el torso y más aún álgido y bruñido de tu sien renacieron alas de mariposas, temblorosas como llama de candelabros, movidos por la brisa. Alguien allá en la llanura, en la sombra de la alcoba, en las herramientas del taller, en las espátulas repletas de colores, malvas o pálidos violetas como el arco iris, en la escritura sin origen o en las páginas de un libro, en la escultura de unas manos, alguien levantó su copa y brindó por la nada, por una Deidad como tú que me invento y restituyo, por una silueta evanescente que hoy se disuelve en mí como ruinas de trapos adiposos y de tiempos silenciosos, de sueños raros, idos.


Tercera parte

de
A tientas






Diálogo de sobremesa
-Poética de la especulación-

Conversatorio des-improvisado entre un-a:
-Sociólogo -Soc.-
-Psicóloga -Psi.-
-Político -Pol.-
-Maestra -Ma.-
-Economista -Eco.-
-Filósofo -Fil.-
-Poeta -Poe.-
alrededor de una reunión de colegas-amigos con dos o tres rondas de cerveza fría.....pero bien fría....convirtiendo el diálogo a veces en algo incoherente, otras, en atisbo disparatoso, muy emocional y sin razonamiento definido, y otras veces, por qué no, con sentido crítico.....y en todo caso siempre es cordial, amistoso y bullanguero, con un fondo ambiental de canciones populares (que hay que imaginar...), sobre todo bachata y balada. Cada persona habla desde su punto de vista profesional y a la vez movido por un auto-interés.



Diálogo de sobremesa


“Vale más una ronda de cerveza,
una elevada voz de nostalgia
clamando por la brisa del mar”.
De “Taberna y otros lugares”,
Roque Dalton-.

Soc. -Esta jarra de cerveza fría
es una prolongación de la política,
pero por otro medio.

Poe. -No lo creo,
la política en estos tiempos
es más caliente que un sol de verano.
Y en última instancia pesa más
la balanza económica individual,
y su propósito de comprarse una mansión.

Fil. -Eso depende del fin de las ideologías.

Eco. -Querrás decir, de la economía,
liberal, y libre de idolatrías,
con su respectiva balanza de pago.

Psi. -Creo que más bien depende de las emociones
y de las ganas de irte a la cama.

Ma. -¡Ah! estos muchachos no quieren aprender
que los sentimientos prevalecen
por encima del amor patrio...
y todo acto acuña un interés personal.

Fil. -No quiero pecar de idealista,
pero eso desmerita a Carlito Marx,
y no quiero decir que sea un sofisma
aquéllo de que el “ser social determina
la conciencia social”.

Psi. -Aunque eso es materia para otro costado,
me veo en el deber de recordarles, estimados colegas,
que el ser social lo determina el exceso sexual,
sin comentario adicional y sin contradecir
a ningún jeque oriental....
que Freud fue bien claro en eso.

Poe. -¡Oh Dios mío!, mátame si quieres,
pero prefiero otra jarra bien fría
en este caluroso verano inclemente,
tan triste en sus noches nebulosas
e impecable en el día,
bajo la luz embriagadora
de un sol calcinante.

Eco. -Eso me recuerda que el tratado comercial,
libre de comercio y cualquier otra atadura,
se convertirá en un agiotismo libre,
sobre todo libre de simulación,
si es que Dios no mete su mano de consolación.

Ma. -Apenas cruzo las piernas
y me creen una provocadora barata...
Pero no es así;
lo que pasa es que el cansancio de la época,
con sus cibers-espacios
y su teoría de la información
hacen que una tenga que estar moviéndose
para no quedarse desinformada,
estancada en el abismo del pasado.
Renovarse es la teoría económica
mejor vendida de nuestro tiempo...
y mis piernas, aunque ustedes no lo crean,
también saben venderse...

Psi. -Estoy contigo, camarada,
pero que el exhibicionismo no te arrastre
a venderte a cualquier postor.
La vida es cara y hay que saber aprovecharla.

Fil. -Volvemos otra vez al fin que justifica los medios...
Por lo que veo, el mundo se divide
en dos tipos de seres...
Unos, más pragmáticos que puros,
juegan a la apariencia,
y la vanidad es su signo vital
para regenerarse, para prolongar su prosapia...
Y otros, más puros que pragmáticos,
creen que jugando pin pon
se les prolonga la existencia.

Poe. -La vida, señoras y señores,
marchita por un anochecer interminable,
y que oscura puede ser
(o visible a la luz de la luna),
sólo es un tesoro que se atesora y se templa
a fuerza de martillazos y coraje.
Recuerden que nunca nos prometieron un jardín de rosas.
Mientras, la vida sigue su agitado curso.

Fil. -Convictos y confesos somos en el mar de las dudas,
y si por la duda, aclaro que me confieso
un partidario del “viva y deje vivir”,
en tanto la vida siga su agitado curso, otra vez.

Poe. -A menos que para vivir
deba impedir que otro viva.
Sé que es un disparate,
pero hoy en día
¿hay otra manera de filosofar?

Eco. -Esa está buena,
dejar que la oferta y la demanda sigan su agitado curso,
como siempre, en el mar de las dudas.

Psi. -O que los deseos y las necesidades
vayan de la mano con su ritmo cardíaco a cuesta.

Soc. -La mejor salida sería
que el Mar Muerto ahogue en sus aguas negras
esta vida colectiva, cuyo comportamiento acelerado
nos mantiene al borde del precipicio.

Poe. -Preferiría otra jarra de cerveza
y pensar que la naturaleza es buena,
que el tiempo que nos ha tocado vivir es bueno,
que sabio puede ser...
y dejar las preocupaciones insólitas
para tiempo de lluvias.

Psi. -Ahogarnos en llanto sería pecado,
a menos que el pecado original sea una farsa,
y haya sido un invento
para eternizar el miedo
(por no decir el cielo).

Fil. -El miedo es una categoría metafísica impredecible,
y en medio de su sino Dios se hizo grande...
Perdonen mi falta de afecto, sólo es un decir...
recordándoles que no soy ateo.

Ma. -El ateísmo también es una categoría metafísica,
pero la fe, que mueve montañas,
la levanta como un muro de contención.

Fil. -Eso nos enseña que no hay teoría sin práctica;
y como dijera un filósofo chino,
“la práctica es la madre,
(¿o la ama de casa?)
de la teoría”, aún sea indemostrable.

Eco. -Yo, como ama de casa,
y conocedora de los gastos cotidianos,
puedo decirles,
que la práctica es el signo vital
de todo superávit presupuestario.
Sólo hay que saber administrarla
como si fuera una bolsa de valores,
distribuyendo la riqueza,
tanto arriba
como abajo....
claro está, que la mayoría
preferiría estar arriba,
pero sólo unos cuantos son prácticos.

Poe. -No se puede dudar
que tanto disfruta el que está arriba
como el que está abajo,
bueno, a veces,
y les pongo un ejemplo claro,
a ver si puedo:
el sol, siempre arriba, ríe cada mañana,
con su claridad perecedera,
con su luminaria sagaz y placentera,
en tanto la tierra, que se mantiene abajo,
gracias al rey astro sale del oscurantismo,
mientras una luz de libertad la embarga de alegría,
pero, como todo tiene su pro y su contra,
el verano caribe nos somete a una prueba de fuego
antes que el otoño nos ampare con sus brisas.

Eco. -Eso confirma el “dejar hacer, dejar pasar”,
y aprovecharnos del clima bueno
cuando se nos presente la oportunidad.

Soc. -El oportunismo, que es un arribismo inconsecuente,
siempre ha sido una tendencia pequeño-burguesa...

Fil. -Bueno, si es para dejar de ser pequeño,
entonces se justifica,
según nos dice la dialéctica con su sano juicio.

Psi. -Ser para ser, es ahí el resultado.
No dejes que tu conducta te corrompa,
así no tendrás remordimiento de conciencia
con los que dejaste abajo,
a menos que éstos también suban.

Pol. -Bueno, según les dicten sus conciencias.

Poe. -Como la pleamar, subir y bajar,
en tanto una sirena se mueve son sus briznas.

Pol. -Con lo que dicen,
creo que me siento como en mis aguas.

Soc. -Por supuesto, en estos momentos
estás nadando boca arriba,
y sin el menor esfuerzo,
y no crean que me estoy quejando, no,
lo que pasa es que el prurito multitudinario
se está volviendo solitario,
y ya no se toma en cuenta
el sentir de las masas como ente mayoritario.

Ma. -Si aprendiéramos que el individualismo tardío
aniquila la conciencia social,
podríamos evitar que se utilicen tantos recursos
investigando en enseñanzas de comportamientos
completamente cívicos, como los onegeístas.
Quizás la tecnología de la información y la comunicación
nos permitan conocernos a nosotros mismos.

Psi. -Que sería como jugar al gato y al ratón,
o sea, desplazar nuestro individualismo
hacia un eje colectivo que es una abstracción.
Haría de este mundo una monotonía simpaticona,
si no se convierte en algo sinecuanón
(y lo digo en castellano para que se me entienda mejor;
ya que el latín ha pasado a mejor destino,
aunque el Papa Benedicto XVI quiere resucitarlo).

Pol. -No sería mejor que nos dejemos de sandeces,
de pura política barata,
y presentarles a estos salvajes darwinianos
un mundo más feliz e indocumentado,
creándoles un Jauja de esperanza...
Al menos durante un tiempo
pensarían que están vivos.
Recordando que toda promesa es pasible
de ser realizada,
y como soñar no cuesta nada.......
lo dejo en puntos suspensivos.

Soc. -Sí, y decirles que son el futuro,
que toda visión o acto social viene de ellos
(y les pertenece),
que la patria se lo recompensará,
que la balanza pronto será equilibrada
y cientos de blablablá más, ¿no?.
A mí no me vengas con tu teoría barata,
que la vida es sólo una
y no tenemos complejo de gato....
aunque en la oscuridad todos sean pardos...
aclarando que no tengo nada
en contra de tan noble animal.

Poe. -El gato es leve y es equilibrado.
Un canto de levedad puede ser.
Es pelambre suave que se espanta con la brisa,
y sus ojos verdioscuros una luminaria
en medio de la oscuridad,
no pardos, como solía ser.
Y su ronroneo una canción que adormece las noches.
Así que no veo mal que el gato,
aún sean todos pardos en la oscuridad,
pueda traspasarnos las seis vidas que desecha...
Pero de todas formas, la humanidad se lo agradecería
y ésta prolongaría su estancia
en este paraíso perdido que llamamos tierra.

Fil. -Y el séptimo cielo, ¿algo tiene que ver en todo esto?
¿Y qué decir del complejo de Edipo?
Particularmente yo lo veo como un isopo insoportable.

Psi. -Ningún complejo que se adopte es bueno.
Ni siquiera para adorar más a la madre que nos parió.
Nos hace dependiente, y ya sabemos
que la dependencia es un estado depresivo,
que sólo liberándolo nos permite sobrevivir,
y la sobrevivencia es ardua,
es la jauría de los más fuertes
que te apiñan como en una lata de sardinas baratas.

Fil. -El ser y la nada, diría Sartre.
Ese sí que sería un atormentado complejo.

Soc. -El complejo moderno no es social.
La conducta humana no es consensual;
hay un patrón de ajuste que se acerca a la intolerancia...
y no encaja en todos lo de animalito que tenemos,
comenzando por mí, y no es un chiste.
Amargo puede ser y todo lo amargo repele,
¡qué le vamos hacer!

Pol. -Por eso yo, para enardecer las algarabías,
endulzo las frases con miel de abejas,
aunque después me echen las avispas.
Total, para algo se han inventado los insecticidas.

Ma. -¡Quien fuera maestro!, y pudiera explicarme
por qué tanta torpeza arropa a la humanidad.

Fil. -Deben entender que el mundo es una Babel
y la incomprensión se ha hecho su esperanto.
Pero algún día se cocerán las habas de la discordia.

Poe. -Soñar no cuesta nada,
dijo el Profeta en su desierto de ensueño...
Ya verán cómo morderemos el polvo
de esta podredumbre existencial que nos arropa.

Eco. -Y con crece, a menos que la balanza se incline
a favor de los desamparados,
y ascienda un superávit de convivencia pacífica.

Soc. -Específica, querrás decir.
A veces la duda no nos deja beneficio
y la familia, esa categoría sociológica infinitesimal,
saldrá ganando, a menos que sus miembros
se identifiquen con ideologías contrarias,
cada una con pretensiones universalistas,
y con su verdad absoluta de ñapa.

Fil. -O sea, unidad y lucha de contrarios.
La dialéctica no se equivoca, mi hermano,
sino que se contradice en sí misma,
que es la primera esencia del ser.

Psi. -Ser para creer, y después hablamos.
El deseo de ser sobrepasa las necesidades
del sobre ser o saberlo hacer.

Poe. -Mejor volvamos a otra ronda de cerveza fría,
y que el mundo gire a su antojo. ¡Salud!

-2007-.

Fin de
A tientas



Aún queda rodante la palabra.....Antología unipersonal……….Poesía .....Federico Sánchez




-10-
Del libro:


Ideario
de un diario de aconteceres
-poesía consentida-
-2009-



Acontecer que da pena


Junio 30;
acontecer 1;
sobre una introspección
penosa.

Una terrible pena me acontece,
llega como llaga hasta mí, en mis adentros
se revela, su estela invisible
de invencible mueca. Sus pétalos
insensibles proclaman su ley,
en mi vientre sus cánones se aduermen.
Simultánea la pena, agresiva, ágil
en su dolor, en su dolo posible,
impulsa toda su presión, impresión
me causa, una sumersión invita;
su blanca imagen de pétalos dorados
en mi pérfida piel se inventa o recrea.
Como Odiseo en su odisea llega,
persuade, invita, arrincona el alma;
como El César llega, ve y vence.
Acontecer de mi vida es, ¡que pena!,
en su suplicio, en su estima; pródiga en
su sabiduría de amaneceres tristes.
Una pena me acontece hoy,
en sus manteles ubicuos y estables.


Luces de la ciudad, desacontecida

Julio 2;
acontecer 2;
sobre ausencia de luz
y algo de apagones.

Sobre el desnudo mar asoma el sol,
incipiente el Sur surge transparente;
frío el aire inventa al hombre,
caribeño es y caribe su humor.
Yerbajo desinhibido por el rocío,
como gramura se espanta,
y cae adyacente, se imbrica la tarde
hasta el horizonte soñado, sueña
el caribeño con su santa madre,
que en su lecho reclama un tambor.
Un arco de sombraluz, un espejo sin resina
intentan persuadir a la noche, la negra
oscuridad, como cuervo negro, y negro
el momento entre apagones y apagones,
estremece la ciudad; triste, inmensa,
espera un amparo de luz; candente
la noche sufre sola; arpegio mudo es;
el hombre, cobarde, amargado, abyecto,
ya no llena su espacio vacío; yerta la luz,
la ciudad, opaca, esconde su tristeza.



Gota a gota……

Julio 5;
acontecer 3;
sobre el calor
y la humedad.

Un vano sueño me golpea, me entretiene,
su resol brillante y gaseoso
moja en mí, en mi pecho se aposenta,
recorre su extensión estrecha, estrecha
su cerco, sus envalentonadas gotas
de sueños y sumisión, su agitada
andanada se revive, lo humectante
acondiciona el ambiente y espeta
frases célebres de húmedas caricias.
La lluvia, esta lluvia fríamente me adormece.


La ventana indiscreta

Julio 8;
acontecer 4;
de un behaviorista
improvisado.

La ventana no es un observatorio para incausto
machista, insolente inconcebible.
La ventana, estrecha, procura hacer
más fácil el acontecer, el acontecer
de mirar, parpadear, entrecejar, tiernamente
lujuriar lo que no nos importa, aunque
sí importa lo acontecido; deseo es.
Boyerismo contra natura en práctica.
La ventana, abierta de par en par,
inmensa la mirada nos empuja
al comezón, plenamente nos habita;
transfiere una compensación
de lo imposible, de la inútil soledad;
su abertura prolonga la existencia,
claramente la luz nocturna refleja
el esqueleto asiluetado; ul cuerpo
vestido de ansias y galanuras; y el viento
empuja las miradas pulsivas.
La ventana, hela ahí, apresurada,
boquiabierta para que los non santos
manipulen su discordia onanista,
su nihilismo afrechozo lo expulsen.
La ventana de mi vecina, dominante,
álgida, argenta la mirada, se ve indecisa,
locuaz, parpadeante, tímidamente indiscreta.


El funcionario, ¿es un millonario?
Julio 11;
acontecer 5;
sobre un sencillo
empleado público.

No es un aristócrata, un mercader
de clara visión, un hombre adusto, frugal
en la tormenta de la vida; lleno de miradas,
de áridos versos y placer; fugitivo
de sabiduría, escaso de virtudes y apologías,
no es un gran exponente de ritos patrios
y ceremonias tardías, ni emergente dadivoso
con la cruz a cuestas, de apretado pecho
turbulento y sentido común, ni mucho menos
con sentimiento de galán inútil.
No es emblemático soldado de la salud,
el sentido común no le florece,
cargador de bondades y gratitud,
se cree un ángel soñador, en la espera
de su infortunio reclama su oportunidad.
propulsor de proclamas y manifiesto
dadaísta y ucases, dador de voluntad
celeste, asume ser festivo portal inminente.
No es bumerán que regresa del pasado,
un pretérito de hambre y de inquinas, oprobio
y juventud; un aliento lo persigue, ansioso
el presente, como el mar es revoltoso
en la bruma marina, el múltiple espejo
que devuelve la mirada furtiva, el bifurcado
camino que dirige sus pasos a tientas,
a tientas volcado en el humo de las migas
de pan, el pantalón, eso sí, bien apretado.
El funcionario, como el ave, planea
su vuelo acuclillado, inmenso se ve; el futuro
le pertenece, inmerso en la baba
de los inocentes de finanza pública.
Tiene pleno dominio de su función;
su plenario de acólitos lo atosigan, dominan
su misión, su incalculable cúpula
de alabanciosos lo flirtean.
El funcionario, triturante, ¿es un millonario?
Elegante es. Goza un montón.



Un libro, mi cabecera, el clímax

Julio 13;
acontecer 6;
sobre lectura
y prorrogadas
necesidades.

Un libro, ¡ah, el libro!, inspira pesares,
incorrupto alarga incertidumbres,
una brillante carrera le antecede,
sus páginas borronosas y constreñidas,
susurran en mi seno, en mi cabecera
se aduermen, derraman ultimátum
y leyes tranquilas, como un pez
orbitan sus ojos en el agua, agraz,
predominan su forma, su extensión,
y contenidos superfluos las definen,
sus definidas intenciones de convencer,
constriñen el aliento, su cruda realidad
de calcio las alimenta. Páginas de izquierda
y también de derecha en pugilato son.
El libro en su inmersión inmensa,
en mi cabecera recorre el vientre, penetra
en los huesos, inyecta “sabiduría”,
reconvence que el universo es perverso,
subinfiere que la tierra fluye,
influye su ocio con cándidas cimitarras
de cantíos y bravíos amaneceres.
Su clímax no raya en la espera,
desespera con su enjuague bucal,
defendiendo un fatasmal alimento,
un abyecto patrocinio potencial,
su entorno difícil y ceñido.
Ahíto, este libro me pervierte con su ideología,
que prorroga esta vivencia existencial,
esta duda de arpegios y cantos desenrosca,
amplio, exitoso, calcula en cada proceder,
en cada acontecer se envuelve.
Henchido el destino aumenta mi pesar.


La Demo…
bajo la gracia del silencio

Julio 15;
acontecer 7;
sobre la democracia,
ánfora* de ambrosía.

En cierne está, la ubicua,
la pasión enciende su tristeza, a veces,
incoherente, inmanente un lucero
señala el camino y no aprende;
no emprende iniquidad, la quietud
dicen que aborda, ecuánime,
la esperanza con suma cautela,
con incierta actitud llora sola;
inmortales la identifican, desde
el siglo de Pericles, zigzagueante; perínclita
aún no termina de amanecer.
Negros nubarrones entorpecen su nostalgia,
su pacificidad encamina a tientas,
turbulencias se apasionan, nos dicen
que a veces es canción, a veces
hipocresía; y el acordeón le llega
con su gritos, su fuelle sonoro, su vocerío
de sálvese quien pueda.
Demo es en sus aristas de cortesía,
y un buró en su alta gracia
ideologiza sus inicios prístinos,
o sea, sus eternos principios básicos;
por lo tanto, emprende cauce sin rumbos;
de encendidas luces, y alabanzas,
ha pasado a ser ánfora* manoseada.
La demo-cracia, portátil afinidad
entre la carestía y la abundancia.

(* ánfora: en su sentido de “urna”).



El Be

Julio 23;
acontecer 10;
sobre el nieto
intranquilo.

Vino a este mundo; no se dio ni cuenta,
sin cuentas de un rosario y analfabeto
de la vida, de la ignorancia, de quietud;
fue un día cualquiera de marzo, lleno
de palmeras el medio rodeante, de muchacherío
indolente, inocente en las miradas,
entre otros niños y animales indefensos.
Vino un día de injusticia, lluvias
tardías en el mar caían, contagiosas;
por ahora y para él, estos días
todos son iguales, pero hermosos;
blancas sus manos prodigiosas,
contagian caricias plenas
de su madre que lo mima
con su menor indulgencia,
con su sonrisa de bella inocencia,
de niña prematura, de ángel la ternura,
bilabiada la sonrisa, sin dudas
lo ama inmensamente, en su inocencia.
Vino un día de lluvias, aún sin esperar
fecha de nacimiento, arracimado
a la nostalgia, vilipendiado
en el vértice de fiero padre,
pero viviendo su extensión, su cálida ligadura
entre abrazos de brazos órficos;
en su trono de fieltro y canas
flirtea, vende su sonrisa
al mejor postor que lo llama; ve
todos los días cómo la mañana
aprieta una sonrisa; una comadreja
mimosa lo convida a ser feliz,
en su dorsal se recrea, hermoso.
El Be lo llaman, un apócope
que intimiza con la nostalgia, la mirada
adyacente, el gesto consumido
ofreciendo disculpas, un beso
prodigioso, como siempre altivo,
con sus ojos de camaleón durmiente
habla sin la espera del que le sonríe.
El Be, por obra y gracias
de la vida, da vida, urge, inventa
una parodia a los que sufrieron
antes de su inminente venida.


El asaltante inconfeso

Julio 28;
acontecer 12;
sobre el asechante
sigiloso.

Se dice que no es valiente; atraviesa
la noche con su incongruente,
mortecina navaja; en la oscuridad
inhumano es; pródigo de atardeceres
insurrectos; con ojos de soberbia
e irreverencia en los ojos,
huye del juicio final; lágrimas
esputa por sus poros en cada travesía.
Espectro de la miseria engalana sus días
y se engrandece como hombre incivilizado
en la espesura de la mañana
que transparente vela su sueño
sin remordimientos, como el duelista
que mira absorto su triunfo deicida.
El asaltante, inconfeso, no es un bestia.
Una filosa daga lo atraviesa,
con sus mangos brillosos y definidos,
que giran en su prórroga muerte,
en su mente, un su estación lo adivinan,
en el disparo certero, antes
de desenvainar la muerte,
que en ristre ocupa su lanza puntera.
Es un verso confundido en la bruma.
Es robot heterodirigido desde la historia.
Desolación es; a ultranzas se quilla
con la muerte, víctima sistemática
en cuclillas, inventa su propio paraíso;
su destino definido e inestable.



Al maestro con cariño

Julio 30;
acontecer 13;
sobre tizas, borrador
y dedos didácticos.

Maestro se siente, volcado sobre el reloj;
en la pared el aliento borroso y amable,
que le insinúa, que le protege, que lo intima;
choca con su destino, su mente en el abismo;
sus tizas estables, dadoras de dudas
y deducciones lo inmiscuyen, en sus dedos
se aquietan, en sus ojos se nublan;
alérgico el borrador le tiende trampas
emborronadas, guiña un ojo en su esquinario,
el cuadrúpedo perro que le sigue lo anima.
El Maestro, sumido en la historia,
sin una buena historia que contar, samaritano
de la alegría, perínclito, imprime
belleza en su día, en la izada bandera
se reclina, a la emblemática pizarra,
al sillón no reclinable, cuasi destruido;
alérgico a las mentiras, tiene que mentir
sobre las promesas incumplidas
del Secretario de turno para no crear
conflictos educativos y mala conciencia,
pero aún así es de la hipocresía fulminador
y a un tiempo amante y alimento de la poesía.
Maestro se siente, con o sin Cariños.Com,
todos los días en su diario vivir impertérrito.


Deshechos populares

Agosto 10;
acontecer 20;
inmundicia
y poluciones.

En la garganta del río,
maniatados adminículos inservibles,
reciclan su esencia retraída,
su terruño amplio y húmedo, en el viento
se consumen; redimen sus fisuras muertas.
Residuos en el vientre de la humareda
se vuelven conejillos de india,
y en las protestas sociales de cada edil.
Las aguas submarinas las reciben
con encantos, placeres a cuestas;
lamas alicaídas, urdida de estampas,
se renuevan solas, y su estampado sufre,
se reciclan ancladas en la salinidad del viento.
Los deshechos, más populares
que el pontificio, su hechura sólida y estable,
en las estepas solitarias, en
las desembocaduras marginales, en
las areniscas montunas, recorren
su acuoso camino, su travesía cansada
y dormida, aposentados en la intemperie
de los mares altivos y el lodo ajado;
procuran su espacio; su dudosa
intención de abasto los reviven;
en tanto la polución esperpenta su rostro,
juega a la muerte con los batracios.



Parábolas del Buen Pastor

Agosto 13;
acontecer 21;
mientras, el cielo
puede esperar.

Vengo con la esperanza a cuestas, a tientas
sufre su invención; las manos sumisas,
cálidas, un ardor me acompaña.
De amplia sonrisa y salvación,
su salvador soy, salvo que mi grito
de relevo no los acompañe en
sus rutas, en un asalto al cielo.
Una oración me antecede, de mí se adueñan
Angeles postrados a mis pies, y tupidos,
sus anchas alas reviven en mí,
en mi antesala se reconocen.
Vengo con un ápice de venero;
palabras milenarias esputan mi boca,
para que la vida no se esfume nunca.
Vengo de la noche, de un sitio tranquilo,
sus mantos levitan prodigiosa la cordura,
la verdad está hecha a toda prueba;
sus sílabas sabias y consumidas
con el verbo todopoderoso de las alturas,
llegan a mí, en mi mente se anidan;
revelan la primavera, asumen
que el paraíso es tierno; tierno
el hombre solo sólo podrá invernal
en sus estelas de sueños; en su Odisea
gozará del viaje que el señor tiene en reserva;
es su voluntad que el alma se eleve,
¡ay! aleve susurrará el vocablo del arcángel.
Vengo, mis contertulianos inocentes,
por voluntad secreta; una furtiva misión
he recibido, convocados son
al azar de tal gratitud;
su divina gracia, y sumisa, orbita en mí,
mi misión rige su decidido
rigor; un canon del cielo y páramos
me concitan, sus virtudes secretas
y precisas dominan su encomienda.
Vengo, es obvio, y no es harto decirlo,
y creo que así lo entienden,
con sus futuros a flor de piel;
albergo un ultimátum, su tentativa infinita
de unción y placer de alabanzas proclamo;
harto tengo, lo sabe el dios del gólgota,
crucificados los brazos. Pido un amén.



Una mirada, el espejo, un hechizo

Agosto 16;
acontecer 23;
sobre una mirada hipnótica
atravesando un espejo.

Suficiente la mirada; el espejo
la transporta hacia mi asombro;
ágil; voraz en la temperatura; virgen
en sus refracciones otea la trastienda;
una inmensa lujuria me intimida,
y sus cadencias insinuadas y rosas,
caen en mí, en mil sentidos se acuestan.
fúlgida la mirada; el espejo
restituye placeres, oscuridades posibilitan,
se inventan en mis manos, en mis ojos
se lagrimea un susto, una cúpula
de sonidos se estaciona en mis ansias,
en mi sensación se aquieta,
una sublime fuerza de atracción me mata,
cárcel me manda, su espuria agitación
se enciende, en mis poros arde. Es ascua.
Oblicua la mirada, el espejo
que sufre, temblor marchita; aridez
sobre el muro inquieta, sobre
toda la tienda una calma se aquieta,
transforma las vicisitudes, sin
filosofía, sin aspavientos, sin
un te deseo, sin la pasión
de un pretendiente, ni obligada ideología;
sólo una jauría de confusos sentimientos;
y como la pared, tiembla mi cuerpo,
y como el espejo en la pared, tiembla
mi torso en sus rayos punitivos y pasibles;
palpita una noción, la unión de cuerpos,
mientras, el ámbito quieto, el despachador
anida una ilusión de tomarse
la ligereza de la locura, la mancillez
de la lujuria de oblicua mirada;
pero yo me atalayo, su reflujo
atrapo, que se disuelve
y desaparece; y esa mirada,
de femenina tentaciٕón, la fijación
estable pero encendida,
dirigida desde el espejo, busca
la nada, el amplio vacío, el sima insondable;
pero en mi pecho ya es un hechizo;
la cima inalcanzable; es candil,
una embrujada ansia; timidez y olvido.

Al calor de la noche

Agosto 21;
acontecer 25;
después de una
terrible tarde
de sol inmenso.

Fuego fatuo es; incondescendencia
de estela abrasadora; aire en llama,
una incunable llaga inserida en el cuerpo,
en los huesos infinitos y adormilados,
un bostezo se fusiona en la noche,
en la pared rebota y se ahoga
de esperanza; aspereza inventa;
absorto el aire se incendia en las azoteas;
inmenso, en cada habitación se adentra,
incursiona en toda piel de amplios
pelambres; tardío se inquieta.
Así pasa toda la noche, en su reflejo
cada grado de temperatura ahoga el llanto;
el calor se abreva, pero acosa en
su consistencia, la constancia de seguir
casi dormido en la demencia
del fuego fatuo, que arde, y desmaya.



Sexi-servicio

Agosto 22;
acontecer 26;
cuando la noche
languidece y
se reitera
la monovida.


Sobre la cama tirado el cuerpo,
en la noche entera que el alba arremete
con su grito; con el aliento
cansado, el rostro bajo el colgante
espejo; sus dolidos nervios de llanto
consumidos, estables, insumisa
la mirada, el cuerpo cumple
su estado de reposo
de un hastío tardío, ya puesto
sobre los huesos, y la respiración.
Entre el complacido coito
y el cuerpo en servicio y sus desvaríos
pasa la noche en su propia noche,
de espanto y esgrimas, de ajetreos
y pedidos especiales, desiguales,
con sus destrezas experimentales.
Ya no son lo mismos, desde su jadeo,
esos cuerpos; un sima angosto
los confina, y sus placeres fingidos
y prohibidos tampoco son los mismos;
un valor agregado, emotivo los subleva,
cópulas de simulacro los arruinan, dominan
sus arideces como motivos, sus ardores
encendidos entre un simulado gemido
y una necesidad incumplida.
El, durante la noche complacido,
su cuerpo estable y emotivo.
Ella, al otro día reparte monedas;
confusa su mente, pero aún decidida,
repite otra noche, otro cuerpo asimila.


Sin novedad en el frente

Agosto 28;
acontecer 29;
sobre sol, playa
y sereno.

Hoy, inmenso, lujurioso,
el albo sol se levantó temprano;
sus rayos suaves y tranquilos
arañan el escenario, la playa,
que a granel se explaya con sus cálices.
El infatigable Helio arropa
con sus punitivas sondas
al terco verano, pero doblegado,
lo obliga a des-orientarse
con su furtiva soledad, que en sortilegio
anuncia unas cuantas horas tranquilas.
En su extensión, en su redondez
admite todo tipo de toldos de esperanza.
El día avanza sigilosamente;
en su furtividad se atempera,
inventa la duda de la extravagancia.
De vez en vez, tormentoso como
la candil espesura opaca de la tarde,
una llovizna de nube amplia amenaza
con caer con su tolvanera cerril,
de agua fría y nevada; amplios
los goterones expanden
su luminaria de augurio inconsecuente;
pero todo es bulto, bullanga
y aguajes en su dudoso pronóstico
de vaguadas y tormentas incansables,
de turbamulta en la cornisa,
como un andamio en la cuerda floja.
Al paso del día, una nota curiosa se nota;
aprehensiva por su ausencia, inimaginable
por su desolación, hoy y hasta ahora,
siete de la noche, próximo el crepúsculo,
ya casi en su entorno purpurio o violeta,
curiosamente los noticiarios
sólo nos han dado noticias gratas;
al parecer, en sus antojos
se amilagró el día, en sus alitas se aduermen,
pues no nos han dicho que alguien
amaneció en los matorrales,
su rostro esperpento, absuelta el alma;
no nos han dicho que un asaltante
tiró al suelo, sin suplicio ni arrepentimiento,
a una doña de la tercera edad,
al querer arrebatarle la cartera,
que inocente en su vacío, sumisa
en la intemperie, termina yéndose
con su invitado de ocasión
y dominando la distancia;
no nos han dicho que el taxista,
adusto en su asiento y victimado,
fue mutilado en su pierna izquierda,
al querer huir de su suplicio improvisado;
no nos han dicho que la narcopolicía
no prorrogó su tumbe de Xs kilos
de ya se sabe qué; como si el Sur
condescendiera con la ignominia;
no nos han dicho que en la maternidad
nació natimuerto la criatura,
en su envoltura estable y ceñido
su abrigo, doblegando la timidez;
no nos han dicho que algún funcionario
haya sido sometido con todo y su cartera,
atiborrada de sermones y papeles inservibles
y todo su personal non grato;
en fin, no nos han dicho
que la violencia intrafamiliar
se haya salido de sus fueros,
prologando sus ásperos signos,
en tanto su inmarcable sino de sutileza
se fricciona en la candidez de la inocencia.
Al parecer sin novedad en el frente.
Ojalás que el frente tropical
que meteorología pronostica
se equivoque de rumbo, anuncie
que en su habitad Santo Domingo
no corre peligro hasta el momento.
Luenga la espera, una cúpula de emoción
avanza con sus grifos de cantos y lluvias.
Mientras, el levantisco sol, en sus anchas;
Helio surcando aún el nadir nocturno;
poco a poco va apagando
sus andariegos rayos sinuosos;
pero la tenebrosa oscuridad, espesa
en su bruma, en su balcón en sigilo,
amenaza con su brisal inminente
el paso de un día tranquilo, que
en su indefinida góndola de aconteceres
le sorprendió la noche, aún conmovida.

Al final, la consentida poesía

Agosto 30;
acontecer 30;
sobre cantares
y decires y
poética…

Escribir, volar contra la pared,
tiento a tiento vaticinar,
el mundo puesto al revés,
el alma encadenada a su pena,
sin amparo una idea se estanca,
ensueño inagotado en el tiempo.
Gota a gota, verso a verso
reclama su onomatopeya gutural.
Sí, el sueño, un abismo entreteje
su salvedad, como la lujuria cae la mirada,
se pierde la pleamar en rocas punitivas;
es la vejez, manso mar, un laberinto,
se detiene en el mar de las tinieblas.
Es la poesía, no es, no debe ser solamente,
rica en la forma, un adorno sin estampidos;
debe ser, ágil, simiente, reproductiva,
embargo de la tristeza, y a un tiempo
enriquece el ánimo, la espalda apacigua;
tierra y raíces contienen frutos; eso es;
movimiento sin interdichos suele ser,
un arpa que alegra, un relicario que estima,
la antesala sin espera; rotación
orbitar alrededor de la nada,
y a la vez brotante en el alma, pura,
cándida, sumergible, impoluta
en los sentimientos, en los deseos
irrumpe sin dilación. Prórroga es.
No es, no debe ser solamente,
rica en la forma, en su contenido un espectro
vacío. Demiurga es, consentida
en sus cantares de cada acontecer.
¡!Oh Poesía, contigo todo es posible.

2009-.

A Carlita Magallanes,
poetisa dominicana.




Antología pooética unipersonal.........Federico Sánchez






Aún queda rodante la palabra.....Poesía in-completa....Federico Sánchez


Aún queda rodante la palabra.....Poesía in-completa....Federico Sánchez











Poesías dispersas

de poeta, divas y mortales






































cita









---------198--------
Oda Rodante a Manuel Rueda
Poeta Plural, Edénico, Emblemático

In Memoriam

-I-

Un tambor de leves sonidos se atraganta en la mar oceánica;
se agiganta de islas en islas adyacentes con sus rumores matinales,
y sus salinas aguas perfumadas, y sus yedras y sus piedras
empostradas,
y navegantes claveles que ruedan, ruedan como nubes circulares,
encinturando la ráfaga de los vientos nocturnales, que lloran.
O gimen.

Un croquis de mapas se expande con la brizna. A veces llueve.
En cuclillas, una Criatura Terrestre, incandescente en la noche,
sumerge su estatura en aguas cristalinas de los ríos, igual que peces,
y un susurro ciclónico estampado en los cielos, grises, móviles,
se aferra en las montañas rodando como un alud, como el Jilguero,
y matorrales silvestres encandilan la suavidad de la brisa, pasional,
en tanto una voluta de nieve mágica o salinada envuelta en liras,
recorre el vientre de Manuel con su Manual de híbridos versos,
bifurcados,
y enciende sus dedos sabios, orondos o jardinescos, imperecederos,
que escriben, escriben con ternezas y silabario musital su cántico
poético.
Es fiesta. Se canta a una isla por los Mares de las Damas,
insumergible.

II

Otro Manual, pero lírico, se apresura con sus versos plurales,
reproducidos,
ambarinos.
Paridora, la tarde pálida arrimada al pórtico de la canción,
y en la ensenada
o en la ternura,
poda la placidez del verbo bajo la lluvia.
Bajo el sol.
En la noche oscura.
Un soneto sonando /soñando /anonadado, sentencioso,
ventrílocuo,

----------199----------
siente que rueda inmenso en un jardín infante
en un pesebre macilento que es su entorno
en un paisaje montaraz
en la superficie de la madurez, de la imaginación. Imperfecta/
Perfecta de imaginación/
La imaginación esbelta/
El PluriManual se disemina linealmente, acariciando
las noches
las nubes
las olas
las rocas
y en una isla, abierta a los enclaves preclaros o proféticos,
(con pitonisas asilvestradas)
(con congojas ensimismadas)
enmudece ante el bullicio de sus palmeras amontonadas,
montoneras,
montunas,
palmeras pero sinuosas,
palmeras sin apodos
y manos duchas, dichosas, dicharacheras, cocotaeras,
entretejen el respiro, el responso, bronco de la inspiración.
El verso se yergue.
Se yergue la canción.
Yérguese el Barrancolí.
-con o sin verso ni canción-

III

Un tambor sonando, tarareando repleto de hombres inmensos
y la desidia a cuesta,
recorre la piel milenaria de la tierra seca, y su sauce adyecto,
retumba, zigzaguea por calles y laberintos, con su tam tam
cantaletea
por avenidas y monumentos suntuosos, o sagrados, entretejidos,
con la tristeza larga y el cáliz entre las sienes,
y tugurios de extintos ronquidos, de sonámbulos ambientes,
y un Adán edénico se adentra en sus entrañas tambolireras,
impertérrito,
urbanizando, Evanizando la herencia del procónsul humano,
prístino.
En el germen o en la profundidad significativa de unos versos
sombríos,
cascabeles verdes y dorados doran el horizonte, que es ternura;
allende el mar, como mulatas que ensombrecen su superficie reptil

----------200----------
y en responso se desencadena la furia de la muchedumbre, por la
paz;
y marginales lluvias, sin fueros ni cánones, que caen ascendiendo,
se vislumbran, se deslumbran en los ojos virtuosos del poeta,
múltiples lluvias que caen sobre los tambores y las amatistas:
que son ilusión
que son ángeles en vino
que buscan un patrón.
Rueda la noche sobre un enjambrerío de pasiones o temores
y llega la tristeza si el calor encoleriza la tarde. O el viento.
O sea, si no hay tarde, se anochece en su velo, empalideciendo.

Rodando la rueda, de ronda en ronda, de ruina en ruina,
un ruiseñor muestra sus modales postreros y aletea el olivar;
en lo alto de una gran rama sin ruidos, se ramifica la aurora,
y así se pluraliza su cantar diurno, eterno, etéreo, existencial,
entre ritos y placeres, entre silbos y ceremonias, que humanizan el
Zorzal.

Rumiante, una sombra golpea las puertas de la pradera, cada hora,
con su tum tum titiritero, tartamudo, contumaz; como gota sobre
piedras;
y sobre un espectro que es un islote de olivos verdes, abiertos,
suenan los tambores angelicales del amanecer, y el alba siluetea su
aurora,
luego transcurre un leve día, que la resolana mitiga con su ardor.
O polvareda.
O tornabela.
O tornado.
Es Manuel que se pluraliza, como camino bifurcado, al anochecer.

Junio-2000-.






Canto candoroso
para una Diosa del Mambo

A Jesenia,
sensual bailarina
del programa de TV.
"Maquinaria Musical",
cuya gracia en el jadeo y estilo,
encanta, subyuga y arrebata.

Luces tenues invocan tus caderas que en vaivén
invierten la mirada indiscreta, el gesto que ilusiona,
para que no te apagues nunca, para que sigas soñando.

Pechos bronceadores brotan de tu piel, que es aurora,
insinuando que la esperanza existe, e inventan el Cundeamor,
para que no te detengas nunca, para que sigas trotando.

Arpegios musicales repiten tus acentos en rituales, lentos,
tus respiros campanales, que es sonido mientras sueñas,
para que no te caigas nunca, para que sigas rodando.

Candilejas en secretos siguen tus contornos apresurados,
ese rictus cadencioso que apasiona en toda tu plenitud,
para que no te doblegues nunca, para que sigas andando.

Gritos de incidias, jadeantes, surgen de tus mejillas de Diva,
como mariposas en reposo antes de alzar su vuelo rasante,
para que no calles nunca, para que sigas contorneándote.

Susurros interminables se levantan como nubes en tu vientre,
lleno de pasiones, inmerso de esperanza, cándido como amapolas,
para que no te vayas nunca, para que sigas jadeando.

Miradas quisquillosas, aprensivas, repican campanadas de cristal,
emulando truenos y centellas en un atardecer de crepúsculo,
para que no te enfermes nunca, para que sigas insinuando.

Movimientos trastocados, elevándose, descendiendo como rocío,
influyen en las coritas que siguen espectantes tus pasos ballerinos,
para que no te alejes nunca, para que sigas ritmando.

Caderas bullangueras, alevosas y sin soberbia caen sumergidas
en un acuífero, desperfeccionando tus pasos de sirena,

----------202----------
para que no inmovilices nunca, para que sigas ilusionando.

Ritmos de tiritantes quimeras invitan a mover tu cuerpo quedo,
y apasionados como en un conjuro retrotraen el aura de Tongolele,
para que no te canses nunca, para que sigas bailando.

Verano del 98'-.





























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Canto candoroso
para una Diosa del Mambo

A Jesenia,
sensual bailarina
del programa de TV.
"Maquinaria Musical",
cuya gracia en el jadeo y estilo,
encanta, subyuga y arrebata.

Luces tenues invocan tus caderas que en vaivén
invierten la mirada indiscreta, el gesto que ilusiona,
para que no te apagues nunca, para que sigas soñando.

Pechos bronceadores brotan de tu piel, que es aurora,
insinuando que la esperanza existe, e inventan el Cundeamor,
para que no te detengas nunca, para que sigas trotando.

Arpegios musicales repiten tus acentos en rituales, lentos,
tus respiros campanales, que es sonido mientras sueñas,
para que no te caigas nunca, para que sigas rodando.

Candilejas en secretos siguen tus contornos apresurados,
ese rictus cadencioso que apasiona en toda tu plenitud,
para que no te doblegues nunca, para que sigas andando.

Gritos de incidias, jadeantes, surgen de tus mejillas de Diva,
como mariposas en reposo antes de alzar su vuelo rasante,
para que no calles nunca, para que sigas contorneándote.

Susurros interminables se levantan como nubes en tu vientre,
lleno de pasiones, inmerso de esperanza, cándido como amapolas,
para que no te vayas nunca, para que sigas jadeando.

Miradas quisquillosas, aprensivas, repican campanadas de cristal,
emulando truenos y centellas en un atardecer de crepúsculo,
para que no te enfermes nunca, para que sigas insinuando.

Movimientos trastocados, elevándose, descendiendo como rocío,
influyen en las coritas que siguen espectantes tus pasos ballerinos,
para que no te alejes nunca, para que sigas ritmando.

Caderas bullangueras, alevosas y sin soberbia caen sumergidas
en un acuífero, desperfeccionando tus pasos de sirena,

----------202----------
para que no inmovilices nunca, para que sigas ilusionando.

Ritmos de tiritantes quimeras invitan a mover tu cuerpo quedo,
y apasionados como en un conjuro retrotraen el aura de Tongolele,
para que no te canses nunca, para que sigas bailando.

Verano del 98'-.





























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La nati-atenea del amor y la belleza
-acróstico-

A Denny Méndez,
que desde Italia triunfa en Europa,
como modelo.

D esde esta media isla mulata y primorosa,
E nvuelta en mambos y merengues, ritos y llantos,
N unca sospechamos de tu alegría contagiosa.
N egra del trópico eres con un espíritu que precede a la coche,
Y navegamos por tu álgido cuerpo, ardiente, como por la mar.

M iss Italia serás siempre, Miss caribeña, con tonos nostálgicos;
E n tu mediterráneo vientre bailaremos bachata y son.
N unca dejaremos, desde aquí, que marchiten tu esperanza.
D e verdad te decimos, que eres una beldad que brilla ciomo azabache,
E njuagándote entre protestas y aplusos y ditirambos hipócritas y
Z ahirientes; y es que tienes la virtud de una diosa blanca.

Septiembre, 1996-.


La gloria eres tú
-mujer que conocí en una noche de luna-

A Gloriví

“Dios dice que la gloria está en el cielo;
que es de lo msortales el consuelo al morir...
Bendito dios....no necesito ir al cielo, si tú alma mía,
la gloria eres tú.
Bolero: J. A. Méndez-.

¡Gloria a dios en las alturas!, he conocido tu figura,
tan inmnesa, tan sublime como olas de la mar;
apabullante y emrgente como flores de luz primaveral.

Eres la g loria que elazul celeste envilece, un candil,
la unión que estimula, el verbo que cantagia, o estremece;
la ilusión que se configura, un botón de rosa, primorosa.

Es como lujuria invernal, tormenta tropical, o la furia de un can;
es como simiente de amor, la calidez del humor, un prado de sol a sol;
es como la diva mortal, la resaca del mar, la timidez virginal.

---------208--------
Gloria eterna eres cuando miras o apareces, o espejea tu luz;
cuando sonríes y tu sonrisa ilumina el estuario, todo es emoción;
cuando caminas y tus pasos redoblan mis ansias, o la placidez.

Tan gloriosa te vi, Gloriví, detrás de ese altar, tan altiva,
que parecías una diosa sigilosa, una diosa terrenal, sin luna, sin resol,
y la divinidad que ennoblece, o da una vendición, ¡qué tentación!

Gloria eres, y eres canario que silba y desaparece, o vuela;
un pirata que justifica su dolo robándome mi existencia;
el consuelo que me estimula si río, lloro o canto.

La luna menguante que sobre tu rostro rielaba, refulgente,
apaciguaba mi alma, incendiando esta esencia que hoy son versos,
y transfiguraba tu presencia que hoy es ausencia, un fantasma mío.

8-9-1998-.




























Cántico poético / honomástico

A mi madre,
Fabiola Sánchez.
A mis hermanos Wilson, Nelson Víctor, Mary
y Jesús(in memoriam.
)
"Madre, en tu día,
tus muchachos
te cantamos una canción"
Silvio Rodríguez-.

Hoy, una vieja arruga flota leve en tu piel septogenaria,
en la superficie de tu tiempo, que pasa lerdo como mariposa,
y candorosa, nos hace recordar que la niñez, cuando amanece,
no es solamente la aurora que nos estimula para mimarte.

Brindar con un Vat 69, a tus 71 abriles, con copas rebosantes,
entre aleluyas, aplausos, ¡Vivas! y gritos alborozados de la nietería,
todos adheridos a tus rebosos blancos y abrazados a tus pies,
en honor a tu edad, que es más vientos que tiempo,
más que truenos y lluvias, más que escarmientos y sumisión,
no sería suficiente para restituirte tus sacrificios maternales,
aspavientos que sólo se comprende cuando nos llega la hora de la emulación.

Sumergida en la virtud, en la vejez pasajera, en la esquina del tiempo
tu largo y henchido amor propio que se consuela, que nosaproxima,
ofrecido sin prisas ni pausas, sin dejadez o sacrilegios,
como una caricia que se agiganta en cada estornudo infantil,
como una especie que se amamanta prolongando tu estirpe,
hoy baja la cerviz cada vez que se ausenta la algarabía de la prole.

En mis recuerdos prístinos transito una nostalgia de bebé,
aprisionado en tu piel o tus brazos de seda que es un vergel,
y vuelvo a renacer como cuando tu mimo susurraba mi candidez otoñal.

Hoy, tus ojos se llenan de luces y fulguran en mi sien voces lejanas,
que al caer la noche envuelven mis sentidos, y tu voz se crece en mí,
como en un niño, como por un río chorreando la cascada.

Hoy, unos escuálidos dedos deslizan la página de tu historia
que es refugio de soledad, que es estímulo de viudez,
soledad marchita que se confunde con una Biblia en lasmanos,
rezando un Padre nuestro, elevando un Ave María, o reclamando
al Santo Dios todo poderoso por qué tanta miseria espiritual,

----------210----------
por qué tantas sonrisas ausentes cuando la alegría vitaliza el alma.

Hoy, tu estatura alicaída, fugaz, disminuida como el tiempo a deshora,
nos dice que los instintos de madre, y la pasión hacia el futuro,
fueron, son elocuentes, insurgentes, nutrientes, savias para mis sentidos.

Septiembre 23, 1997-.







































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